Los juicios, cuanto antes
HAY SITUACIONES que se pudren con el transcurso del tiempo, y nos tememos que el sumario del 23 de febrero haya comenzado ya a producir delet¨¦reos efectos sobre nuestra vida pol¨ªtica y se convierta, en las pr¨®ximas semanas, en un insufrible y peligroso foco infeccioso.La filtraci¨®n de las declaraciones de Tejero ante el juez instructor no es -ya lo hemos dicho- una simple an¨¦cdota, sino un pe¨®n movido por los estrategas del golpismo en la partida de ajedrez que est¨¢n jugando contra la Corona, contra las instituciones democr¨¢ticas y contra la sociedad espa?ola. Algunos colegas se preguntan, sin embargo, sobre c¨®mo si denunciamos que la filtraci¨®n del sumario es una operaci¨®n de connotaciones golpistas, nosotros mismos nos hemos prestado a dar publicidad al asunto. Nada m¨¢s coherente si se contemplan las circunstancias de la actitud de EL PA?S. La declaraci¨®n de Tejero hab¨ªa sido aireada por un colega, con el absurdo manto de ser fruto de una investigaci¨®n period¨ªstica de forma un tanto sensacionalista, y por si fuera poco, incompleta. La opini¨®n p¨²blica no estaba recibiendo una informaci¨®n correcta en sus or¨ªgenes ni en sus resultados, sino una. manipulaci¨®n comercial de un hecho pol¨ªtico de primera magnitud. No criticamos la actuaci¨®n de nadie y la utilizaci¨®n que otros diarios han hecho de estas informaciones, nos parece por completo, l¨ªcita, pero pensamos y seguimos pensando que la credibilidad de la Prensa es esencial en un r¨¦gimen democr¨¢tico. Cuando la opini¨®n deje de poder confianzar en los medios de comunicaci¨®n, los caminos del golpe estar¨¢n cada vez m¨¢s abiertos. Y la ¨²nica forma de obtener credibilidad es precisamente, desde nuestro punto de vista, ofrecer al lector el mayor n¨²mero de datos posible, para que se forme un juicio propio. Creemos haber hecho por eso un servicio honesto exento de cualquier otro ¨¢nimo, al publicar en su totalidad la declaraci¨®n de Tejero, y m¨¢s a¨²n al incluir las acusaciones que, contra el Rey hace el sedicioso guardia civil; imputaciones y calumnias que los dem¨¢s colegas han omitido sin duda con un entendimiento que no compartimos de cu¨¢l es la mejor manera de ahuyentar los bulos y las maledicencias que se han vertido sobre la persona de don Juan Carlos por parte de los rebeldes. La publicaci¨®n del sumario no era, por lo dem¨¢s, ya una cuesti¨®n de prudencia period¨ªstica, cuando hab¨ªa comenzado a revelarse por otros, sino una necesidad de clarificaci¨®n e iluminaci¨®n de actitudes.
Los intoxicadores saben, no obstante, que la propia din¨¢mica de la profesi¨®n period¨ªstica y el ejercicio de la libertad de expresi¨®n les ofrece una excelente oportunidad para seguir filtrando piezas sumariales que favorezcan sus prop¨®sitos de confundir a la opini¨®n p¨²blica, calumniar al Rey, implicar a otras gentes en la conspiraci¨®n y presentar a los procesados corno v¨ªctimas inocentes de una odiosa conjura. Ya est¨¢n volando por encima de las agencias y de las redacciones otras exclusivas del mismo g¨¦nero, que ser¨¢ imposible mantener en el propio caj¨®n, una vez que otro lo ponga sobre su mesa. Y nadie puede garantizar y aun ni siquiera desear que el leg¨ªtimo anhelo profesional del pisot¨®n, el scoop o la exclusiva no prevalezcan sobre otras valoraciones.
No admitimos que la soluci¨®n a ese conflicto se halle en medidas gubernativas de fuerza contra los peri¨®dicos, aunque en el futuro el torpe comportamiento inconstitucional y antijur¨ªdico dirigido a secuestrar Diario 16 pueda dejar paso a conductas formalmente m¨¢s ajustadas a derecho. No faltar¨¢ seguramente quien recuerde, dentro de las esferas oficiales, que la llamada ley de Defensa de la Democracia ha sido ya publicada en el Bolet¨ªn Oficial del Estado y que ese rifle para cazar elefantes se halla a disposici¨®n del Gobierno. Como ya advertimos en su d¨ªa, mucho tememos que esa aberrante norma, aunque seguramente pensada para otros supuestos, termine siendo aplicada a peri¨®dicos, revistas o radios que en la noche del 23 de febrero o en la madrugada del d¨ªa 24 se pronunciaron inequ¨ªvocamente a favor de la Constituci¨®n y de la Monarqu¨ªa parlamentaria.
Tampoco nos parece eficaz, ni seguro, el compromiso voluntario de los medios de comunicaci¨®n para no publicar materiales ?intoxicadores?, entre otras cosas porque no siempre resulta f¨¢cil ponerse de acuerdo sobre el car¨¢cter t¨®xico de las informaciones.
La ¨²nica v¨ªa indiscutible para poner fin a esta confusi¨®n es una conclusi¨®n r¨¢pida del sumario y la celebraci¨®n inmediata de los consejos de guerra correspondientes. El juez instructor togado Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa Escudero merece todos los elogios por la forma en que est¨¢ llevando a cabo su labor, pero el factor tiempo juega a favor de los autores del golpe del 23 de febrero y de sus instigadores, c¨®mplices y encubridores.
Es urgente que los tribunales militares se pronuncien sobre las conductas delictivas de quienes han elegido corno infame v¨ªa de defensa tratar de implicar a la Corona en una conspiraci¨®n que, parad¨®jicamente, fue abortada gracias a la valiente, decisiva y casi solitaria intervenci¨®n de don Juan Carlos. Y es absolutamente preciso que las sentencias de los consejos de guerra limpien la figura del Rey del lodo que los golpistas est¨¢n lanzando sobre ella. S¨®lo la r¨¢pida celebraci¨®n de esos juicios, que deber¨ªan realizarse antes del verano, permitir¨¢ situar en sus aut¨¦nticas dimensiones a estos personajes de opereta que han amenazado, y a¨²n amenazan, desde su paranoia brutal e incivil, la convivencia pacifica de este pa¨ªs. Y acabar con la paranoia a?adida de que sea la Prensa, y s¨®lo la Prensa, quien trabaje ante la pasividad de los pol¨ªticos por ofrecer un poco de luz y aportar -aunque no siempre con acierto- un poco de cordura a este brollo infame de nuestra situaci¨®n.
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