"El Ej¨¦rcito colombiano no tiene deseos ni ambiciones de sustituir al poder civil"
Carlos Lleras Restrepo es, sin duda, la personalidad pol¨ªtica colombiana de m¨¢s renombre internacional y la de mayor autoridad moral en su pa¨ªs. Bogotano, de 73 a?os, a los veintid¨®s consigui¨® un esca?o de diputado en la Asamblea Nacional. A partir de ah¨ª su carrera profesional y pol¨ªtica fue una constante sucesi¨®n de ¨¦xitos, que culminaron con su elecci¨®n a la Presidencia de la Rep¨²blica, que ejerci¨® entre 1966 y 1970. El ex presidente Lleras ha realizado recientemente una gira por Espa?a, en el transcurso de la cual visit¨® la redacci¨®n de EL PAIS y accedi¨® a concedernos la siguiente entrevista.
Pregunta. El colombiano es un pueblo de larga tradici¨®n democr¨¢tica. En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, y en los m¨¢s recientes procesos electorales, concretamente, se aprecia un progresivo apartamiento de la poblaci¨®n con respecto ?al fen¨®meno pol¨ªtico. Cerca del 70% del electorado no acudi¨® a las urnas en las ¨²ltimas elecciones presidenciales. ?Significa esto, en su opini¨®n, una merma en la credibilidad del sistema democr¨¢tico de Colombia?Respuesta. Efectivamente, el fen¨®meno del abstencionismo es preocupante y merece un an¨¢lisis minucioso. Existen unos factores accidentales y otros permanentes como causas b¨¢sicas. Entre los primeros, yo incluir¨ªa la larga y dura controversia interna producida en el seno del Partido Liberal para la elecci¨®n del candidato a las elecciones presidenciales, Julio C. Turbay. Esta pugna interna produjo un notable desgaste, aumentado por el esfuerzo que todo el sistema pol¨ªtico realiz¨® en las elecciones parlamentarias antes de las presidenciales.
Pero hay tambi¨¦n factores permanentes que explican el abstencionismo. Los partidos pol¨ªticos, a mi modo de ver, han ido perdiendo contacto con las realidades sociopol¨ªticas y econ¨®micas del pa¨ªs y con los sectores que las representan, como pueden ser las masas sindicales. Por esta raz¨®n se ha ido creando una conciencia sobre el enorme poder de las maquinarias de. los partidos, que solamente se podr¨¢ evitar si esos mismos partidos se acercan con realismo a los problemas concretos y vitales de la gente.
P. Al mismo tiempo que se constata el fen¨®meno del abstencionismo electoral, es preciso recoge la frecuencia de los rumores e informaciones que indican un creciente protagonismo pol¨ªtico a los militares colombianos e incluso sobre la posibilidad de un golpe de Estado en su pa¨ªs. A usted mismo se le atribuyen declaraciones en las que se?ala que en la perspectiva colombiana aparecen hoy tres soluciones: la dictadura militar, la revoluci¨®n violenta o la renovaci¨®n democr¨¢tica. ?Existen, objetivamente, riesgos de una interrupci¨®n militar del sistema democr¨¢tico en Colombia?
R. Quiero se?alarle, primero, que esas declaraciones, que me atribuye no est¨¢n recogidas con exactitud; lo que yo dije, precisamente, es que la renovaci¨®n democr¨¢tica era una exigencia urgente para evitar que, en el futuro, pudieran producirse esos riesgos, que yo no veo hoy por hoy.
Reconozco, sin embargo, que se habla mucho ¨²ltimamente de la posibilidad de un golpe en mi pa¨ªs. Puedo decirle que conozco muy bien al Ej¨¦rcito colombiano y s¨¦ que no existen deseos ni ambiciones en su seno de sustituir el poder civil. No existe en Colombia tradici¨®n de reg¨ªmenes dictatoriales, que, cuando se han producido, han tenido ¨¦xitos muy fugaces. Esto lo saben bien las fuerzas armadas de mi pa¨ªs.
P. El Estatuto de Seguridad vigente en Colombia y que, de hecho, supone un recorte de determinadas libertades civiles y la intervenci¨®n militar en asuntos de orden p¨²blico, parece representar, sin embargo, cierta hegemon¨ªa del poder de las fuerzas armadas sobre el Gobierno.
