"El Gobierno vasco debe promover un rearme moral contra la violencia"
Nacido en Venezuela en el serio de una familia de exiliados nacionalistas vascos, Jos¨¦ Mar¨ªa (Txiki) Benegas, secretario general del Partido Socialista de Euskadi-PSOE, ha sido considerado desde el inicio de la transici¨®n como un hombre clave en todo intento de entendimiento entre las dos principales corrientes ideol¨®gicas que, desde el surgimiento paralelo del nacionalismo y el socialismo en Vizcaya, a principios de siglo, han polarizado pol¨ªticamente la sociedad vasca. Benegas ha puesto en marcha ahora otra iniciativa de este tipo, que ya conocen la ejecutiva federal de su partido y el propio presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo. Este plan pasa por una oferta de concertaci¨®n de las fuerzas vascas, y la participaci¨®n del Gobierno aut¨®nomo vasco en la Iucha directa contra el terrorismo, as¨ª como iniciativas para superar ?el drama de un pueblo que no sabe convivir en libertad?.
Pregunta. En octubre de 1978, desde la tribuna del Club Siglo XXl, traz¨® usted un diagn¨®stico de la sociedad vasca que iba m¨¢s all¨¢ de los an¨¢lisis rutinarios habituales. ?Qu¨¦ fue de aquellas medidas? ?Por qu¨¦ fracasaron? ?Qu¨¦ ha cambiado desde entonces?Respuesta. Aquel planteamiente part¨ªa de la constataci¨®n de que el proceso vivido en Euskadi desde la muerte de Franco hasta las elecciones de 1977 hab¨ªa sido muy espec¨ªfico, no homog¨¦neo con el resto del Estado, y que por ello los problemas eran igualmente espec¨ªficos: desde la peculiar incidencia de la crisis econ¨®mica en una zona superindustrializada y tradicionalmente receptora de mano de obra, hasta los problemas espec¨ªficos de orden p¨²blico que planteaba la existencia de un apoyo popular a las estrategias violentas. De ah¨ª que plante¨¢semos la necesidad de un tipo especial de compromiso -por la autonom¨ªa, por la paz y por la reactivaci¨®n econ¨®mica- que converg¨ªa en el pacto pol¨ªtico auton¨®mico como posible lugar de encuentro de las distintas opciones en un proyecto com¨²n.
El planteamiento fracas¨® por una serie de factores complejos, el principal de los cuales es la ruptura, a ra¨ªz del debate constitucional, de lo que hab¨ªa sido el germen de pacto: el frente auton¨®mico formado en 1977 por el PNV y el PSE y al que se uni¨® ESEI. Al posicionarse contra la Constituci¨®n -y adem¨¢s de manera harto demag¨®gica y estimulando reflejos de enfrentamiento visceral: ?Constituci¨®n antivasca?, etc¨¦tera- el PNV reprodujo una divisi¨®n tan artificial como nefasta hist¨®ricamente para el pueblo vasco. Al alinearse, en el fondo por razones electoralista miserables, con Euskadiko Ezkerra y Herri Batasuna en una especie de frente anticonstitucional, el PNV reaviv¨® la llama del enfrentamiento abertzales versus espa?olislas. Esa divisi¨®n, que nos coloc¨® a socialistas y comunistas junto a UCD, y a PNV y EE junto a HB resultaba totalmente artificial respecto a los problemas reales que en ese momento enfrentaba Euskadi. Pero su efecto fue, por una parte arruinar toda la posibilidad de un pacto en positivo como el que nosotros propon¨ªamos en torno a la autonom¨ªa, y por otra, estimular la escalada de ETA, que se considera legitimada para imponer sus opciones de manera violenta.
P.Por aquellas fechas, usted era consejero del Interior del Consejo General Vasco. ?Tuvo ocasi¨®n, desde ese puesto, de entrar en contacto con ETA? ?Con qu¨¦ resultados?
