Celuloide rancio

Temas de hoy no dan pie necesariamente a pel¨ªculas de actualidad. Tal es el caso de esta, en la que el secuestro, aun desde un punto de vista bufo, sirve de pretexto para reunir una serie de secuencias m¨¢s o menos graciosas. Se trata, pues, de una historia c¨®mica convencional, al estilo de las que se filmaban por los a?os cuarenta, con el mismo tratamiento, con id¨¦nticos personajes, mas, desgraciadamente, con otros actores y actrices bien distintos en lo que a categor¨ªa se refiere.Tal tipo de comedias ha buscado refugio hace a?os en los seriales de televisi¨®n con los que se nos bombardea a la hora de la siesta. En esa hora perdida entre la digesti¨®n y la vigilia tendr¨ªa su lugar mejor este relato, entretenido a veces, artificialmente prolongado en ocasiones, con su humor entre rosa y blanco, destinado a un tipo de p¨²blico bastante definido.

En tal enredo no se sabe muy bien qu¨¦ significa la presencia de actrices como Jane Fonda, que, por cierto, no se lleva el bocado mejor en el reparto. Limitada a una parodia de s¨ª misma, su labor brilla poco junto a la de sus dos compa?eras, Dolly Parton y Lily Tomlin sobre todo, que dan a sus personajes rasgos mucho m¨¢s convincentes.

El hecho de que tales filmes se realicen todav¨ªa supone la existencia de un p¨²blico situado por vocaci¨®n o edad a muchos a?os luz de los actuales. Es el que r¨ªe situaciones ya viejas entonces, alguna que otra frase acertada y la labor de Dabney Coleman, que, por cierto, recuerda a Richard Nixon. Esta mezcla de serial americano, con canci¨®n inicial y todo, y t¨²nel del tiempo, aporta como novedad, por llamarla de alg¨²n modo, la vuelta de Stirling Hayden en un breve cometido, para curiosidad de cin¨¦filos nost¨¢lgicos. Pueden reconocer al joven pistolero Johnny Guitar convertido en presidente de multinacional, curiosa moraleja para aquellos que en la pantalla gustan de ciertos simbolismos elementales.