La sangre torera de Pep¨ªn Jim¨¦nez
Pep¨ªn Jim¨¦nez sali¨® cornead¨® al entrar a matar al quinto. Qued¨® suspendido en el pit¨®n durante unos dram¨¢ticos segundos y cay¨® desmadejado. En el muslo se apreciaba el orificio de la herida, y manaba sangre, que ti?¨® con una gran mancha la seda verde de la taleguilla. Las asistencias le trasladaron con toda rapidez a la enfermer¨ªa, y en la plaza -un escalofr¨ªa de angustia- qued¨® para el resto de la tarde un sentimiento de desolaci¨®n.Unos minutos antes, el p¨²blico se desesperaba porque no pod¨ªa darle a Pep¨ªn Jim¨¦nez el triunfo que merec¨ªa. Lo perd¨ªa con la espada, pinchazo a pinchazo, lo mismo en ese novillo que en el otro. Ayer ratific¨® en Las Ventas la vitola de figura que se le empez¨® a adivinar en su presentaci¨®n. Algo hay en este torero que lo distingue de los dem¨¢s. Por de pronto, personalidad la tiene. Y da la sensaci¨®n de que tambi¨¦n convencimiento de su val¨ªa. Pisa con firmeza, no oculta ese toque de suficiencia de quienes est¨¢n convencidos de su superioridad.
Plaza de Las Ventas
Cinco novillos de Flores Albarr¨¢n, terciados, mansos y dif¨ªciles, con enorme casta, y quinto de P¨ªo Tabernero, manso. Fernando Ribera: Tres pinchazos y estocada baja (silencio). Pinchazo hondo atravesado, cuatro pinchazos m¨¢s, media atravesada y descabello (silencio). Pep¨ªn Jim¨¦nez: Tres pinchazos, primer aviso con retraso, otros tres pinchazos, estocada atravesada, rueda de peones, segundo aviso y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio). Dos pinchazos y estocada de la que sale cogido, y pasa a la enfermer¨ªa. Ribera acaba de estocada (vuelta que da la cuadrilla de Jim¨¦nez). Yiyo: Pinchazo y media (Silencio). Pinchazo y estocada ladeada (vuelta protestada). Buena entrada. Parte facultativo: Jim¨¦nez sufre cornada en muslo. Dos trayectorias: hacia arriba, veinticinco cent¨ªmetros, destroza vasto interno y abductores; hacia atr¨¢s, veinte cent¨ªmetros, arranca colaterales y femoral. Profundo shock. Pron¨®stico grave.
Sin embargo, es, al tiempo, una pura paradoja. La faena importante, sobre todo significativa, la hizo en su primer novillo. Fue una faena para estudio por los m¨²ltiples contrastes que en ella se sucedieron. El Flores Albarr¨¢n, como toda la novillada de este hierro, ten¨ªa una casta asombrosa, y, tambi¨¦n como toda la novillada, era muy dif¨ªcil de dominar. A Pep¨ªn Jim¨¦nez le bastaron tres muletazos.
Con s¨®lo tres muletazos -toreo en redondo, temple, mando, la mano baja- el novillo se le hab¨ªa entregado y el p¨²blico tambi¨¦n.
La lidia, hemos dicho muchas veces, empieza en el primer capotazo, y la misma regla vale para todos los tercios y todas las suertes. La condici¨®n del toro, cuando lo es de casta, exige que no haya equ¨ªvocos sobre qui¨¦n manda en el ruedo y que el mando lo ejerza el torero con sabidur¨ªa y firmeza. No hay m¨¢s alternativas en toreo: si no manda el torero, mandar¨¢ el toro. Lo mismo cabe decir sobre la calidad de las faenas. El triunfo empieza a construirse en el primer pase.
Todo lo hizo as¨ª Pep¨ªn, pero su error debi¨® ser apartarse del novillo al rematar esos muletazos y pasear por la arena recogiendo, aplausos. Este defecto ya se lo apreciamos el d¨ªa del deb¨². Al novillo de pasta que adem¨¢s est¨¢ entero -como ocurr¨ªa ayer- no se le debe cortar la faena, porque reemprenderla supone volver a partir de cero. As¨ª, en la siguiente. tanda, el novillo estaba de nuevo crecido y el torero sufri¨® un desarme. Vino despu¨¦s el momento cumbre de la tarde: tres redondos impresionantes de ligaz¨®n y temple, cambio de mano, y al rematarlos con uno de pecho que ni hab¨ªa so?ado el que lo invent¨®, ?la locura! Parec¨ªa que el ¨¦xito grande estaba logrado, pero no era as¨ª. Lo bueno y lo malo se suced¨ªan en este parad¨®jico torero, y ocurri¨® que despu¨¦s de la tanda cumbre perdi¨® los papeles, tuvo que salir de est¨¢mp¨ªa y tomar el olivo. M¨¢s derechazos buenos y otro desarme. ?Qui¨¦n era, qui¨¦n va a ser Pep¨ªn Jim¨¦nez? ?El que se descompone o el que les anda de maravilla a los toros, sabe colocarse, templa, manda, borda el toreo?
Mat¨® fatal, lo cual quiz¨¢ se deba a una lesi¨®n de mu?eca, donde, seg¨²n nos dicen, tiene colocados tornillos para soldar una fractura. En el quinto, que ya no ten¨ªa casta -era un producto mans¨®n t¨ªpico de la divisa de P¨ªo Tabernero-, pudo hacer el toreo m¨¢s reposado, gust¨¢ndose en la instrumentaci¨®n de naturales y derechazos, pases de pecho, trincheras, molinetes, afarolados. Aguant¨® con tranquilidad alg¨²n par¨®n del novillo-mulo, y tampoco aqu¨ª faltaron algunos desarmes. Finalmente, vendr¨ªan los pinchazos y la cogida. Cuando, entre la general consternaci¨®n, se lo llevaban a la enfermer¨ªa, hab¨ªa en la plaza el convencimiento de que la cornada pon¨ªa en juego el futuro de una figura.
La novillada result¨® interesant¨ªsima por la casta enorme de los Flores Albarr¨¢n, agresivos y fuertes, y por la impresionan,te voluntad de los toreros para vencer las m¨²ltiples dificultades que presentaron. Estos casi siernpre se vieron desbordados por los novillos, pero de ninguna manera hay que echarles cuentas de los fallos: son novilleros, es,l¨®gico que los tengan. Y est¨¢ bien que los midan con este ganado, pues as¨ª es como tiene m¨¦rito y deben cimentar su aprendizaje. Unicarnente el sexto, que era huido, embisti¨® con suavidad cuando Y¨ªyo lo redujo eri el tercio y lig¨® varias series de aceptables derechazos. El resto, con siete gatos en la barriga, y en muchos casos espectacular mansedumbre, llen¨® la tarde de emoci¨®n e incidentes y produjo un espect¨¢culo de primer orden.
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