Rainer W. Fassbinder destroza los esquemas de las series de televisi¨®n con "Berlin Alexanderplatz"
La emisi¨®n de la pel¨ªcula Berlin Alexanderplatz, de Rainer W. Fassbinder, por la televisi¨®n de la Rep¨²blica Federal de Alemania, ha provocado una amplia pol¨¦mica sobre la visi¨®n personal del cineasta a partir de la novela de Alfred D?blin, de pr¨®xima reedici¨®n en Espa?a, y de la ruptura de los lenguajes habituales en los seriales de televisi¨®n. La pol¨¦mica continuar¨¢ ante la inmediata emisi¨®n en otras televisiones europeas de esta superproducci¨®n de Fassbinder, estrenada en la ¨²ltima Mostra de Cine de Venecia. Es muy probable, si el precio del mercado es asequible, que RTVE adquiera la serie, seg¨²n fuentes de este ente oficial.
Cuando se proyect¨® la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Rainer Werner Fassbinder sobre la novela Berlin Alexanderplatz, de Alfred D?blin (1878-1957), la acogida de los telespectadores de la Rep¨²blica. Federal de Alemania fue todo menos un¨¢nime. Mientras el hijo del novelista encontraba que la pel¨ªcula era ?sencillamente fabulosa? y parte de la cr¨ªtica estimaba que ?la m¨¢s grande y bella pel¨ªcula de Fassbinder era lo mejor que se hab¨ªa visto en televisi¨®n alemana?, otra parte de la Prensa, como Bild Zeitung, la apostrofaba de ?org¨ªa de violencia, perversi¨®n y blasfemia?, fomentando opiniones de un p¨²blico que ve¨ªa ?atentado el buen gusto de su familia? o amenazaba al cineasta de muerte, como ocurri¨® en Hamburgo y Colonia. Fassbinder, que con Berlin Alexanderplatz, quer¨ªa poner fin a la ?porquer¨ªa de los seriales televisados y dar a conocer al gran p¨²blico el arte literario?, suele vivir desde entonces en Munich con guardaespaldas.La pel¨ªcula, televisada en catorce sesiones, cuya producci¨®n ha costado a la televisi¨®n de Colonia (WDR) trece millones de marcos (520 millones de pesetas), no es, en efecto, apta para ser consumida c¨®modamente como los seriales televisados al uso. Durante catorce semanas, los telespectadores de la RFA han podido participar, escandalizados e irritados, conmovidos y estremecidos, de las vicisitudes de Franz Biberkopf en los bajos fondos y barrios proletarios del Berl¨ªn de los a?os veinte. En este personaje marginado, tan violento como bonacible e instintivo, que ?exige m¨¢s de la vida que el pan?, se centra la trama de la novela urbana m¨¢s importante de Alemania, comparable a Manhattan Transfer, de John Dos Passos, y al Ulysses, de James Joyce (ambas de 1925).
El m¨¢ximo ¨¦xito de Alfred D?blin, publicado en 1929, no se reflej¨® s¨®lo en los 50.000 ejemplares que vendi¨® hasta la segunda guerra mundial, sino en una versi¨®n cinematogr¨¢fica alemana (con Heinrich George en el papel principal) y su traducci¨®n a diez idiomas entre 1930 y 1958 (versi¨®n espa?ola en 1932).
Este homenaje al Berl¨ªn de los a?os veinte no trata de la gran urbe como tal, sino de sus barrios proletarios del este (hoy capital de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana), en el que ten¨ªa su consulta el m¨¦dico D?blin. All¨ª situ¨® el novelista a Biberkopf en su condici¨®n de proletario convertido en criminal, como personaje central de su obra. El relato realista y costumbrista de Fassbinder se ci?e, salvo escasas excepciones, estrictamente a la novela sin tener, no obstante, en cuenta esa simultaneidad de im¨¢genes que refleja para el futurista D?blin la totalidad de la vivencia humana en la gran urbe. Unicamente la, banda sonora, a cargo de Peer Raaben, logra en una compleja simultaneidad de sonidos, ruidos, m¨²sica, mon¨®logos, di¨¢logos en off, textos del Antiguo Testamento, partes meteorol¨®gicos, etc¨¦tera, recrear el car¨¢cter futurista de la novela.
La salida de la c¨¢rcel del transportista -y proxeneta Biberkopf, que. tras haber cumplido condena por el asesinato de su amante, se propone firmemente mantenerse en la legalidad, se expone en la mejor tradici¨®n del cine realista alem¨¢n de los a?os veinte y treinta. Al principio, Biberkopf parece conseguir su prop¨®sito como vendedor callejero, pero una peque?a aventura con una viuda y un compa?ero traicionero -ocasi¨®n para Fassbinder de caracterizar las diferencias de clase en el Berl¨ªn de la posguerra- comienza a beber y frecuentar una banda de atracadores. Adem¨¢s accede a intercambiar con Reinhold, el m¨¢s peligroso de ellos, las mujeres que se suceden en la vida de, ¨¦ste.
Por culpa de esta amistad se convierte casi sin querer en c¨®mplice de un atraco que le acarrea la desconfianza de Reinhold, que le empuja de un coche en marcha, ocasionando el atropello que le cuesta un brazo. El golpe le convierte en atracador convencido de que con decencia y trabajo no se llega a ninguna parte. Al mismo tiempo conoce a la fr¨¢gil prostituta Mieze, aparici¨®n luminosa en su vida, que parece poder salvarle del desastre. Pero Mieze no puede impedir con su amor el proceso destructivo de la vida de Biberkopf.
Al igual que D?blin, Fassbinder titula los catorce cap¨ªtulos de la pel¨ªcula con textos populares y moralizantes, que subrayan el car¨¢cter did¨¢ctico de esta par¨¢bola.
Para este ingente pan¨®ptico de la condici¨®n humana, Fassbinder ha contado con un elenco de actores, que dirige magistralmente. Comenzando por G¨¹nter Lamprecht en el papel de Biberkopf, Hanna Schygulla como la prostituta Eva, antigua amante de Bibei-kopf y amiga de Mieze, y sobre todo B¨¢rbara Sukowa, con la que Fassbinder ha trabajado en su ¨²ltima pel¨ªcula, Lil¨ª Marlen. Esta actriz da a Mieze todo el candor e inconsciencia fr¨ªvola que requiere el personaje mientras Gottfried John interpreta de manera impresionante la inquietud subterr¨¢nea del indescifrable y peligroso neur¨®tico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.