R. Al inicio de la transici¨®n democr¨¢tica hubo, efectivamente, intentos de negociaci¨®n, con el acuerdo del ministro del Interior, Mart¨ªn Villa, y conocimiento del presidente Su¨¢rez. Esos intentos fracasaron por la exigencia de ETA de que los contactos fueran p¨²blicos desde el primer momento. Hubo tambi¨¦n problemas internos dentro de ETA. El asesinato de Argala, favorable a la negociaci¨®n, dio definitivamente al traste con la posibilidad de seguir por esa v¨ªa. Paralelamente, el clima de enfrentamiento visceral creado en torno al debate constitucional actu¨® como caldo de cultivo de la agudizaci¨®n de la escalada terrorista.
A mi juicio, una vez cerrada la v¨ªa de la negociaci¨®n, no quedaba otra soluci¨®n que el combate frontal contra ETA, comenzando por la batalla tendente al aislamiento social del terrorismo. Quienes no comprendieron esto son responsables en gran parte del deterioro posterior de la situaci¨®n. Me refiero, desde luego, al PNV, pero no s¨®lo al PNV. Porque, junto a la influencia negativa que ha tenido este partido, al avivar peri¨®dicamente la llama de la visceralidad -?Toda la culpa la tiene Madrid?, retirada del Parlamento, concesiones verbales al nacionalismo radical, etc¨¦tera- no es posible olvidar la enorme responsabilidad de los sucesivos gobiernos de UCD y su nefasta pol¨ªtica de orden p¨²blico durante la transici¨®n: los llamados errores policiales -desde Aldapeta hasta Almer¨ªa, pasando por Pamplona, Renter¨ªa, Joseba Arregui, etc¨¦tera- han significado enormes retrocesos cada vez que se hab¨ªa producido un avance en el camino hacia la concienciaci¨®n ciudadana sobre la necesidad de aislar al terrorismo.
En el mismo sentido, alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que hacer balance del enorme error que en su momento supuso mantener al Consejo General Vasco (CGV) sin competencias durante m¨¢s de un a?o, y en particular, la negativa del Gobierno de UCD a poner en marcha la creaci¨®n de una polic¨ªa aut¨®noma, que nosotros venimos pidiendo desde 1978. En este terreno se han perdido tres a?os decisivos de manera lamentable.
P. Volviendo al inicio, ?qu¨¦ ha cambiado en estos tres a?os? ?Qu¨¦ se podr¨ªa recuperar de las propuestas de 1978? ?Qu¨¦ otras medidas cabr¨ªa adoptar hoy?
R.En estos tres a?os, la situaci¨®n se ha deteriorado enormemente, eso es evidente. Por una parte, a nivel pol¨ªtico, se han ido cerrando puertas a salidas posibles y cada vez se concreta m¨¢s esa sensaci¨®n de des¨¢nimo caracter¨ªstica de toda situaci¨®n cerrada, en la que todo se repite con arreglo a una l¨®gica implacable. Pero paralelamente, a nivel social, el deterioro moral de esta sociedad ha sido brutal. Contravalores como la intransigencia, el desprecio a la vida, el fanatismo, la intolerancia, son convertidos en sus contrarios y disfrazados de firmeza, valent¨ªa, vitalidad. La imposici¨®n sustituye a la raz¨®n, el gesto -cuanto m¨¢s repetitivo, factuo y vac¨ªo, mejor- acaba convirti¨¦ndose en argumento. La complacencia morbosa en la muerte, la necrofilia, se erige en pauta de comportamiento, en eje de un nuevo calendario ritual. En una palabra: no s¨¦ si, como se ha dicho, nuestro pasado es impresentable, pero estoy seguro de que lo es nuestro presente.
En definitiva, el gran reto hist¨®rico del Pa¨ªs Vasco es hoy el de superar el drama de un pueblo que no sabe convivir en libertad. El reto de combatir la violencia, la intolerancia, el fanatismo; estas situaciones de locura colectiva que est¨¢n llevando a nuestro pueblo al caos. Conseguir al menos que la palabra libertad tenga un sentido real para todos y cada uno de los ciudadanos de Euskadi. Despu¨¦s del 23 de febrero este objetivo es ciertamente extensible a toda Espa?a, sobre todo por la coincidencia objetiva -pero tambi¨¦n quiz¨¢ subjetiva- de golpismo y terrorismo, en su intento de acabar con la libertad.
