El empuje de los 100 primeros d¨ªas de Reagan ha obtenido pocos resultados concretos
Pocas veces en la historia moderna de Estados Unidos sucedieron tantas cosas como en estos primeros cien d¨ªas que hoy se cumplen de presidencia del republicano Ronald Reagan. El giro de 180 grados que intenta dar la nueva Administraci¨®n en todos los terrenos (econom¨ªa, relaciones exteriores, defensa, sociedad) vivi¨®, incluso, momentos dram¨¢ticos cuando el flamante presidente fue v¨ªctima de un atentado, el pasado 30 de marzo. Hasta en las apacibles relaciones hispano-norteamericanas la nueva Administraci¨®n estadounidense tuvo que capear en sus primeros cien d¨ªas un ligero temporal provocado por el intento de golpe de Estado en Madrid, el 23 de febrero ¨²ltimo, y las tibias reacciones iniciales procedentes de Washington en pro de la democracia.
Un ?mal momento?, velozmente corregido con c¨¢nticos a la democracia y la Corona, a la espera de una r¨¢pida renegociaci¨®n del tratado bilateral de Amistad y Cooperaci¨®n y saludando el prop¨®sito del Gobierno espa?ol de Leopoldo Calvo Sotelo en su firme camino hacia la OTAN.El empuje inicial de la presidencia Reagan ha sido fulminante en todos los sectores. No han faltado tampoco los escollos, con los l¨®gicos roces entre personalidades, inevitables en el rodaje de todo equipo, zanjados con habilidad por el presidente Reagan, apoyado en sus fieles y poderosos consejeros Edwin Meese, James Baker y Michael Deaver, definidos por la Prensa norteamericana como la ?troika? de la Casa Blanca.
El impetuoso secretario de Estado, Alexander Haig, con disciplina castrense en honor de su pasado militar, ha aceptado hasta el momento las ?correcciones? de comportamiento suministradas por Reagan cada vez que Haig intent¨® sobrepasar las atribuciones de su cargo.
En medio de tantas tribulaciones, con un lenguaje de una dureza sin precedentes frente a los sovi¨¦ticos, con env¨ªo de ?consejeros militares? a Centroam¨¦rica o con la crisis pol¨ªtica en Polonia, la nueva Administraci¨®n centr¨® sus esfuerzos iniciales en cambiar el sombr¨ªo panorama de la econom¨ªa estadounidense. Reagan no olvida en ning¨²n momento que es el caballo de batalla que dar¨¢ credibilidad a los republicanos en el futuro y que puede consolidarlos en el poder para la d¨¦cada de los ochenta.
Un fogoso personaje, David Stockman, en contraste por su juventud (35 a?os) con los sesudos miembros del equipo Reagan, fue el hombre clave para presentar al pa¨ªs el mal trago de los recortes presupuestarios, donde tan s¨®lo se salva del hacha el departamento de Defensa.
Menos impuestos
Acompa?ado de una compensaci¨®n de reducciones del 30% de impuestos en tres a?os, el programa econ¨®mico de Reagan, estructurado en la sombra por los m¨¢s ac¨¦rrimos defensores de un liberalismo econ¨®mico a ultranza, como el premio Nobel de Econom¨ªa Milton Friedman y sus seguidores, pretende estimular la demanda y devolver la confianza al inversor.La ?Am¨¦rica grande?, la ?Am¨¦rica del nuevo comienzo?, como rezaban los esl¨®ganes electorales que culminaron para Reagan con la arrolladora victoria en las urnas el 4 de noviembre de 1980, debe convertirse en el detonador popular para que la sociedad norteamericana, m¨¢s din¨¢mica y optimista que la europea, crea otra vez en su futuro. Contagiar optimismo es otro de los elementos psicol¨®gicos nada despreciables para el ¨¦xito del programa econ¨®mico de Reagan.
Si en las pr¨®ximas semanas Reagan gana la batalla en el Congreso y logra la aceptaci¨®n del plan econ¨®mico, aun con ligeras correcciones, posiblemente m¨¢s moderadas en el calendario y el porcentaje de la reducci¨®n de impuestos, puede producirse la tan esperada reacci¨®n en cadena hacia la recuperaci¨®n para la econom¨ªa de EE UU. Los indicadores burs¨¢tiles en Wall Street apuntan en tal direcci¨®n, con las cotizaciones m¨¢s altas de los ¨²ltimos ocho a?os, es decir, antes de la crisis del petr¨®leo.