R. En funci¨®n de hechos concretos, como la dura lucha para acabar con el fen¨¦meno de las guerrillas, o el de la delincuencia, es cierto que se producen situaciones que acaban por exasperar a las fuerzas armadas, y por esta raz¨®n es posible que aumenten las peticiones, las exigencias del Ej¨¦rcito al poder pol¨ªtico. Pero los militares son conscientes de los escasos resultados de medidas como las que recoge el Estatuto de Seguridad que usted cita. Para m¨ª, la experiencia de dicho estatuto ha arrojado un saldo favorable: los militares se han convencido de que los abusos en la represi¨®n de las guerrillas, que espor¨¢dicamente se han producido, han provocado y provocar¨¢n siempre una muy desfavorable reacci¨®n p¨²blica.
P. Ha citado usted el fen¨®meno guerrillero como una de las causas de exasperaci¨®n del Ej¨¦rcito colombiano. ?Cu¨¢l es la significaci¨®n del M-19? ?Tiene algo que ver esta organizaci¨®n, en sus prop¨®sitos, con los procesos revolucionarios de otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina?
R. No es posible interpretar la significaci¨®n presente del M- 19 sin analizar los or¨ªgenes de esta organizaci¨®n. Hay que tener en cuenta que el M-19 surge como un movimiento de resistencia del Partido Liberal frente a la violencia de los conservadores, que hab¨ªan instaurado la dictadura de su partido, con un presidente aparentemente electo. Rojas Pinilla, durante su presidencia, ofreci¨® poner fin a este estado de cosas y,ofreci¨® una amnist¨ªa, a la que se acogieron buen n¨²mero de miembros de la organizaci¨®n. Pero, a la larga, Rojas no cumpli¨® sus promesas, y por esta raz¨®n qued¨® un residuo de gentes armadas f¨¢cilmente manejable por grupos de inspiraci¨®n comunista creados posteriormente. Este es el origen de la actual estructura del M- 19 que, por cierto, no es un grupo de ideolog¨ªa clara y ni siquiera sus cuadros pueden presumir de alta capacidad intelectual. Con respecto a la segunda parte de su pregunta, es preciso separar, resueltamente, el fen¨®meno del M- 19 con los hechos revolucionarios de otras zonas de Am¨¦rica Latina, y especialmente de las que tienen por escenario a naciones de Am¨¦rica Central. En estos pa¨ªses ha habido dictaduras largas y crueles, incapaces de evolucionar, que, inevitablemente, provocan reacciones como las que acabaron con la dictadura de Somoza en Nicaragua. No es este, ni mucho menos, el caso de Colombia, donde, a pesar de que no hemos podido resolver problemas concretos, hay un sistema pol¨ªtico basado en el reconocimiento de las libertades p¨²blicas.
P. Desde la ¨®ptica europea, el tr¨¢fico de estupefacientes es otro de los problemas graves que se atribuyen a Colombia. Se dice, incluso, que no es posible luchar en serio contra este asunto porque todo el esquema de la econom¨ªa colombiana se vendr¨ªa abajo.
R. Es posible, y no lo niego, que si se cerrara dr¨¢sticamente el mercado de narc¨®ticos, la balanza de pagos sufrir¨ªa modificaciones notables. El tema no es ese, sin embargo. El problema es que Estados Unidos cre¨® el mercado, del que ha nacido una casta internacional de intermediarios que mantiene activa la oferta y la demanda. Los campesinos que cultivan marihuana y que obtienen ganancias muy superiores que con otros trabajos no tienen, adem¨¢s, conciencia de estar cometiendo un delito. Mientras exista el mercado, repito, existir¨¢ la oferta.
P. Desde su perspectiva de hombre experimentado en la gobernaci¨®n, ?c¨®mo se podr¨ªa articular las relaciones entre Espa?a y Am¨¦rica latina para que resultaran m¨¢s fruct¨ªferas de lo que han sido hasta ahora?
R. Evidentemente, no hay una f¨®rmula ¨²nica, sino distintos canales a trav¨¦s de los que se puede y debe actuar. En el pasado se hiz¨® hincapi¨¦ en la pol¨ªtica de relaci¨®n cultural, que no debe abandonarse, por supuesto, aunque en el presente la tendencia parece ir hacia los campos tecnol¨®gico y econ¨®mico. Personalmente opino que si el Pacto Andino consigue establecer el arancel m¨ªnimo com¨²n, podr¨ªa hallarse una f¨®rmula de acceso de Espa?a al Pacto que, por otro lado, neutralizar¨ªa en alguna manera los escasos beneficios que para Am¨¦rica latina supondr¨ªa, a mi juicio, la incorporaci¨®n de Espa?a al Mercado Com¨²n Europeo.
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