M¨¢s de un centenar de espa?olas han abortado en Roma
M¨¢s de un centenar de mujeres espa?olas, algunas de ellas menores de edad, han abortado en el hospital Umberto I, de Roma, que visitamos al d¨ªa siguiente del triunfo de la ley del aborto en Italia. Las intervenciones se efect¨²an tres d¨ªas a la semana (unas diez o doce en cada jornada). A las diez de la ma?ana, un grupo de cinco chicas italianas aguardan su turno en la sala de espera. Son bastante j¨®venes, con aire de universitarias, unas, y de empleadas, otras, y en sus rostros no se observa, aparentemente, tensi¨®n o preocupaci¨®n por el paso que van a dar.
Una enfermera las va llamando de una en una y pasan a una sala grande, donde un par de asistentes comprueban si traen los an¨¢lisis, los certificados necesarios y mantienen con ellas la ¨²ltima conversaci¨®n preparatoria antes de practicarles la operaci¨®n del aborto.Cuando el psic¨®logo Mario Scardino recibe a los enviados de EL PAIS, el primer comentario que se impone es nuestra extra?eza por el aspecto tranquilo de las muchachas. Nos explica que el centro no es una f¨¢brica de interrupci¨®n de embarazos (utilizan esta expresi¨®n y la palabra aborto es empleada s¨®lo muy raramente), y que se efect¨²a la intervenci¨®n despu¨¦s de una adecuada preparaci¨®n mental, cuando la mujer ha asumido conscientemente su decisi¨®n personal.
El aborto es considerado, en este centro, como un ¨²ltimo recurso. ?S¨®lo a un masoquista puede gustarle o practicarlos?, afirma Mario Scardino. Por eso el trabajo se centra tambi¨¦n en c¨®mo prevenirlos, mediante una labor de educaci¨®n sexual y explicaci¨®n de las t¨¦cnicas de control de natalidad, para evitar que se llegue a la necesidad de volver a abortar.
Pero cuando la interrupci¨®n de la maternidad se plantea ya como un hecho y una decisi¨®n irreversibles, los miembros del centro tratan de evitar que la intervenci¨®n deje consecuencias dram¨¢ticas en la paciente. Mario Scardino nos explica su labor como psic¨®logo en este centro: ?Se trata de ayudar a la mujer a que su decisi¨®n sea personal, sin interferencias ajenas que la marquen con una huella traum¨¢tica?.
La desinformaci¨®n como poder
En esta preparaci¨®n se incluyen conversaciones personales y terapia de grupo gest¨¢ltica, en la que se trabaja sobre la situaci¨®n individual de cada mujer y se plantea, no por qu¨¦ han llegado a decidir la interrupci¨®n de su maternidad, sino lo que est¨¢n haciendo, c¨®mo lo van a realizar y por qu¨¦.
Se les ense?an tambi¨¦n t¨¦cnicas de relajaci¨®n, lo que permite, en bastantes casos, efectuar la intervenci¨®n cl¨ªnica sin necesidad de utilizar anestesia, ni siquiera localmente. Incluso piden a las mujeres que el d¨ªa de la intervenci¨®n se traigan una casete con la m¨²sica que m¨¢s les guste, para crear un ambiente m¨¢s relajado durante la operaci¨®n.
El m¨¦dico, por su parte, les explica en qu¨¦ consiste la operaci¨®n abortiva, qu¨¦ es el feto (en opini¨®n de ellos, algo distinto a un ser con vida). En definitiva, buscan una mayor comunicaci¨®n con la mujer que acude a ellos. ?Queremos que tengan el m¨¢ximo conocimiento de lo que vamos a hacer. No queremos actuar como esos m¨¦dicos que ocultan todo, por qu¨¦ te dan unos medicamentos u otros. Con ello buscan crear, mediante la desinformaci¨®n, un entorno de misterio o tab¨² a su alrededor, para mantener su poder y prepotencia?. Esto lo afirma el psic¨®logo Scardino.
Por eso, durante la intervenci¨®n, el m¨¦dico operador les explica lo que est¨¢ haciendo en cada momento. En el quir¨®fano, el doctor Vincenzo Coscia est¨¢ practicando simult¨¢neamente dos abortos. Conversa con una mujer a quien no ha sido necesario practicar la anestesia. Sobre la otra mesa ginecol¨®gica una mujer, ya intervenida, rompe a llorar. El doctor acude r¨¢pidamente a su lado y pide a la enfermera que suba un poco la m¨²sica que suena en un magnet¨®fono. Mientras, cari?osamente, le acaricia la cara, y le habla suavemente, para consolarla.