Abierta la feria de armas
Para demostrar a los sovi¨¦ticos que no todo es dial¨¦ctica, la Administraci¨®n Reagan ha definido en cien d¨ªas uno de los m¨¢s espectaculares programas de rearme desde la segunda guerra mundial. Todos los cap¨ªtulos de las fuerzas armadas norteamericanas reciben particular atenci¨®n para mejorar en hombres y material su potencial operativo.La defensa cuenta con el grifo abierto del presupuesto nacional (m¨¢s del 25% del total del gasto p¨²blico) para poder satisfacer su modernizaci¨®n en tierra, mar y aire.
Con prioridad para las fuerzas de intervenci¨®n r¨¢pida (Rapid Deployment Force), creadas en la ¨²ltima ¨¦poca de Carter, los estrategas del Pent¨¢gono preparan una red de bases en Oriente Pr¨®ximo y en el oc¨¦ano Indico, destinadas a defender los pozos de petr¨®leo del golfo P¨¦rsico.
Nuevas generaciones de barcos, submarinos y aviones est¨¢n ya en la cartera de pedidos de las multinacionales del armamento, a la espera de que el Congreso desbloquee nuevos cr¨¦ditos para proyectos m¨¢s ambiciosos, como la fabricaci¨®n del superbombardero B-1, para reemplazar ¨¢ los obsoletos B-52. Sin olvidar el pol¨¦mico programa de renovaci¨®n del sistema defensivo nuclear estadounidense, con sustituci¨®n de los misiles Tit¨¢n, por singulares y potentes misiles MX, montados en plataformas m¨®viles en los desiertos de Arizona y Nevada, para garantizar mayor inmunidad en caso de ataque nuclear sovi¨¦tico.
La Administraci¨®n Reagan es tambi¨¦n m¨¢s benevolente que su predecesor para equipar con material made in USA a los ej¨¦rcitos de los pa¨ªses aliados.
El impulso del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Ronald Reagan, de setenta a?os de edad, y de su equipo gubernamental, apoyado por una mayor¨ªa senatorial republicana y con una d¨¦bil oposici¨®n dem¨®crata todav¨ªa no recuperada de su desastre electoral, representa en sus primeros cien d¨ªas una revoluci¨®n a la americana, en todos ?os aspectos.
Primero, los aliados; despu¨¦s, los sovi¨¦ticos
La ?Am¨¦rica fuerte? es otro de los temas preferidos en el punto de mira de la Administraci¨®n Reagan. Tras el trauma de los rehenes norteamericanos en Ir¨¢n y el ?desprestigio?, seg¨²n los republicanos, sufrido por EE UU despu¨¦s de cuatro a?os de Administraci¨®n Carter, Washington quiere recuperar terreno.La nueva ?filosof¨ªa? pretende consolidar y reforzar las alianzas con los pa¨ªses ?amigos?, de acuerdo con los intereses de EE UU, al tiempo que practica un lenguaje duro contra Mosc¨², destinado a suavizarse en los pr¨®ximos meses. La moderaci¨®n, la vuelta a la mesa de negociaciones con la URSS, llegar¨¢ -cabe esperar que no sea demasiado tarde- cuando Washington considere ?reequilibrado? su potencial militar y haya sembrado bases y sofisticado armamento entre los aliados ?seguros?, sobre todo en las zonas ricas en petr¨®leo.
Centroam¨¦rica, con dianas sobre El Salvador y Cuba, ha sido el escenario escogido por la nueva Administraci¨®n, demostrando, sin aportar soluciones, que no tolerar¨¢ sin r¨¦plica cosquilleos sovi¨¦ticos en el continente americano.
Con una sutil nueva doctrina, que diferencia entre reg¨ªmenes ?totalitarios? (l¨¦ase los del Este) y reg¨ªmenes ?autoritarios (enti¨¦ndase Argentina, Chile, Turqu¨ªa...), la Administraci¨®n Reagan ser¨¢ menos meticulosa que en la ¨¦poca de Carter. Se ?respetar¨¢? la defensa de los derechos humanos, sin olvidar el imprescindible pragmatismo pol¨ªtico.
La firmeza de los cien primeros d¨ªas de presidencia Reagan puede considerarse que ha dado, hasta el presente, resultados positivos en Polonia, donde los sovi¨¦ticos no sacaron de momento los tanques.
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