Vacilante Espa?a
The New York Times(. ..) Cuando ocurre un episodio violento en Espa?a se oye la siguiente familiar teor¨ªa: los espa?oles son por naturaleza exaltados, demasiado divididos por pasiones doctrinales y regionales para sostener una democracia. Este a?o como prueba, los pesimistas aducen los ataques al Parlamento por la derechista Guardia Civil, la reanudaci¨®n sangrienta del terrorismo vasco, el reciente asalto a un banco de Barcelona, presumiblemente por derechistas, y ahora un compl¨® para asesinar al Rey. La democracia espa?ola es, sin duda alguna, fr¨¢gil; las antiguas divisiones persisten. Un sombr¨ªo proverbio afirma que la mitad de Espa?a no estar¨¢ contenta hasta matar a la otra mitad. Pero lo que es seguramente m¨¢s destacable es la determinaci¨®n de la mayor¨ªa de los espa?oles a impedir el asalto a una prometedora madurez pol¨ªtica.
Esta decisi¨®n se confirma en una encuesta de opini¨®n, realizada tras el fallido golpe de febrero Est¨¢ confirmada por el s¨®lido apoyo al r¨¦gimen de centro-derecha de Leopoldo Calvo Sotelo. Los partidos de izquierda se han unido para ayudarle a salvar la democracia, hasta el extremo de alienarse a algunos de sus militantes.
El destino de la democracia en Espa?a no es un ?asunto interno?, como dijo el secretario de Estado, Alexander Haig. Si fracasa, desaparecer¨¢n las esperanzas espa?olas para entrar en la Comunidad Europea y en la OTAN. Y un golpe ser¨¢ corrio un temblor de tierra que sacudir¨¢ la regi¨®n, debilitando las democracias de Portugal, Grecia e Italia.
Nada de esto es inevitable que suceda en Espa?a, si el Gobierno sabe imponerse al min¨²sculo grupo d¨¦ terroristas vascos y a ciertos militares inquietos ( ... ).-
. El ektremismo vasco puede servir de pretexto para otro golpe militar por un grupo de oficiales que ahora se dominan por su lealtad a un rey popular, Juan Carlos I.
Los vecinos europeos de Espa?a y Estados Unidos no pueden salvar a la democracia espa?ola de una inclinaci¨®n militar a destruirla. Pero s¨ª pueden ayudar a impedir el levantamiento por un apoyo p¨²blico a una democracia desafiada y con advertencias privadas a ciertos tercos generales y coroneles. En 1930, las democracias occidentales socavaron la Rep¨²blica espa?ola neg¨¢ndole ayuda, mientras Alemania e Italia ayudaban a sus adversarios. Aparecer indiferente de nuevo ante la lucha interior de Espa?a ser¨ªa no s¨®lo traicionar al pueblo espa?ol, sino tambi¨¦n a los valores y a los intereses de Estados Unidos.
1 de junio
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