Puskas: "El desempate de Zaragoza fue dif¨ªciI; el Atl¨¦tico no se nos daba nada bien"
Puskas fich¨® por el Madrid a tiempo para jugar la cuarta Copa de Europa: ?Cuando llegu¨¦ el equipo ya estaba hecho y daba gusto jugar en ¨¦l?. El camino al t¨ªtulo pas¨® por un escollo muy dif¨ªcil, el Atl¨¦tico, que, necesit¨® de desempate para caer: ?Era un equipo fenomenal y adem¨¢s no se nos daba nada bien. Recuerde que por aquellos a?os nos gan¨® dos finales de Copa. Hubo que luchar a fondo para eliminarles?. Dos goles de Puskas en el desempate de Zaragoza pusieron al Madrid en la final.
?Lo primero que me impresion¨® a mi llegada al Madrid fue el orden y la seriedad de la casa. En seguida comprend¨ª por qu¨¦ ese club hab¨ªa conseguido sus ¨¦xitos. Y tambi¨¦n era de notar la camarader¨ªa. Yo me sent¨ª integrado en dos semanas o menos, y eso que no hablaba nada de espa?ol, s¨®lo italiano. Y con eso y con se?as, como los indios, me hac¨ªa entender?.Puskas, record¨¦moslo, lleg¨® al Madrid con una brillante carrera a sus espaldas. Incluso se puede decir que si no se hubiese producido una etapa madridista su prestigio en el f¨²tbol ser¨ªa tan grande como es. Lleg¨® con 31 a?os, 84 partidos en la selecci¨®n h¨²ngara, para la que hizo 81 goles, y una fama continental enorme, tanto como capit¨¢n de la selecci¨®n h¨²ngara, que hab¨ªa arrasado en Europa durante los primeros a?os de los cincuenta, como del Honved: ?Llegar al Madrid fue como volver a empezar. Los rusos entraron en Budapest en noviembre de 1956. El Honved jug¨® una eliminatoria en la segunda Copa de Europa con el Athl¨¦tic de Bilbao. En Bilbao perdimos por tres-dos, y el de vuelta lo jugamos en Bruselas, porque ya no pod¨ªamos volver. Empatamos a tres y quedamos eliminados. Yo era amateur y ten¨ªa que estar un a?o parado para poder fichar por otro equipo; pero al mismo tiempo, Hungr¨ªa, que ten¨ªa fuerza en la UEFA, consigui¨® que me pusieran un a?o de sanci¨®n por marcharme. Luego me quitaron seis meses, as¨ª que al a?o y medio pude volver a jugar?.
Lleg¨® al Madrid, de la mano de Osterreicher, a principios de la temporada 1958-1959: ?Hab¨ªamos vivido de hacer partidos de exhibici¨®n y finalmente me afinqu¨¦ en Italia. Cuando llegu¨¦ al Madrid me sobraban kilos, pero en cinco semanas me puse en mi peso. Empezamos con una gira por Argentina y Uruguay, con dos victorias y un empate, y en el primer partido de Liga, contra el Oviedo, ganamos 5-1, y yo marqu¨¦ tres goles; as¨ª que empec¨¦ bien?.
Contra el Atl¨¦tico
Aquel a?o, el Madrid elimin¨® sin problemas al Besiktas, turco, y al Wiener, pero en semifinales le toc¨® el hueso, el Atl¨¦tico: ?Ellos ten¨ªan un gran equipo, con jugadores extraordinarios, como Mendoza, Peir¨® y Collar. Nosotros ten¨ªamos dificultades generalmente contra ellos, porque los partidos de rivalidad tienen un car¨¢cter dif¨ªcil, sean de lo que sean. Y fig¨²rese en la semifinal de la Copa de Europa. Entonces, como ahora, todo el mundo quer¨ªa ganar al Madrid?.
Se jug¨® primero en el Bernab¨¦u: ?Abri¨® Chuzo el marcador con un buen tiro desde fuera del ¨¢rea. Empat¨® Rial, de cabeza, y yo marqu¨¦ el segundo, de penalti. En el Metropolitano perdimos por uno a cero. Lo marc¨® Collar. Fueron partidos de gran emoci¨®n?. Era el a?o en el que la delantera del Madrid estaba formada por Kopa, Rial, Di St¨¦fano, Puskas y Gento. Cada partido en casa era una goleada; pero contra el Atl¨¦tico, no: ?No crea que hab¨ªa muchos equipos en el mundo capaces de golear al Atl¨¦tico as¨ª como as¨ª. Nuestra afici¨®n lleg¨® el momento en que vio las cosas muy f¨¢ciles; pero nosotros, no. Pocos saben c¨®mo ha trabajado el Madrid siempre para lograr aquellos triunfos?.
Como trabaj¨® en Zaragoza en el desempate: ?La UEFA hab¨ªa prohibido los desempates como se hac¨ªan antes, sorteando uno de los dos campos. Se escogi¨® Zaragoza, supongo que porque quedaba cerca para las aficiones. Fueron m¨¢s madridistas que atl¨¦ticos, por la sencilla raz¨®n de que hab¨ªa m¨¢s, como creo que sigue habiendo m¨¢s ahora. Recuerdo la responsabilidad anterior al partido. Hab¨ªa cierta seriedad en las caras. Si despu¨¦s de tres copas ca¨ªamos en la cuarta ante el Atl¨¦tico, no s¨¦ c¨®mo hubiera reaccionado la afici¨®n. No; aunque era mi primer a?o, yo no me sent¨ªa especialmente responsable. Generalmente era bastante tranquilo, y lo que nosotros llamamos ?fiebre de f¨²tbol, esos nervios con que sales al campo los d¨ªas dif¨ªciles, se me pasaba en seguida?.
