Mediocre homenaje a Bu?uel y decepcionante pel¨ªcula de Bertolucci en el Festival de Cannes
Wajda present¨® un filme sobre la reciente historia polaca
Una sorprendente pel¨ªcula de Andrej Wajda, una decepcionante obra de Bertolucci y un mediocre homenaje al espa?ol Luis Bu?uel son las notas destacables de las ¨²ltimas jornadas del Festival de Cannes, que termina el pr¨®ximo mi¨¦rcoles. Los d¨ªas finales han registrado una animaci¨®n que estuvo ausente al inicio del certamen. En cualquier caso, parece que la suerte est¨¢ echada y que el amplio jurado, al que pertenece un espa?ol, el escritor Antonio Gala, tiene guardada ya su quiniela final.
La asistencia de Andrej Wajda a la conferencia de Prensa que sigui¨® a la proyecci¨®n de su pel¨ªcula El hombre de hierro tranquiliz¨® a quienes desde el principio del festival aseguraban que el famoso director polaco no podr¨ªa salir de su pa¨ªs, dado el veto de la censura por el tratamiento que daba en esta pel¨ªcula a los ¨²ltimos a?os de la historia pol¨ªtica y laboral de Polonia. Wajda, sin embargo, acudi¨® a Cannes, aunque s¨®lo permaneci¨® en la ciudad veinticuatro horas, concediendo una sola conferencia de Prensa como toda entrevista.Wajda, evidentemente, podr¨ªa ser sospechoso de tener alguna dificultad en su pa¨ªs, ya que El hombre de hierro, continuaci¨®n, en cierto modo, de su famosa El hombre de m¨¢rmol (retenida por la censura polaca durante bastante tiempo y presentada casi clandestinamente en el Festival de Cannes de hace dos a?os), ofrece una visi¨®n dura de la reciente historia de su pa¨ªs.
La victoria de Solidaridad hace concebir al director unas apasionadas esperanzas que quiz¨¢ transformen los ¨²ltimos minutos d e su pel¨ªcula en un testimonio publicitario antes que en un documento objetivo; pero las luchas de los obreros polacos por conseguir su libertad son descritas con tal fuerza, con tales im¨¢genes (muchas de ellas recuperadas ahora de los archivos de la censura, de la misma forma que tambi¨¦n se incluyen las secuencias cortadas en su d¨ªa de El hombre de m¨¢rmol), que su pel¨ªcula es, por encima de cualquier opini¨®n pol¨ªtica, un filme indiscutible.
El hombre de hierro es de nuevo una magistral lecci¨®n cinematogr¨¢fica de Wajda, aunque la rapidez con que la pel¨ªcula ha sido concebida no haga admirable su estructura narrativa, quiz¨¢ demasiado simple: un corrupto locutor de televisi¨®n es encargado de introducirse en el interior de las organizaciones huelgu¨ªsticas para ofrecer una informaci¨®n distorsionada de su realidad. Sin embargo, su contacto con esas organizaciones le hace ir cambiando lentamente de opini¨®n hasta que acaba ali¨¢ndose con las fuerzas de Solidaridad. Es en la encuesta que realiza el periodista donde Wajda ofrece lo mejor de su trabajo, siguiendo la trayectoria del hijo del h¨¦roe de El hombre de m¨¢rmol, casado ahora con la directora de cine que en aquella pel¨ªcula realizaba la encuesta de turno. Corno an¨¦cdota significativa puede citarse la aparici¨®n de Lech Walesa como actor, precisamente como testigo de la boda de los protagonistas, y m¨¢s tarde, l¨®gicamente, como firmante de los acuerdos que dieron cuerpo a la actual Solidaridad. De esta manera, Wajda unifica la ficci¨®n con el documento vivo.