Cada operaci¨®n cl¨ªnica, en su conjunto, apenas ha durado diez minutos, y las dos mujeres son trasladadas en camilla a una habitaci¨®n con cuatro camas. En unas horas se habr¨¢n recuperado y podr¨¢n trasladarse a su casa. Pero el proceso no acaba ah¨ª, ya que un mes despu¨¦s deber¨¢n presentarse a una revisi¨®n, y se les recomienda que sigan pasando por el consultorio para seguir el tratamiento psicol¨®gico y se les insiste en el tema de la educaci¨®n contraceptiva para su vida sexual futura.
Presiones e indiferencia
El centro, dedicado a los abortos se encuentra en la primera planta del pabell¨®n de ginecolog¨ªa del hospital Umberto I, estatal, que es el m¨¢s grande de la capital italiana. ?Cuando en 1978 se aprob¨® la ley del aborto, nosotros la pusimos en pr¨¢ctica inmediatamente?, nos explica el psic¨®logo Mario Scardino, ?pero tuvimos que empezar en la misma sala de partos, lo cual es una contradicci¨®n flagrante, ya que en el mismo sitio concluyen los embarazos de manera tan opuesta. Adem¨¢s me parece que esto es un insulto para la mujer?.
La ley 194 sobre el aborto permite a los m¨¦dicos y dem¨¢s personal sanitario la objeci¨®n de conciencia, mediante la cual pueden negarse a practicar este tipo de intervenciones. En el Umberto I se acogieron a ella m¨¢s del 90% de los doctores, enfermeras y anestesistas. ?En ese momento no pudimos seguir actuando, pero como esta planta estaba sin utilizar, pr¨¢cticamente la ocupamos y organizamos el centro de acuerdo con la ley?, dice Scardino.
El psic¨®logo a?ade que no basta que haya una ley, sino que es necesario adem¨¢s una voluntad pol¨ªtica para aplicarla y cumplirla. Y que aqu¨ª reside el principal obst¨¢culo que encuentran los m¨¦dicos que est¨¢n de acuerdo con la norma vigente: ?Nos rodea?, dice, un ambiente de oposici¨®n e indeferencia, aunque esto tiene como contrapartida una cierta autonom¨ªa?.
Reconoce que no faltan presiones. ?De todo el personal que trabaja aqu¨ª, s¨®lo dos m¨¦dicos est¨¢n en plantilla (el responsable del centro, Francesco Marcelli, quien no ha facilitado nuestra labor period¨ªstica, y un m¨¦dico operador?. El resto trabaja con contratos eventuales. ?Consideran que, mediante esta inseguridad en el empleo, pueden tener sobre nosotros una forma mayor de presi¨®n pol¨ªtica?, dice Scardino.
En los tres a?os de vigencia de la ley han practicado en el Umberto 18.400 abortos. Adem¨¢s hay que contabilizar 2.600 mujeres que acudieron al centro y que, tras las sesiones previas, cambiaron de opini¨®n y decidieron no interrumpir su embarazo.
Sobre la extracci¨®n social de las mujeres del centro, el doctor Vincenzo Cosc¨ªa nos dijo que, por supuesto no eran mujeres ricas. ?Las que vienen aqu¨ª no traen joyas lujosas ni anillos deslumbrantes?, dice riendo. ?Las se?oras de la alta burgues¨ªa, l¨®gicamente, prefieren las cl¨ªnicas privadas, de pago?, a?ade.
Espa?olas en Roma
Por el Umberto I han pasado, para abortar, m¨¢s de un centenar de espa?olas, seg¨²n nos cuenta el doctor Cosc¨ªa. ?Por lo menos dos o tres eran menores de edad y se presentaron con sus padres?. Afirma que en general se trata de gente de clases sociales modestas y que algunas de ellas han llegado en tren por no tener dinero para costearse el viaje en avi¨®n.
Cuando le preguntamos c¨®mo es que ha llegado a conocimiento de esas personas el hecho de que en el centro podr¨ªan abortar, nos dice que ¨¦l suele veranear en nuestro pa¨ªs, donde tiene amigos, y que la informaci¨®n va rodando de persona en persona. El dice que no puede hacer distinci¨®n entre mujeres italianas o extranjeras, sean estas espa?olas, de Cabo Verde o inglesas (incluso han llegado del Reino Unido, donde el aborto es totalmente legal).
