Inconvenientes de llamarse Delgado
Cada cual vive su vida, y despu¨¦s los dem¨¢s, no s¨¦ si con buena o mala intenci¨®n, la cuentan de otra manera. De un tiempo a esta parte, se han empe?ado algunos cr¨ªticos e historiadores, con m¨¢s af¨¢n delator que exactitud acad¨¦mica, a emparejarme e incluso a emparentarme con el se?or Teodoro Delgado, al que respeto, del que siempre he diferido pol¨ªticamente y con el que nunca he tenido ocasi¨®n de encontrarme de t¨² a t¨². Repito aqu¨ª, con brevedad, la cr¨®nica de este error:Valeriano Bozal public¨® en su Historia del arte en Espa?a, ediciones Itsmo, 1972, vol. 11, p¨¢gina 149, en el cap¨ªtulo titulado El arte en la guerra civil, el comentario siguiente: ?Ilustraban los n¨²meros de V¨¦rtice Teodoro y Alvaro Delgado.
M¨¢s tarde, este comentario lo repite y ampl¨ªa Alejandro Cirici Pellicer en su libro La est¨¦tica del franquismo, colecci¨®n Punto y L¨ªnea, 1977, ediciones Gustavo Gili, en el cap¨ªtulo que lleva por t¨ªtulo Per¨ªodo de guerra-El cartelismo fascista, p¨¢gina 89, donde dice: ?A su lado trabajaban Jos¨¦ Caballero, Teodoro y Alvaro Delgado, en las ilustraciones ¨¦picas y simb¨®licas de la revista V¨¦rtice.
Supuse que no ten¨ªa la cosa mayor importancia y olvid¨¦ el asunto hasta que ahora llega a mis manos el cat¨¢logo que sobre la guerra civil espa?ola celebr¨® la Direcci¨®n General del Patrimonio en Madrid, noviembre de 1980, donde un tal Manuel Garc¨ªa y Garc¨ªa repite, enriqueciendo el comentario con datos de precisi¨®n familiar: junto a ¨¦l habr¨ªa que situar a los hermanos Teodoro y Alvaro Delgado, colaboradores gr¨¢ficos de la revista falangista V¨¦rtice.
Y para remate, Edicionts Urbi¨®n, SA, en Carteles de la guerra civil espa?ola, insiste: S¨¢ez de Tejada (junto con Teodoro y Alvaro Delgado, Jos¨¦ Caballero, etc¨¦tera) ilustr¨® tambi¨¦n V¨¦rtice...
Ahora bien, se da la circunstancia hist¨®rica -menudencia en la que no parecen reparar estos virtuosos exhumadores de nuestro pasado nacional- de que yo he nacido en 1922, con lo que era casi un ni?o al comenzar la contienda espa?ola y demasiado joven, por tanto, para ser parte en una revista de la importancia de V¨¦rtice. Adem¨¢s, otro detalle m¨ªnimo: mi presencia y formaci¨®n entre los a?os 1937-1939 en la Escuela Superior de Pintura, domiciliada en el Palacio de Bibliotecas de Madrid y dirigida entonces por V¨¢zquez D¨ªaz, imposibilita de todo punto mi radicaci¨®n en la llamada zona nacional.
El se?or Bozar fue advertido de lo err¨®neo de su apreciaci¨®n, sin que, hasta donde alcanza mi conocimiento, condescendiese en corregir su versi¨®n de los hechos.
Con el se?or Cirici Pellicer mantuve correspondencia, obteniendo en carta fechada el 6 de diciembre de 1977 la promesa de una justa retractaci¨®n. Ignoro si ¨¦sta ha tenido efecto./
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