?Pena de muerte?
A los efectos directos del terrorismo, ya de por s¨ª sumamente graves, es preciso a?adir otro de car¨¢cter permanente: el clima social, altamente enrarecido y fluctuante, que del azote continuo de la violencia se deriva. Desgraciadamente, el terror se ha impuesto como nuestro mayor problema, y sus reiteradas sacudidas recaban la preocupada atenci¨®n de todos, hasta el extremo de que casi protagoniza nuestra vida diaria. Como consecuencia de ello, nos veremos ob ligados a aceptar, mal que nos pese, y en aras a la mayor eficacia posible contra el crimen organizado, algunos recortes de nuestras libertades. (...) Pero eso no puede llevarnos a la err¨®nea conclusi¨®n de que a mayores restricciones o a medidas m¨¢s draconianas corresponde una eficacia tambi¨¦n mayor. De lo que se trata es de buscar un justo equilibrio entre ambos l¨ªmites.Es dentro de este clima donde ha de ubicarse el origen y explicaci¨®n de la actual pol¨¦mic¨¢ en torno a la pena de muerte. (...)
De partida, es preciso se?alar que el origen de la violencia es, en contra de lo que algunos pretenden, bastante anterior a la abolici¨®n de la pena de muerte en nuestro pa¨ªs. Por otro lado, est¨¢ a¨²n por ver si en realidad la m¨¢xima pena se muestra como un elemento disuasorio para los terroristas. M¨¢s bien parece todo lo contrario, puesto que cada fusilado aparecer¨ªa para sus criminales colegas y apologistas como m¨¢rtires m¨¢s re ntables muertos que en prisi¨®n.
No puede tampoco pasarse por alto la elocuencia, siempre elevada y de gran importancia, del Derecho comparado a este respecto. En contra de lo que sucede en el bloque comunista, en Occidente la pena de muerte tiende a desaparecer. (...) ?Por qu¨¦ en Espa?a, donde nos incorporamos con cierto retraso a esta din¨¢mica, ¨ªbamos a regresar ahora a posiciones que otros Estados superaron antes de mediados de siglo? (...)
16 de mayo
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