L¨®pez Cobos y Orozco entusiasman en el Real
El panorama de las orquestas en Londres es verdaderamente admirable, incluso envidiable: la BBC, la Filarm¨®nica, la Sinf¨®nica, la Royal Philarmonic y la Filarmonia rivalizan en calidad y prestigio. La ra¨ªz est¨¢ en el nivel profesional de los instrumentistas brit¨¢nicos, y tambi¨¦n en las estructuras sociales en las que lo musical se encuadra. Tan es as¨ª que de las grandes sinf¨®nicas citadas. s¨®lo una, la de la BBC, tiene car¨¢cter oficial. Las dem¨¢s viven principalmente de sus ingresos. Ahora nos visita la Filarm¨®nica, dirigida por Jes¨²s L¨®pez Cobos y con Rafael Orozco como solista. Desde los primeros compases de Manfredo, de Schuman, pudo advertirse la precisi¨®n y extraordinaria brillantez de un conjunto cohesionado y virtuosista, con tanta capacidad para las agilidades (Ruslan y Ludmila) como intensidad para lo l¨ªrico (Variaci¨®n, de Elgar). La pronta res puesta a la menor indicaci¨®n del maestro, la seguridad en la afinaci¨®n, el impulso en la continuidad, la t¨®nica voluntariosa y entusiasta pueden permitir a un maestro firme, dominador, vital¨ªsimo, como es L¨®pez Cobos, una versi¨®n de la Octava sinfon¨ªa de Dvorak que puso en pie al auditorio.
Orquesta Filarm¨®nica de Londres
Obras de Schumann, Brahms y Dvorak. Director: J. L¨®pez Cobos. Solista: R. Orozco. Teatro Real 29 de abril
Rafael Orozco, en el segundo concierto de Brahms, demostr¨® que la l¨ªnea de su evoluci¨®n, en todos los sentidos, es siempre ascendente. Quiz¨¢ la actuaci¨®n del mi¨¦rcoles sea la m¨¢s poderosa, convincente y madura de cuantas le hemos escuchado en Madrid. El Brahms de Orozco se inserta en la gran l¨ªnea del pianismo europeo, tanto por el talante de su t¨¦cnica mec¨¢nica cuanto por la concepci¨®n de ese tan complejo mundo musical - mejor dir¨ªamos espiritual- en el que se integra la hondura intimista y la grandeza de l¨ªnea y sonoridad. No estamos, como se crey¨® un d¨ªa, ante un clasicista, ni siquiera ante un rom¨¢ntico, sino frente a un metarrom¨¢ntico. Ese ?m¨¢s all¨¢? brahmsiano en la forma, los medios, el desarrollo, la sustancia y la grandeza aparece en el segundo concierto como la apoteosis de toda una ¨¦poca.
Con Orozco, Jes¨²s L¨®pez Cobos y los filarm¨®nicos londinenses construyeron una versi¨®n s¨®lida pero transparente; cant¨¢bile y fuerte de ritmo; idealista y racionalista a la vez. El ¨¦xito fue para todos de clamor, y a las innumerables salidas sucedieron los encores apuntados de Elgar y Glinka.
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