Una atractiva velada con Carreras y Cappuccilli
La tradicional gala de la temporada de ¨®pera madrile?a, celebrada a beneficio de AMADE, y presidida por la reina Sofia, ha constituido un gran ¨¦xito desde el punto de vista art¨ªstico, aunque en esta ocasi¨®n no se llenara el teatro Real, a pesar del atractivo que siempre supone la presencia de dos cantantes como Carreras y Cappuccilli.Siempre es peligroso sacar a la ¨®pera de su contexto dram¨¢tico, esc¨¦nico en este tipo de programas mosaico; no se puede olvidar que este particular¨ªsimo g¨¦nero no es solamente musical. Sin embargo, los dos artistas de esta ocasi¨®n consiguieron llevar al concierto esa arrebatadora fuerza que caracteriza a la ¨®pera rom¨¢ntica. Es un placer extraordinario o¨ªr la m¨ªsica sin los tradicionales defectos que invaden los escenarios m¨¢s ilustres con tanta frecuencia.
Gala de la XVIII Temporada de la Opera
Piero Cappuccilli (bar¨ªtono).Jos¨¦ Carreras (tenor). Orquesta Nacional Director: L A. Garcia Navarro. Obras de Rossini, Leoncavallo, Verdi, Ponchielli, Bizet, Cilea y Giordano. 22 de abril 1981. Teatro Real
Tanto Carreras como Cappuccilli poseen -y no es ocioso el remarcarlo- una afinaci¨®n perfecta, un vibrato justo, una exquisita t¨ªmbrica (no s¨®lo una voz extraordinaria), una excelente cuadratura y un fiato que, adem¨¢s de grande, es musical. Por si esto fuera poco, los dos tienen un gran temperamento y son dos int¨¦rpretes musicales e inteligentes. Si en Cappuccilli nos arrebata la bravura, la belleza de una voz redonda en todos los registros, la contundencia de un fraseo enormemente ret¨®rico (y la buena ret¨®rica no es un defecto, sino una virtud import¨¢nt¨ªsima en esta como en tantas otras m¨²sicas), en Carreras encontramos una personalidad extraordinaria que comienza en la voz misma y que termina en una musicalidad fuera de serie: su Romanza de la flor, de Carmen, su Improvviso, de Andrea Chenier, y su Lamento de Federico, de La Arlesiana, de Cilea, fueron magistrales.
Con todo, lo mejor de la velada lo encontramos seguramente en el d¨²o de Rodrigo y don Carlo del segundo acto del Don Carlos verdiano, y en el d¨²o de don Alvaro y don Carlo del cuarto acto de La forza del destino: m¨²sica genial en interpretaci¨®n extraordinaria.
Adem¨¢s de los fragmentos citados, pudimos o¨ªr el d¨²o Enzo Grimaldo, pr¨ªncipe di Santa Fior, de la Gioconda, de Ponchielli; el pr¨®logo de Payasos, el Nemico della patria, de Andrea Chenier, y el Piet¨¢¨¤ rispetto, amore, de Macbeth. Ya fuera de programa, ambos cantantes regalaron el d¨²o de Marcello y Rodolfo del cuarto cuadro de La Boh¨¨me.
Luis A. Garc¨ªa Navarro dirigi¨® a la Orquesta Nacional las oberturas de Sem¨ªramis, V¨ªsperas sicialianas y la Fuerza del destino, en brillantes versiones m¨¢s atentas a la letra que al contenido, y acompa?¨® con soltura, aunque no siempre con firmeza. El ¨¦xito para todos ellos fue muy grande.
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