Francia contar¨¢ a partir de hoy con un Gobierno socialista
Hoy, viernes, ser¨¢ formado el primer Gobierno del nuevo primer ministro, Pierre Mauroy, cuyo nombramiento constituy¨® ayer el acto pol¨ªtico inicial del presidente socialista, Fran?ois Mitterrand, tras haber recibido los poderes supremos de manos de Val¨¦ry Giscard d'Estaing en el palacio del El¨ªseo, ante representantes de los cuerpos constituidos y de todos los partidos pol¨ªticos galos. Esta misma ma?ana ser¨¢ disuelta la Asamblea Nacional y se fijar¨¢n las fechas de los pr¨®ximos comicios legislativos, probablemente para los d¨ªas 14 y 21 del mes de junio.En su discurso de toma de posesi¨®n, Mitterrand resalt¨®: ?Sin cansarme jam¨¢s, avanzar¨¦ por el camino del pluralismo?. Giscard, al abandonar el El¨ªseo, fue abucheado. A lo largo de la jornada, muchedumbres incalculables escoltaron y vitorearon a Mitterrand.
La cita estaba fijada a las 9.30 horas en el palacio del El¨ªseo, y Mitterrand lleg¨® s¨®lo con dos minutos de retraso. El nuevo presidente es el hombre pol¨ªtico franc¨¦s que normalmente hace esperar dos minutos o dos horas. ?Que me lo digan a m¨ª?, coment¨® ayer el secretario general del Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSOE), Felipe Gonz¨¢lez, a las puertas del El¨ªseo. Pero Mitterrand lleg¨®, tras casi cuarenta a?os de vida p¨²blica, al despacho presidencial, en donde le esperaba su antecesor, Giscard. La entrevista protocolaria fijaba veinticinco minutos de conversaci¨®n, pero consumieron 47, para que, entre otras cosas, Giscard le confiara el c¨®digo at¨®mico a su sucesor.
A partir de este momento, Mitterrand empez¨® a ejercer de presidente, mientras a¨²n sonaban las salvas de ordenanza.
El nuevo primer ministro franc¨¦s, Mauroy, ya entrada la noche de ayer, se reuni¨® con car¨¢cter urgente con las principales autoridades monetarias de Francia con el prop¨®sito de estudiar las medidas t¨¦cnicas oportunas destinadas a la defensa de la paridad de la moneda nacional, el franco, cuya salud financiera volvi¨® a agravarse muy seriamente a lo largo del d¨ªa de ayer.
El nuevo inquilino del El¨ªseo se encontraba rodeado de todo lo que es, representativo en este pa¨ªs en el mundo de la pol¨ªtica, de la Iglesia, de la ciencia, de la cultura, del Ej¨¦rcito, amigos ¨ªntimos, pol¨ªticos o intelectuales, o gentes de a pie, franceses y extranjeros, entre los que figuraban los espa?oles Felipe Gonz¨¢lez y el cantante Pl¨¢cido Domingo, que iba a cantar La Marsellesa por la tarde.
Entre tanto, Giscard abandonaba el domicilio que ocup¨® durante los ¨²ltimos siete a?os. Se salt¨® el protocolo y, en vez de montar en el coche en el gran patio delantero del El¨ªseo, camin¨® hasta la calle, abarrotada de p¨²blico. En cuanto atraves¨® las puertas, surgieron los primeros gritos: A muerte; Giscard, devu¨¦lvenos los diamantes; Fuera. En un momento, a punto estuvo de ser zarandeado, pero sus guardaespaldas consiguieron empujarle materialmente hacia el interior del coche que le esperaba, y retorn¨® a su domicilio parisiense, en donde le esperaba un grupo de simpatizantes que le aplaudi¨®. Por la tarde, solo, viaj¨® a su castillo de Authon sin hacer declaraci¨®n alguna.
La Fiesta continu¨® en el El¨ªseo y ya no se interrumpi¨® a lo largo del d¨ªa. Mitterrand pronunci¨® su primer discurso para subrayar que ?la mayor¨ªa pol¨ªtica de los franceses acaba de identificarse con la mayor¨ªa social?. Pensando en la significaci¨®n internacional de su elecci¨®n, Mitterrand evoc¨® ?la nueva alianza del socialismo y de la libertad?.
En los salones del palacio del El¨ªseo aparecieron los primeros s¨ªntomas del cambio. Por razones democr¨¢ticas y de protocolo, alrededor de Mitterrand y de sus amigos se encontraba el mundo que se iba: los Chaban Delmas, Chirac, giscardianos de segunda fila. Todas las formas fueron correctamente conservadas, pero sus expresiones y caras de circunstancias, despu¨¦s de veintitr¨¦s a?os de goce del poder, hablaban m¨¢s significativamente. El mundo socialista, por el contrario, se manifestaba como un chiquillo con zapatos nuevos. La mayor¨ªa de los representantes de lo que fue la oposici¨®n, por primera vez en la vida, se encontraban en su casa.
El m¨¢s impresionante dispositivo policial de los ¨²ltimos lustros (superior al desplegado en el momento de la visita, el a?o pasado, del papa Juan Pablo II) fue incapaz de contener al p¨²blico, que abarrot¨® las aceras, las plazas, las ventanas, los ¨¢rboles. En un momento dado, al final del d¨ªa, Michel Rocard tuvo que refugiarse en un autob¨²s de la gendarmer¨ªa para liberarse de sus fans, que, instant¨¢neamente, corearon Libertad para Rocard. La iron¨ªa de la historia ha querido que ayer Mitterrand se convirtiera en el ¨ªdolo de quienes lo corrieron a pedradas en mayo de 1968. Porque ayer Par¨ªs, como el pasado d¨ªa 10 en la plaza de la Bastilla y en las calles del Barrio Latino, revivi¨® aquella atm¨®sfera de alegr¨ªa, de libertad, de esperanza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.