Dos goles de Puskas
El partido pareci¨® encarrilarse pronto, con gol de Puskas: ? Pero el Atl¨¦tico no ca¨ªa, as¨ª como as¨ª y, en una jugada r¨¢pida de Peir¨®, Collar empat¨®, y as¨ª estuvimos hasta muy poco antes del final. Recuerdo que Chuzo me marcaba bastante bien Pero por fin pude cazar un pase en el ¨¢rea y marqu¨¦?. Con la derecha que no era su especialidad, aunque no le gusta que se le diga: ? La gente tiene en la cabeza que yo s¨®lo met¨ªa goles con la izquierda, pero la verdad es que hice muchos con la derecha. A bal¨®n en movimiento no ten¨ªa ning¨²n problema en disparar de derecha si era lo oportuno. Hasta de cabeza marqu¨¦ goles?.
Aquella victoria dio paso a un disgusto para Puskas: ?En la final no me puso Carniglia. Me llev¨® a Stuttgart, pero luego dijo que estaba lesionado y puso a Mateos, que marc¨® el primer gol?. Vuelve a hablar del Atl¨¦tico: ?Los partidos de rivalidad importan especialmente en cualquier sitio. El p¨²blico se interesa m¨¢s, se pone nervioso, y eso se transmite a los jugadores? Eran partidos de dureza tambi¨¦n: ?Patadas ha habido siempre, en los de rivalidad y en los de no rivalidad. Se dice que ahora hay m¨¢s patadas, pero eso es porque la ciencia ha avanzado tanto que para cada lesi¨®n hay cuarenta nombres Antes s¨®lo hab¨ªa un nombre y agua fr¨ªa para curarlo?.
Aquel cuarto t¨ªtulo en el primer a?o de Puskas pareci¨® confirmar que este hombre estaba hecho para los equipos grandes: ?Yo siempre lo di todo al f¨²tbol, porque nac¨ª para futbolista y morir¨¦ como futbolista?. Pertenece a la misma especie de Di St¨¦fano, a esa clase de jugadores que no perd¨ªan la afici¨®n con el paso de los a?os ni con la acumulaci¨®n de t¨ªtulos: ?Ahora hay fen¨®menos que quiz¨¢ se acomodan antes, es cierto, aunque no quiero decir nombres. Claro que hay casos como Pirri o Benito que siguen con la misma afici¨®n que cuando eran cr¨ªos, como me pasaba a m¨ª o como le pasaba a Alfredo. Pero lo general ahora es que la gente se aburra antes, y no me pregunte por qu¨¦. Son otros tiempos y todo es diferente. Ahora se puede caminar por la Luna, y antes lo m¨¢s lejos que ¨ªbamos era a Carabanchel?.
A Par¨ªs
Puskas estar¨¢ en Par¨ªs, con su mujer, animando al Madrid. Se declara madridista, aunque en la eliminatoria de este a?o contra el Honved su coraz¨®n estuvo repartido: ?A m¨ª me da algo de reparo hablar tanto de nuestros tiempos, porque es como hacer de menos a los chicos de ahora, y ellos tambi¨¦n saben hacer las cosas y merecen un respeto. Este equipo tiene muchas cr¨ªticas, pero le ha tomado m¨¢s de doce puntos al Atl¨¦tico en la segunda vuelta, y eso no lo hace cualquiera. Y tampoco llega cualquiera a la final de la Copa de Europa. El Madrid siempre es el Madrid. Aquel esp¨ªritu de lucha que exist¨ªa cuando yo llegu¨¦ sigue en la casa, y adem¨¢s hay jugadores buenos?.
Desde que se march¨® del Madrid se ha convertido en un trotamundos del f¨²tbol. Ahora entrena a El Masry, de Port Said, en el que ya lleva tres temporadas y seguir¨¢ en la pr¨®xima. Pero antes de eso dirigi¨® al Alav¨¦s, Vancouver, Panathinaikos de Atenas, selecci¨®n de Arabia Saud¨ª, Murcia, Colo Colo de Santiago de Chile y AEK de Atenas. Ahora est¨¢ de vacaciones y se reincorporar¨¢ a El Masry a primeros de mes. Antes pasar¨¢ una semana en Hungr¨ªa, adonde no ha vuelto desde que sali¨®. Estas vacaciones las ha aprovechado para jugar un par de veces por semana en la Ciudad Deportiva, con Di St¨¦fano, Marquitos, Vel¨¢zquez... Asegura que no sufrir¨¢ en Par¨ªs: ?Nunca sufro en el f¨²tbol, ni como aficionado ni como entrenador, porque cuando empieza el partido y yo estoy fuera ya s¨¦ que no tengo nada que hacer. Antes sufr¨ªa si las cosas sal¨ªan mal, pero aprend¨ª a digerir las derrotas dentro del campo, y tambi¨¦n las digiero fuera?.
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