La tragedia de los pobres

Las aventuras de una adolescente, incomprendida por sus padres y rodeada de un mundo hostil no es algo nuevo en el cine ni en otros medios de expresi¨®n. Son historias que pueden dar pie a consideraciones morales sobre la paternidad, el mundo que vivimos o sobre las angustias inherentes a la adolescencia.Dennis Hopper (director de Easy Rider y The last movie, sus dos ¨²nicas obras anteriores; como actor, sin embargo, su filmograf¨ªa es bastante amplia, destacando, entre otras, El amigo americano) se ha planteado esta situaci¨®n de forma que conecte con todos esos posibles puntos de vista.

C. B., su personaje central, en una fascinante interpretaci¨®n de Linda Manz, recorre con estupor y miedo el mundo de sus padres, con falsa seguridad el ambiente de los punks, con total impotencia el de los colegios y comisar¨ªas de polic¨ªa. Su breve periplo se detiene, en ocasiones, cuando en la intimidad sue?a con el legendario Elvis Presley, que, como todos, tambi¨¦n la ha abandonado; es en esos momentos cuando el personaje adquiere elementos sentimentales, con capacidad de conmover al espectador.

El resto de la pel¨ªcula, sin embargo, no. Da la impresi¨®n de que Dennis Hopper no ha encontrado el momento de unificar en un tono ¨²nico los distintos elementos de su acci¨®n, las diversas motivaciones de la an¨¦cdota general, dispers¨¢ndose en la b¨²squeda de una posibilidad narrativa que aclare y justifique plenamente la tragedia que tiene entre manos. Se trata, sin duda, de una pel¨ªcula feroz, de un documento agresivo que elimina esperanzas; pero hay que prescindir de la pel¨ªcula para entender plenamente esa ferocidad. El personaje que interpreta el propio Hopper -el de padre de la chica- pertenece al mundo de cart¨®n-piedra; se le da, sin embargo, m¨¢s importancia de la que merece, m¨¢s tiempo del que los guionistas han sabido utilizar.

Ca¨ªdo del cielo tiene, no obstante, el mismo poder de captaci¨®n de las otras pel¨ªculas dirigidas por Dennis Hopper. Su sabidur¨ªa cinematogr¨¢fica tiene ocasiones de verse plasmada con aciertos inquietantes -el accidente, la chica perdida en el cami¨®n, sus paseos callejeros, el mundo de sus amigas-, los suficientes como para permitir que muchos espectadores se apasionen con la historia, se depriman con su resultado o discutan sobre los aspectos que la pel¨ªcula oculta y que conectan, claramente, con una forma de vida exclusiva de nuestro tiempo. Aspectos que en la pantalla aparecen con claridad, aunque no tengan detr¨¢s una reflexi¨®n suficiente.