Czeslaw Milosz regres¨® a Polonia para hablar s¨®lo de literatura
Despu¨¦s de treinta a?os de exilio, el premio Nobel de Literatura Czeslaw Milosz regres¨® a Polonia y en Varsovia se reuni¨® con los estudiantes en la Escuela Polit¨¦cnica; donde ley¨® sus poes¨ªas y mantuvo un coloquio, ?s¨®lo sobre literatura?. La sala de la organizaci¨®n estudiantil Stodola parec¨ªa una sauna el pasado s¨¢bado, con un calor h¨²medo insoportable y llena a rebosar de estudiantes e invitados, que esperaban al premio Nobel regresado del exilio.
Milosz hab¨ªa llegado el viernes por la noche a Varsovia. En el aeropuerto se organiz¨® un tumulto considerable, con estudiantes que cantaban, un grupo folkl¨®rico de Lituania (hoy en la Uni¨®n Sovi¨¦tica), el pa¨ªs natal de Milosz, y el viejo escritor polaco Jerzy Andrzejewski, el autor de Cenizas y diamantes, que le gritaba a su amigo el premio Nobel: ?Chechu: ahora tienes que decir unas palabras?.Los estudiantes de la Polit¨¦cnica organizaron para el s¨¢bado una velada literaria con Milosz y a la puerta del club estudiantil unos verdaderos gorilas estudiantiles controlaban que nadie entrase sin invitaci¨®n. El disidente Adam Michnik, del Comit¨¦ de Autodefensa de los Trabajadores (KOR), tuvo que dar marcha atr¨¢s en la puerta. Uno, de los gorilas recomend¨® al enviado especial de EL PAIS. ?Compre una invitaci¨®n en el mercado negro. Ayer se pagaban a 1.500 zlotys (unas 4.500 pesetas).
Cuando Milosz entr¨®,en la sala, el p¨²blico se puso en pie y aplaudi¨® dos minutos. El escritor apretaba las manos en signo de agradecimiento y exclam¨® varias veces: ??Qu¨¦ gente!?. Algunos, entre los asistentes, llevan camisetas con las siglas EA, que significan Elemento Antisocialista.
Un estudiante presenta a Milosz y advierte que no firmar¨¢ ejemplares de sus libros y s¨®lo contestar¨¢ preguntas relacionadas con su obra literaria: ?Si hay periodistas, que se abstengan de preguntar sobre pol¨ªtica?.
Cultura aut¨¦ntica oculta por una fachada oficialista
El joven explica que ?nadie podr¨ªa imaginarse que uno de nosotros, que crecimos en los a?os sesenta, podr¨ªamos escuchar sus poemas aqu¨ª, le¨ªdos por usted personalmente. A pesar de todo, esta parte de nuestra cultura estaba oculta por una fachada, que se ha demostrado que era muy superficial?.El joven dice que ?los que quer¨ªan, pod¨ªan leer sus libros, que de forma milagrosa aparec¨ªan en Polonia. Usted estaba presente entre nosotros, gracias al coraje de nuestra gente, que introduc¨ªa sus libros desde Occidente, gracias a los que copiaban sus obras y gracias al semanario cat¨®lico que publicaba sus traducciones de la Biblia?.
Milosz se pone en pie para leer sus poes¨ªas durante 45 minutos, sin chaqueta, con ?na mano en el bolsillo, sin grindes aspavientos, pero con sentido del ritmo. El autor explica que ha escogido poes¨ªas diferentes de las que lee en Estados Unidos; ha preferido las que acent¨²an el elemento r¨ªtmico.
Lee El monte embrujado, donde escribe sobre Berkeley, sobre la California de su exilio, ?donde no hay estaciones del a?o?, y habla de los profesores de la universidad y de ¨¦l mismo, ?profesor Milosz, ese que escrib¨ªa poes¨ªas en un idioma tan raro ?.
Otra poes¨ªa habla de su ?lengua fiel? y de ?los momentos en que me parece que he despilfarrado la vida-, t¨² eres la lengua de los que se odian a s¨ª mismos. Sin ti, soy un viejo profesor y nada m¨¢s?. No faltan las poes¨ªas sobre los a?os de la guerra, 1941, 1942 y 1943, en las que habla dellevantamiento del gueto cre Varsovia, de la soledad de, los que mueren, mientras en un barrio cercano el tiovivo da vueltas y la gente se divierte. ?Hay una barrera del sufrimiento detr¨¢s de la cual empieza la sonrisa?, lee Milosz, ?el d¨ªa del fin del mundo, todo normal?.
"Ser poeta polaco y emigrar es lo peor"
En el coloquio salen a relucir los eruditos. A alguno, Milosz le dijo ir¨®nicamente que ?conoce mis libros mejor que yo?. El joven moderador llama la atenci¨®n a una se?ora de que ?hemos venido a escuchar a Milosz, y no a usted?.El premio Nobel critica el lenguaje de los asistentes -?antes en Vilna se hablaba mejor polaco?-, y rompe las distancias, cuando habla de la influencia del exilio sobre su poes¨ªa: ?Yo mismo me planteo c¨®mo se habr¨ªa desarrollado sin el exilio. Soy como el personaje de los cuentos polacos Juan el tonto, que siempre escog¨ªa lo peor. Ser poeta polaco y emigrar es lo peor. La emigracion es un veneno. Yo no sab¨ªa que pudiese tener tanta vitalidad, porque ese veneno pod¨ªa matar a un caballo. Quiz¨¢ aquello fue bueno, porque no lleg¨® a matarme y me cur¨®?.
Durante la lectura, Milosz advirti¨® que iba a leer unas poes¨ªas in¨¦ditas. En el coloquio se levant¨® un joven para decirle que esas poes¨ªas no son in¨¦ditas: una editorial pirata, Krag (C¨ªrculo), las ha editado ya. El joven le lleva un ejemplar al premio Nobel.
En el "rastro" brochas de afeitar y poemas
En el Bazar, una especie de rastro de Varsovia, hab¨ªa el otro d¨ªa un viejo que vend¨ªa en una mano brochas de afeitar, y en la otra, poemas de Milosz a cuarenta zlotys (unas cien pesetas). En un momento del coloquio, Milosz recuerda que ha vuelto al pa¨ªs de su ?primera emigraci¨®n?. El premio Nobel naci¨® en Vilna, la capital lituana, que desde el fin de la segunda guerra mundial dej¨® de pertenecer a Polonia y pas¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Milosz no habl¨® de pol¨ªtica. Al final, el p¨²blico cant¨® Sto, lat, sto, lat, la canci¨®n de cumplea?os ¨¦n Polonia, la que cantaban al Papa durante el viaje hace dos a?os. ?Que viva, que viva, que viva cien a?os?.
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