Silencio contra el terrorismo

Hay en este pa¨ªs personas que no ven otra cosa que ruina y calamidades en comparaci¨®n con ¨¦pocas pasadas, comport¨¢ndose como quienes nada tienen que aprender de la historia; profetas que siempre estar¨¢n anunciando infaustos sucesos causados por la democracia, basados en concepciones nost¨¢lgicas que parten de una filosof¨ªa de la historia radicalmente pesimista, nostalgia que se ha de considerar motivo de oposici¨®n a la libertad, neg¨¢ndose a admitir la realidad pol¨ªtica de nuestra naci¨®n y de sus ciudadanos, minando como cualquier otro terrorismo la moral de nuestra democracia, de nuestra libertad, creando un estado psicol¨®gico de susceptibilidad hacia la libertad y la democracia, llevando al pa¨ªs a una tr¨¢gica confusi¨®n pol¨ªtica y a la p¨¦rdida del m¨ªnimo com¨²n de convivencia ciudadana, sostenida con los delgados hilos de los acuerdos de pasillos y ?coincidencias? ideol¨®gicas.Se dice: ?Hay que acabar con el terrorismo, sea cual sea su forma y proceda de quien proceda?. Pero s¨®lo se acabar¨¢ cuando exista una conciencia y una unidad de creencia en la libertad. Si no tenemos conciencia de, lo que supone esa libertad, si perdemos esa unidad de creencia, consecuentemente perderemos la libertad, la democracia, y no el terrorismo.

La fuerza estatal ha de ser empleada en el mantenimiento y desarrollo de una justa libertad orientada en la l¨ªnea del derecho, en inter¨¦s de la comunidad y en su propio inter¨¦s, aunque en muchos casos la simple pr¨¢ctica de la libertad por un Estado no es suficiente en s¨ª para hacer libres a los hombres. A veces hace falta algo m¨¢s: creer y querer ser libres./