Canibalismo cultural
EL DELEZNABLE atentado contra el escritor Federico Jim¨¦nez Losantos, secuestrado y herido de un disparo en una pierna, vuelve a poner de relieve la necesidad de erradicar la violencia de la vida pol¨ªtica y cultural espa?ola. Jim¨¦nez Losantos hab¨ªa sido uno de los promotores y primeros firmantes del llamado manifiesto de los dos mil trescientos, que criticaba supuestas discriminaciones en Catalu?a contra la lengua castellana. Ya hicimos p¨²blico nuestro desacuerdo con dicho manifiesto, lanzado de manera demag¨®gica y oportunista por la Prensa amarilla, al aire, sin duda, de problemas y preocupaciones reales, sabia y mezquinamente utilizados. Siendo esta nuestra opini¨®n sobre el manifiesto, vamos a callar frente a los tontos que ahora quieren acusar a EL PAIS, a la Prensa barcelonesa o al presidente del Parlamento catal¨¢n de haber agitado una campa?a de desprestigio sobre los firmantes, que ha terminado en el canallesco tiro contra Jim¨¦nez Losantos. La acusaci¨®n es tan infame y tan est¨²pida que parece perge?ada por verdaderos aprendices del terrorismo verbal.Las amenazas contra los firmantes del documento y la huida apresurada de algunos de ellos de Catalu?a a otros parajes ponen de relieve al mismo tiempo la brutalidad de esos bandidos que atentan contra la libertad y la integridad f¨ªsica de las personas y la reacci¨®n de algunos de los amenazados. Es posible, aunque improbable, que los terroristas de Terra Lliure sean algo m¨¢s que un grupo de pistoleros fan¨¢ticos y mercenarios dedicados, como tantos otros, a la explotaci¨®n violenta de las confrontaciones y discusiones ideol¨®gicas de la sociedad. Pero es inadmisible que la respuesta a un disparo tan demag¨®gico y cobarde como el que ha herido a Losantos sea una fuga. La realidad de fondo de la pol¨¦mica -el estado del catal¨¢n y del castellano en Catalu?a- no ha de variar mediante argumentos tan razonables como el tiro en las piernas. Pero, por lo mismo, los agredidos no deben caer en la tentaci¨®n, bien urdida, de caer en las ma?as del agresor.
Es preocupante que unos intelectuales firmantes de un manifiesto supongan que la raz¨®n de su discurso depende de la capacidad de agresividad de un pu?ado de bandiditos. La agresi¨®n terrorista necesita de la intelectualidad espa?ola una contestaci¨®n coherente y nada hist¨¦rica. De otra manera, ?qu¨¦ fuerza habremos de tener cuando protestemos por los histerismos golpistas, desatados tras el largo rosario de v¨ªctimas mortales ocasionadas por el terrorismo en este pa¨ªs? El futuro de la lengua catalana no est¨¢ en el punto de mira de las pistolas, ni la dignidad y libertad de los castellanohablantes en Catalu?a puede torcerse ante la amenaza de la violencia. El repugnante atentado contra Jim¨¦nez Losantos deber¨ªa servir para estrechar filas, entre los discrepantes, sobre lo fundamental: la identidad en las v¨ªas del di¨¢logo pac¨ªfico y de la democracia como sistema de resolver las diferencias. Todo lo dem¨¢s es canibalismo, y pone a quienes lo practican a la altura de los propios delincuentes. Conocedores como somos de la dignidad intelectual del profesor agredido, estamos seguros de que ¨¦l rechaza, como nosotros, el orquestado y pueril concierto de oportunismos edificado en tomo a su propia herida.
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