La llegada de estas espa?olas les plantea alg¨²n problema de tipo burocr¨¢tico, ya que tienen que permanecer en Roma un n¨²mero de d¨ªas limitado y, sobre todo, haber una serie de formulismos que realizar. ?Procuramos acelerarles todos los tr¨¢mites y concentrar las sesiones preparatorias, que consideramos muy importantes en este caso, porque proceden de un medio muy distinto. Mientras la mujer italiana tiene que resolver sus problemas y lo hace tranquilamente, dentro de un entorno social propio, con una estructura que conoce, la espa?ola se encuentra ante lo desconocido y tiene, adem¨¢s, el problema de la comunicaci¨®n?.
El proceso que sigue una espa?ola cuando llega a Roma se inicia con un contacto previo para colocarla en la lista de personas de un d¨ªa determinado. En la primera entrevista se estudia su problema y se fija la fecha de la intervenci¨®n, teniendo en cuenta el d¨ªa en que tiene que regresar. Para facilitar el proceso, le hacen los an¨¢lisis necesarios en el propio hospital, cosa que no ocurre con las italianas.
El doctor Cosc¨ªa empez¨® a trabajar sobre el problema del aborto antes de que se aprobase la ley, en colaboraci¨®n con los grupos feministas. En esta ¨¦poca anterior lleg¨® a ser encarcelado por llevar a cabo interrupciones del embarazo antes de que fuesen legales.Cuando le planteamos el tema de la objeci¨®n de conciencia y la existencia de m¨¦dicos que la utilizan en centros estatales, para luego hacer operaciones de interrupci¨®n del embarazo en las cl¨ªnicas privadas, nos contesta: ?Hay muchos m¨¦dicos que no act¨²an as¨ª. En cualquier caso, es una cuesti¨®n que a m¨ª no me incumbe. El director del hospital es objetor, pero mantiene que existe una ley y que, aunque est¨¦ en contra de ella, hay que ponerla en pr¨¢ctica".
?Es tambi¨¦n un hecho?, a?ade, ?que se interrumpen embarazos en cl¨ªnicas privadas y que hay abortos clandestinos. Yo, personalmente, no veo inconveniente en ello, porque yo lo he hecho tambi¨¦n clandestinamente cuando no exist¨ªa la ley?.
Cree que el problema es muy distinto: ?La intervenci¨®n quir¨²rgica en s¨ª es muy banal desde el punto de vista cl¨ªnico, pero hay que trabajar tambi¨¦n aqu¨ª?, dice se?al¨¢ndose la cabeza, indicando que tambi¨¦n hay que atender los problemas psicol¨®gicos y con templar todos los aspectos del tema, para garantizar la integridad de la mujer en su totalidad. ?El m¨¦todo Karman de aborto?, a?ade, ?es muy f¨¢cil, muchos m¨¦dicos saben hacerlo, pero cu¨¢ntos de ellos son capaces de garantizar que, despu¨¦s de intervenir quir¨²rgicamente, las mujeres que acudan a ellos podr¨¢n seguir teniendo hijos cuando lo deseen? Hay que ver el problema en su conjunto?.
Comentamos con ¨¦l el resultado definitivo del refer¨¦ndum, conocido esa misma ma?ana. ?Es el experimento pol¨ªtico m¨¢s importante de los ¨²ltimos a?os?. Para el doctor Cosc¨ªa ha sido una se?al de gran madurez del pueblo italiano y un triunfo de las mujeres, aunque tanto ¨¦l como el psic¨®logo Scardino mantienen que hay que mejorar la actual ley: ?Sobre todo hay que suprimir el plazo de siete d¨ªas entre la consulta y la intervenci¨®n cl¨ªnica, y hay que dar una capacidad mayor de decisi¨®n a la mujer?.
Consideraron que los resultados eran a¨²n m¨¢s relevantes, porque tambi¨¦n el Sur hab¨ªa votado a favor del aborto. ?En estas regiones meridionales, la interrupci¨®n legal del embarazo estaba pr¨¢cticamente bloqueada por el peso que tienen la Iglesia y la Democracia Cristiana?. Es precisamente en estas regiones donde m¨¢s abunda el aborto clandestino.
En algunas cl¨ªnicas estatales, los centros de aborto interrumpieron las intervenciones a ra¨ªz del atentado contra el papa Juan Pablo II. ?Aqu¨ª no, y si me los hubiesen pedido me hubiese largado, porque una cosa no tiene nada que ver con la otra?.
Precisamente en la cl¨ªnica donde est¨¢ internado el Pont¨ªfice, la Gemelli -que pertenece a la Universidad Cat¨®lica- Y donde es p¨²blicamente sabido que no se practican abortos, el 52% del personal vot¨® contra la propuesta derogatoria planteada por el Movimiento por la Vida, de car¨¢cter cat¨®lico conservador.
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