Ante este doble reto, que por otra parte, ha hecho que sobre Euskadi se cierna la sombra del estado de excepci¨®n, urge, en mi opini¨®n, retomar las iniciativas de 1978, propiciando un acuerdo entre todas las fuerzas democr¨¢ticas vascas sobre el triple eje de medidas negociadas contra el paro, aislamiento social del terrorismo e institucionalizaci¨®n de las autonom¨ªas sobre la base de la concertaci¨®n. Superando su pasividad actual, la iniciativa de una tal concertaci¨®n deber¨ªa provenir del presidente del Gobierno vasco, el cual con la legitimidad que le otorgar¨ªa ese apoyo de todas las fuerzas de mocr¨¢ticas vascas, estar¨ªa en disposici¨®n de negociar a su vez con Calvo Sotelo una serie de medida de corresponsabilizaci¨®n del Gobierno vasco en la lucha contra el terrorismo que, a su vez, alejasen la sombra del estado de excepci¨®n.
Es decir, el compromiso por parte del Gobierno vasco de asumir tareas como la participaci¨®n en el mando ¨²nico antiterrorista, la asunci¨®n efectiva de responsabilidades en la Junta de Seguridad, la integraci¨®n en las juntas provinciales de orden p¨²blico, el r¨¢pido desarrollo de la polic¨ªa aut¨®noma y la colaboraci¨®n de ¨¦sta con la del Estado en la lucha antiterrorista tendr¨ªan como contrapartida el compromiso por parte del Gobierno central de no decretar un estado de excepci¨®n, cuyo efecto m¨¢s concreto ser¨ªa el de dificultar el proceso de aislamiento social de ETA.
P. El primer paso ser¨ªa, pues, la concertaci¨®n entre los partidos pol¨ªticos vascos. ?No est¨¢ iniciado este proceso? ?Con qu¨¦ dificultades se enfrenta?
R. Primero de todo, insisto en que ser¨ªa conveniente que fuera directamente el Gobierno vasco, su presidente, quien tomara claramente la iniciativa, es decir, que no se tratase s¨®lo de contactos bilaterales entre los partidos, sino de un acuerdo del Ejecutivo vasco con la oposici¨®n. El doble error del PNV tras las elecciones al Parlamento vasco de pretender, por una parte, monopolizar el proceso de negociaci¨®n del desarrollo auton¨®mico, y por otra, de imponer de manera exclusivista su propio modelo nacionalista de comunidad aut¨®noma, ha tenido consecuencias bien nefastas En primer lugar, la de romper la din¨¢mica unitaria surgida en v¨ªsperas del refer¨¦ndum auton¨®mico, cuando todas las fuerzas, excepto AP y HB, defendimos un proyecto com¨²n y pluralista de convivencia simbolizado en el Estatuto de Guernica.
Recuperar aquella din¨¢mica exige un pacto global, lo m¨¢s amplio posible, en torno a los tres problemas b¨¢sicos de la Euskadi actual antes se?alados, y que, a mi juicio, est¨¢n interrelacionados. Por ello, nosotros hemos presentado una alternativa que pasa por plantear que el desarrollo legislativo b¨¢sico del Estatuto en puntos tan decisivos como el de la lengua, fundamental para evitar una ?guerra entre comunidades?, deber¨¢ contar necesariamente con una mayor¨ªa tal que haga necesaria la concertaci¨®n entre las distintas fuerzas.
Respecto al tema de la violencia, es fundamental retomar la din¨¢mica de contestaci¨®n popular surgida a finales de 1980, y que culmin¨® con las movilizaciones producidas tras el asesinato del ingeniero Ryan -el punto de m¨¢ximo descr¨¦dito de ETA-, impulsando tanto la educaci¨®n de la poblaci¨®n en favor de la paz, su sentido positivo, como su movilizaci¨®n activa contra el terrorismo, incluyendo la colaboraci¨®n ciudadana con las FOP y la polic¨ªa aut¨®noma. Esa din¨¢mica s¨®lo puede ser el resultado de un pacto pol¨ªtico global.
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