Pierre Mauroy, un socialdem¨®crata al frente del Gobierno
Pierre Mauroy, de 52 a?os, hombre afectuoso, de verbo f¨¢cil, dialogante, es un ?peso pesado? del socialismo franc¨¦s. F¨ªsicamente, por su corpulencia de chicarr¨®n del Norte, pero no del norte de Espa?a, sino del franc¨¦s, de Cartignies, un pueblecito de trabajadores, en donde vino al mundo de la mano de unos padres que tuvieron siete hijos. Y un ?peso pesado? pol¨ªticamente hablando, por ser el fundador de un movimiento de educaci¨®n popular, tras haber sido ya l¨ªder de las juventudes socialistas de la Secci¨®n Francesa de la Internacional Obrera (SFIO).De origen modesto, sin formaci¨®n universitaria, ni de las grandes escuelas francesas, Mauroy lo ha aprendido todo en el libro de la vida y por ello es un forofo del ?socialismo de lo cotidiano?. Es un anti-Raymond Barre perfecto lo que no quiere decir que no est¨¦ enterado. En 1973 conquist¨® la Diputaci¨®n de Lille, y la alcald¨ªa y por a?adidura ha sido y es el ?patr¨®n? de la Federaci¨®n Socialista de esa regi¨®n del Norte, una de las dos m¨¢s poderosas del socialismo galo. Todo ello le ha acreditado como un gestor consumado.
Mauroy no es un ide¨®logo, pero s¨ª un buen int¨¦rprete del socialismo: ?En cien d¨ªas, los socialistas no cambiar¨ªan los comportamientos sociales, las actitudes mentales, la ideolog¨ªa y la cultura producidas por cien a?os de capitalismo?. Es lo que podr¨ªan decir sus colegas Michel Rocard o Jacques Delors, a los que nombrar¨¢ probablemente ministros hoy, viernes: los tres se revelan como la ?trinidad? del socialismo posible, de tendencia socialdem¨®crata del primer Gobierno del presidente Fran?ois Mitterrand. Como estos ¨²ltimos, Mauroy, en materia econ¨®mica, cree en las, nacionalizaciones, pero bien pensadas. Cree en las reformas de estructuras, pero paso a paso. Es uno de los ap¨®stoles del PS, de la descentralizaci¨®n y, probablemente, uno de los pocos que ?sienten? el problema corso o el vasco. No cree en el neutralismo y, consecuentemente, es atlantista. Este hombre maduro, popular, de origen modesto, socialista tradicional, gestor avezado, pol¨ªtico ciento por ciento, Mitterrand le ha escogido como primer ministro para ofrecerles a los franceses una imagen tranquilizadora, a imagen y semejanza de esa fuerza tranquila que fue el lema de la campa?a electoral que lo ha aupado hasta el palacio del El¨ªseo.
Con Mauroy tambi¨¦n, el presidente casca el hielo tecnocr¨¢tico del giscardismo, al colocar al frente del Gobierno a un hombre que viene de abajo, capaz de saber dialogar con todos los franceses.
La confianza que hoy le concede Mitterrand a Mauroy no es gratuita. El nuevo primer ministro fue, a lo largo de los ¨²ltimos quince a?os, uno de los colaboradores m¨¢s ¨ªntimos del presidente. En la d¨¦cada de los a?os setenta figuraba como el ?segundo? del Partido Socialista. Pero en el congreso de Metz de 1979, Mauroy, como Rocard, escaldado definitivamente por la ruptura de la Uni¨®n de la Izquierda con los comunistas, pas¨® a la minor¨ªa del partido y perdi¨® los favores de Mitterrand. Pero con el tiempo han podido el realismo del presidente y la capacidad de compromiso de Mauroy. Y durante la ¨²ltima campa?a ya le nombr¨® su portavoz, cargo que le catapult¨® hacia el hotel Matignon, sede del primer ministro franc¨¦s, en donde ayer, Raymond Barre le cedi¨® el mando, que, a lo largo de las pr¨®ximas cuatro semanas, lo emplear¨¢ esencialmente para satisfacer las medidas sociales prometidas por Mitterrand a las clases m¨¢s desfavorecidas y para preparar los comicios legislativos.
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