Im¨¢genes que no fascinan
El talento de Wajda fue reconocido pocas horas despu¨¦s de la proyecci¨®n de su pel¨ªcula por Bernardo Bertolucci, que presentaba en el festival, tambi¨¦n a competici¨®n, su ¨²ltima obra, La tragedia de un hombre rid¨ªculo, con Ugo Tognazzi y Anouk Aimee como protagonistas. La decepci¨®n causada por esta obra del autor de La Luna es pr¨¢cticamente compartida por todos los asistentes al festival.En esta ocasi¨®n, Bertolucci no fascina con sus im¨¢genes, no inquieta con sus reflexiones, no seduce con su lenguaje. Intentando, como Wajda, reflejar la realidad inmediata de su pa¨ªs, es decir, sin remitirse, como en todas sus pel¨ªculas anteriores, a una consideraci¨®n del pasado -fuera ¨¦ste dram¨¢ticamente hist¨®rico o simple biograf¨ªa de sus personajes-, la pel¨ªcula se pierde en una confusi¨®n de elementos que no quedan justificados por las declaraciones del autor cuando dice que precisamente es la confusi¨®n la t¨®nica de la actual realidad italiana.
Sin la colaboraci¨®n de su operador habitual, Vittorio Storaro, Bertolucci no encuentra traductor v¨¢lido en la fotograf¨ªa del suplente; Carlos di Palma y sus im¨¢genes, por tanto, son demasiado planas, sin la vida a la que ya estamos acostumbrados en la ya genial filmograf¨ªa del joven autor. ?Es necesario plantearse cada pel¨ªcula como si fuera la primera que se hace. El ¨¦xito es un chantaje y, s¨®lo puede uno liberarse de ¨¦l arriesg¨¢ndose, renov¨¢ndose. No quiero que los que aman mi cine busquen en ¨¦l siempre la misma pel¨ªcula. Espero que los que lo aman de verdad me sigan tambi¨¦n en esta nueva trayectoria?, declaraba Bertolucci en la conferencia de Prensa, tan multitudinaria como decepcionante.
Porque aunque esas declaraciones no carezcan de sensatez, lo cierto es que, al menos en una primera visi¨®n, la tragedia de un hombre cotidiano no convence, aunque el autor repite algunas de sus constantes: la teor¨ªa de destruir al patr¨®n como s¨ªmbolo de una estructura social y el conflicto generacional (que no de clase) entre padres e hijos. Narrando la situaci¨®n en la que se encuentra un nuevo rico ante el secuestro sufrido por su hijo ¨²nico, secuestro en el que intervienen algunos empleados de su propia factor¨ªa, un cura obrero y una obrera estudiante, fundamentalmente, Bertolucci sit¨²a esos dos conflictos obligando a su personaje principal a enfrentarse con todos los dem¨¢s hasta que ¨¦stos consiguen cooperativizar la f¨¢brica y ¨¦l replantearse su vida. Pero no es en las intenciones de Bertolucci donde puede considerarse fallida su obra, sino en el tratamiento que ¨¦sta tiene.
El agotamiento fue testigo del pobre homenaje que el festival ha realizado en honor de Luis Bu?uel. Quiz¨¢ la ausencia del autor haya rebajado los ¨¢nimos de los realizadores, pero lo cierto es que la simple proyecci¨®n de algunas pel¨ªculas -La edad de oro, El, La joven - y un documental de Jean Claude Carriere, asiduo guionista de la etapa francesa del realizador espa?ol, no han sido suficientes. Sobre todo porque en ese documental Carriere demuestra su ignorancia de muchas etapas fundamentales en la obra del genial aragon¨¦s, creyendo que s¨®lo sus filmes franceses pueden considerarse obras maestras.
Chovinismo eterno y aburrido de este festival y de cr¨ªticos que no creen en la existencia de un cine que ellos no hayan descubierto. Por eso, por ejemplo, Bu?uel s¨®lo es grande para ellos a partir de Los olvidados, premiada en Cannes en 1951.
Por eso, tantas preguntas en la entrevista de Carriere sobre el cine franc¨¦s y, de pasada, acerca de algunas otras cinematograf¨ªas sobre las que Bu?uel, por cierto, tampoco demuestra mucho conocimiento: al referirse a la espa?ola, por ejemplo, s¨®lo destaca la existencia de otros dos cineastas, tambi¨¦n aragoneses como ¨¦l: Saura y Borau, que, con independencia de su val¨ªa -ya demostrada- no pueden constituirse como ¨²nicos elementos a salvar. Sobre todo, en un festival donde existe una pel¨ªcula del gran Berlanga, que, independientemente de lo que se piense sobre ella, sigue siendo el gran Berlanga.
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