Los Mitterrand se mudan hoy desde el Barrio Latino al palacio del El¨ªseo
Hoy, jueves, el nuevo presidente franc¨¦s, Francois Mitterrand, se har¨¢ cargo de la magistratura suprema y, consecuentemente tomar¨¢ posesi¨®n de la que va a ser su residencia: el palacio del El¨ªseo. Hasta este momento, Mitterrand y su esposa, Danielle vivieron en una antigua, simp¨¢tica y estrecha callejuela del Barrio Latino, la Rue de Bievre. Durante los doce d¨ªas que transcurrieron desde que, el pasado d¨ªa 10, fue elegido presidente de los franceses, el carisma del personaje impregn¨® esta callecita, que la gran mayor¨ªa de los parisienses desconoc¨ªan y que, desde ahora, queda convertida en un santuario m¨¢s de esta barriada estudiantil, bohemia, ya cargada de leyenda y, en lo sucesivo, lugar de cita para el buen pueblo, en el que, parece ser, incluso Dante escribi¨® La divina comedia.
El Louvre, Pigalle, Montmartre y, naturalmente, la Rue de Bievre. Desde que el otro d¨ªa los franceses metieron en el bolsillo trasero del pantal¨®n, o en un bolso viejo, las francesas, el miedo al espantap¨¢jaros colectivista, y se echaron a Mitterrand de p residente, las agencias tur¨ªsticas advierten a sus clientes empaquetados en los autobuses panor¨¢micos: ?Y, ahora, se?oras y se?ores, una parada y fonda para que vean en d¨®nde vive nuestro nuevo presidente, Mitterrand?. El lenguaje de las se?oritas-gu¨ªa es otro, claro.
Peregrinaci¨®n
El l¨ªo fue inaugurado-a primeras horas de la noche del pasado d¨ªa 10, cuando los institutos de sonde¨® anunciaron: Giscard, de vacaciones, y Mitterrand, al El¨ªseo. Polic¨ªas en moto, polic¨ªas en coche, vallas met¨¢licas, aparatos supersof¨ªsticados de toda especie para establecer comunicaciones instant¨¢neas y m¨²ltiples. El caos y la gloria. La Rue de Bievre, en pocos segundos, se convirti¨® en algo as¨ª como en una peregrinaci¨®n de Lourdes, pero en plan laico y socialista. Primera medida del g¨¦nero santo: la callejuela, que no mide m¨¢s de quinientos metros, que nace en los mism¨ªsimos muelles del Sena, frente por frente de N¨®tre Dame, y que termina en el bulevar de Saint Germain des Pr¨¦s, fue vallada. S¨®lo los inquilinos del lugar sagrado, y a base de mucho papelorio, quedaron autorizados para peatonar, pero sin alborotar.No hizo falta m¨¢s: ?Calle prohibida, calle de pecado; moraleja: all¨¢ que me voy?. Esto debieron decirse o meditar los parisienses,porque, desde esa noche hist¨®rica, el milagro fue fulgurante, definitivo. A todas las horas del d¨ªa y de la noche, los peregrinos de toda clase y condici¨®n han respondido, pre sente. La pabader¨ªa en la que Danielle Mitterrand compraba su baguette (barra de pan) y sus croissants ha multiplicado el negocio, porque ?te aseguro que este pan sabe mejor?. El restaurante Coupe Choux, colindante con la calle, en el que parece ser que Mitterrand se regalaba alguna vez (frugalmente, eso s¨ª), se ha convertido en la ermita de al lado. Otro restaurante, ¨¢rabe, en el que las dos secretarias del presidente se empachaban de cous-cous, piensa ensancharse. Y es posible afirmar que los m¨¢s snobs de la cuchipanda que trajina por el otro polo del barrio de Saint Germain (el ex existencialista caf¨¦ de Flore), durante estos ¨²ltimos d¨ªas, trasladaron sus b¨¢rtulos al caf¨¦ de L'Espoir, ubicado en el ¨¢ngulo del bulevar y de la callejuela mitterranista. Los m¨¢s finos, por eso de que a Mitterrand no le cunden mucho las bebidas alcoh¨®licas, piden una botella de Vichy y, adem¨¢s, tirando a templada, porque el presidente detesta las bebidas heladas.
Una calle con historia y presente
Y, naturalmente, el colmo, hoy, en este Par¨ªs de Mitterrand, consiste en vivir en la Rue de Bievre. A¨²n no se sabe lo que han subido los alquileres, porque a ning¨²n vecino se le puede pasar por las mientes el pecado mortal que supondr¨ªa telefonear a los se?ores de la mudanza. Un respiro, por favor. Adem¨¢s, a pesar de su anterior anonimato, la calle tiene su historia y su presente. Aqu¨ª vivi¨® una familia llamada Chanac, emparentada con los Pompadour. Y un poeta conocido en el siglo XVII, de nombre Crebillon. Y en este mismo instante, Roland Dumas, el abogado de Picasso, amigo de Mitterrand y posible futuro responsable gubernamental, es el inquilino de una casa de la Rue de Bievre, y, suerte sublime, fue ¨¦l quien le vendi¨® a una cu?ada del presidente el lugar santo. Y alg¨²n pol¨ªtico m¨¢s, de segunda fila, y otros dos o tres magistrados, ya pueden, s¨ª la cosa es para tanto, especificar en su tarjeta de visita: vecino de Mitterrand.El futuro, por lo dem¨¢s, tambi¨¦n est¨¢ asegurado: se rumorea con insistencia que sir Fabrice, personaje c¨¦lebre de la capital por sus negocios nocturnos, va a ampliar su cadena de regocijos: sir Fabrice, como se le llama corrientemente, es el fundador del templo in m¨¢s cotizado y m¨¢s ambiguo de la noche parisiense, Le Palace, y de un mont¨®n de boites de homosexuales.
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