Investigaci¨®n cient¨ªfica, un largo proceso de consecuencias poco espectaculares
En todo proceso infeccioso de origen desconocido la vertiente de investigaci¨®n exclusivamente cient¨ªfica se solapa con la vertiente epidemiol¨®gica, de investigaci¨®n socioecon¨®mica y geogr¨¢fica de los pacientes, y con la puramente sanitaria, de tratamiento y, en su caso, posible profilaxis.La investigaci¨®n en su aspecto puramente cient¨ªfico se puso en marcha inmediatamente que se produjo la primera muerte, la del ni?o de Torrej¨®n. Tras la autopsia se efectuaron an¨¢lisis de distintas v¨ªsceras y se prob¨®, in vitro e in vivo, la posibilidad de que el agente fuese f¨¢cilmente identificable. Las pruebas in vitro consisten en hacer crecer c¨¦lulas en diversas soluciones con el fin de obtener una poblaci¨®n creciente del microorganismo que se busca, a fin de poder ser detectado, sea por an¨¢lisis microsc¨®pico, sea por el estudio del comportamiento de las c¨¦lulas. Cuando, como ocurre en este caso, no se detecta nada conocido, se intentan nuevas pruebas, y el proceso puede resultar muy largo.
Paralelamente a las pruebas in vitro se realizan pruebas in vivo, es decir, se inocula a ratones con c¨¦lulas procedentes de enfermos y se estudia lo que pasa. Primero, la enfermedad que contrae el rat¨®n; segundo, se estudian sus v¨ªsceras para ver.s¨ª all¨ª aparece con m¨¢s claridad el agente causa?. En general, este m¨¦todo es muy lento, ya que no todos los ratones enferman igual de r¨¢pido y, por otra parte, hay virus y bacterias que crecen de prisa y son r¨¢pidamente identificables, pero otros microorganismos son muy lentos en desarrollarse. En el caso de la Legionella, este m¨¦todo no dio resultado, a pesar de que no s¨®lo se utilizaron ratones, sino muchos otros animales diferentes.
Finalmente, hay que encuadrar en este apartado el estudio del suero de un enfermo" estudio muy lento y no siempre con resultados claros. En el caso concreto de la neumon¨ªa, las pruebas de microscop¨ªa electr¨®nica sobre c¨¦lulas de enfermos fallecidos han mostrado en todos los casos una presencia anormal en v¨ªsceras en donde habitualmente no debiera encontrarse de algo que se asemeja mucho a un micoplasma.
Las fotograf¨ªas de microscopio electr¨®nico muestran tambi¨¦n en casos de enfermos vivos la aparici¨®n de este micoplasma o microorganismo compatible con un micopiasma. Las pruebas in vivo e in vitro realizadas han demostrado, tanto en Majadahonda como en otros laboratorios de alg¨²n hospital, la presencia de este ?presunto? micoplasma, sin que pueda asegurarse que sea el conocido micoplasma pneumoniae.
Por lo que respecta a las pruebas con sangre de enfermos, todav¨ªa no se tiene ning¨²n resultado, y no es seguro que los vaya a haber.
En resumen: algo extraordinariamente parecido a un micoplasma ha sido ya detectado y fotografiado repetidas veces, pero parece aventurado afirmar que se trate precisamente de un micoplasma (los microbi¨®logos prefieren seguir haciendo pruebas para estar m¨¢sseguros), y adem¨¢s no es totalmente seguro que ¨¦ste sea el agente pat¨®geno buscado, al menos no en todos los casos.
El micoplasma es una bacteria (aunque hace unos a?os se pensaba que era un organismo a mitad decamino entre las bacterias y los virus) de las llamadas de ?pared blanda?. Esto significa q ue no resiste a la sequ¨ªa y, por tanto, fio se transmite por objetos secos apor el suelo. La transmision de los diferentes micoplasmas se efect¨²a siempre en medios h¨²medos y preferentemente por v¨ªa a¨¦rea, por lo que para que haya contagio tiene que haber casi un contacto boca a boca o encontrarse durante bastante tiempo, las bocas respectivas del infectante y del infectado a menos de cincuenta cent¨ªmetros.
Por lo que se refiere a la vertiente de investigaci¨®n socioecon¨®mica y geogr¨¢fica -por tanto, puramente epidemiol¨®gica-, se han procesado por ordenador m¨¢s de mil fichas de casos de enfermos de estos d¨ªas. Los resultados son bastante desalentadores, ya que, aparte de una gran frecuencia de aparici¨®n familiar simult¨¢nea, el reparto de la enfermedad es muy aleatorio, sin que pueda distinguirse clase social, tipo de vivienda o zona, geogr¨¢fica definida, al margen del cintur¨®n exterior de Madrid y las provincias afectadas de la mitad norte de Espa?a. Poca cosa para sacar conclusiones v¨¢lidas. El an¨¢lisis por ordenado? tampoco muestra una correlact¨®n siquiera m¨ªnima entre la aparici¨®n de la enfermedad y ciertas condiciones ambientales (humedad, lluvia, temperatura, h¨¢bitat, etc¨¦tera).
De todos modos, cabe decir aqu¨ª que en estudios epidemiol¨®gicos sobre neumon¨ªas, at¨ªpicas o no, estamos en mantillas, ya que no se trata de una de las enfermedades infecciosas de declaraci¨®n obligatoria. A pesar de ello, Valenciano anunci¨® el viernes por la noche en Televisi¨®n que el a?o pasado (1980) s¨®lo en Madrid hubo unas trescientas muertes por neumon¨ªa comparable a la at¨ªpica actual. Y afirm¨®, a rengl¨®n seguido, que en cuanto a mortalidad, aunque no en morbilidad, la epidemia era realmente benigna.
Por ¨²ltimo, la vertiente sanitaria; ¨¦ste parece, en el caso que nos ocupa, el tal¨®n de Aquiles. La enorme intranquilidad de la poblaci¨®n, la psicosis colectiva sobre perros, gatos, p¨¢jaros, cebolletas o fresas ha sido propiciada por una informaci¨®n que ha resultado angustiosa para la poblaci¨®n, y que se podr¨ªa resumir en lo siguiente: ?No sabemos cu¨¢l es la causa, pero creemos poder curarlo, sin poder dar datos de c¨®mo protegerse?.
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