Teatro bailado
Algo se perdi¨® para Espa?a cuando Antonio Gades, por una crispaci¨®n pol¨ªtica y un servilismo del entonces ministro del ramo hacia otras preocupaciones ajenas a la cultura, Ricardo de la Cierva, decidi¨® desposeerle del encargo de que crease un ballet del g¨¦nero espa?ol. Parte de lo que se ha perdido se vuelve a hallar en la cooperativa que ¨¦l dirige y que ha participado, con un ¨¦xito de primer orden, en las manifestaciones culturales de San Isidro en el Palacio de los Deportes.Es dif¨ªcil -o me lo es a m¨ª- separar lo que hay aqu¨ª de teatro y lo que hay de danza. Sobre todo, naturalmente, en Bodas de sangre, ap¨®cope del drama de Lorca. La exactitud art¨ªstica con que se narran por lo menos dos momentos esenciales de la obra pertenece a la mejor tradici¨®n del teatro de expresi¨®n: la boda, con el sabor popular del pasadoble, y el duelo a navaja, realizado con la lentitud de una c¨¢mara lenta, que no est¨¢ sostenido solamente por la capacidad corporal de los bailarines, sino por el desarrollo, paso a paso, de cada uno de los movimientos ideados por el core¨®grafo.
Bodas de sangre, de Federico Garc¨ªa Lorca, en versi¨®n de Antonio Gades
Cooperativa del Ballet de Antonio Gades.Fiestas de San Isidro 81. Palacio de los Deportes. Mi¨¦rcoles, 13 de mayo.
La huida y la persecuci¨®n al galope, la canci¨®n de cuna, los breves solos, est¨¢n sobre todo imaginados y pensados con un sentido est¨¦tico de la direcci¨®n de escena muy poco com¨²n. Lo mismo que en la primera parte, compuesta de n¨²meros breves y coronada por el flamenco, hay una continua creaci¨®n de movimientos expresivos, en los que alternan brillantemente la congelaci¨®n repentina -por unos segundos, como el flash fotogr¨¢fico que ilumina una escena parada- y la resoluci¨®n en danza de ese grupo. Para una forma de ver -como la m¨ªa- m¨¢s acostumbrada al teatro hablado que al de ballet, lo primero que destaca es una direcci¨®n de escena muy pensada y muy bien resuelta; pero una direcci¨®n de escena que s¨®lo se apoya en los int¨¦rpretes -no hay decorado-, de forma que sin la coreograf¨ªa y sin la capacidad de actuaci¨®n de los bailarines -una escuela en la que se percibe la formaci¨®n cl¨¢sica, con unas inflexiones de contemporaneidad (como en la misma m¨²sica) y el traspaso continuo de lo popularno ser¨ªa posible.
Esta creaci¨®n de Antonio Gades se encuentra inmediatamente con el p¨²blico. El Palacio de los Deportes, de tan enorme aforo, estaba lleno, y el p¨²blico se fue sumando r¨¢pidamente al espect¨¢culo, que termin¨® con todos los espectadores puestos en pie ovacionando y una ir¨®nica alusi¨®n final de Gades a que hubo un hombre que hizo posible la creaci¨®n de esta cooperativa: Ricardo de la Cierva. Otro inmenso error del casi olvidado protagonista, que priv¨® as¨ª a la cultura oficial de algo muy valioso.
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