Los madrile?os han pasado de empe?ar ropa a utilizar el Monte de Piedad como almac¨¦n de joyas
El Monte de Piedad se ha convertido, 279 a?os despu¨¦s de su fundaci¨®n, en una instituci¨®n que es utilizada al a?o por m¨¢s de 50.000 madrile?os, que lo mismo pignoran o empe?an un magnet¨®fono y hasta un video para llegar a fin de mes, que tienen como costumbre llevar la cuberter¨ªa de plata todos los meses de julio para tenerla a buen recaudo durante las vacaciones estivales. Este cambio de filosof¨ªa no s¨®lo ha consistido en no llamar empe?o al pr¨¦stamo o en no admitir ropa, sino que se ha plasmado tambi¨¦n en un cambio de actitud del cliente que paulatinamente va abandonando aquella postura de verg¨¹enza, tan usual entre los primerizos, ante la posibilidad de ser visto en este trance por alg¨²n vecino.
El empe?o del colch¨®n para ir a los toros o las estrofas de canciones referidas a libros de texto dejados por los estudiantes en el Monte son ya algunos de los t¨®picos en los que, sin embargo, se sigue pensando cuando se habla de esta instituci¨®n creada por el padre Piquer en 1702 con el nombre de Sacro y Real Monte de Piedad de las Benditas Animas del Purgatorio de Madrid.Hace cuatro a?os, el Monte, que ya hab¨ªa reducido el n¨²mero de centros de cinco a dos ante la disminuci¨®n de clientes, decidi¨® hacer m¨¢s selectiva la recogida de objetos. Esta decisi¨®n estuvo motivalla, por un lado, por escasear ya las personas que, por ejemplo, empe?aban ropa, y, por otro, porque no se pod¨ªa dar mucho dinero por algunos art¨ªculos, ya que se sab¨ªa de antemano que, en caso de no ser recogidos por sus propietarios, no iban a poderse vender en las subastas p¨²blicas que se organizan cada mes.
As¨ª, la ropa dej¨® de entrar en los almacenes del que hoy es el ¨²nico centro de efectos diversos, situado en la calle del Amparo, 115. S¨®lo los pa?uelos de raso, las mantillas y las prendas de hilo y seda natural son aceptados.
?Lo normal es que a la secci¨®n de efectos diversos nos traigan magnet¨®fonos, televisores port¨¢tiles -ya que no recogemos de los otros-, batidoras, molinillos y otros peque?os electrodom¨¦sticos, discos, libros y m¨¢quinas de escribir o de coser?, dice Carlos Morilla, jefe inspector de tasaciones de objetos diversos.
La actitud del cliente depende de su pr¨¢ctica. El cliente que acude por primera vez se acerca al mostrador cohibido; en caso contrario, cruza los metros que le separan de los tasadores con gesto decidido y, en algunos casos, hasta saluda al empleado por su nombre.
Algunos llevan el magnet¨®fono en un malet¨ªn; otros sacan la radio de una bolsa y algunos hasta dejan los libros, en su mayor¨ªa enciclopedias, con la maleta utilizada para transportarlos.
A partir del momento en que ponen el reloj, los discos de m¨²sica cl¨¢sica, la taladradora o la trompeta en el mostrador comienza la espera. Del examen del objeto, su marca, el modelo, su estado, depender¨¢ el precio que fije el tasador.
En muy pocas ocasiones el cliente pide quinientas o mil pesetas m¨¢s o argumenta que le ha costado mucho el aparato. Los primerizos apenas dan conversaci¨®n, y los ya habituales incluso hablan de la mili con alg¨²n empleado de la oficina del Monte.
Esto no supone mejores pr¨¦stamos para estos ¨²ltimos, ya que el sistema utilizado impide posibles favoritismos. El plazo durante el que el Monte guarda el objeto pignorado es de seis meses; si pasa ¨¦ste sin que el propietario recoja el objeto o pague los intereses y renueve el plazo por un per¨ªodo similar, el objeto es vendido en p¨²blica subasta dos o tres meses despu¨¦s. Es entonces cuando, en caso de que se hubiera hecho una mala tasaci¨®n, se comprobar¨ªa, ya que, de no alcanzar el objeto en tres subastas consecutivas un precio suficiente para cubrir el pr¨¦stamo y los intereses, el tasador que valor¨® la pieza tendr¨ªa que pagar estas cantidades y quedarse con el objeto.
En la secci¨®n de efectos diversos se suele dar como pr¨¦stamo entre el 20% y el 30% de su precio aproximado. ?La idea es que se ayude a la persona que lo necesite, sin darle una cantidad de dinero tan alta que el cliente prefiera dejar el objeto aqu¨ª para siempre. Adem¨¢s, la pr¨¢ctica dice si ese objeto tiene o no probabilidades de venderse en la subasta y si interesa al p¨²blico o no. Actualmente, por ejemplo, ha bajado la cuant¨ªa del pr¨¦stamo que damos por pignorar relojes, ya que en la ¨²ltima subasta quedaron sin comprar unos veinte?, explica Carlos Morilla.
Es ese inter¨¦s el que ha impuesto el que no se den pr¨¦stamos por antig¨¹edades, ?ya que tienen un valor subjetivo?, o que se valore proporcionalmente menos una m¨¢quina fotogr¨¢fica de profesional que una c¨¢mara sencilla, ya que ¨¦sta se vender¨¢ mejor que aqu¨¦lla. Es esta tambi¨¦n la raz¨®n por la que se pueden dar hasta 70.000 pesetas por varias piezas de marfil, ya, que no hay peligro di que se queden en las dependencias del Monte.
El paulatino descenso que sufre la pignoraci¨®n de objetos diversos puede hacer que en el futuro, desaparezca este servicio, por lo que quedar¨ªa ¨²nicamente el de pignoraci¨®n de alhajas, que, s¨®lo el a?o pasado, supuso 135.000 pr¨¦stamos.
Aumentan las pignoraciones de joyas
?En los dos ¨²ltimos a?os, el n¨²mero de empe?os de alhajas se ha duplicado, y no por la crisis econ¨®mica, sino por el valor que ha alcanzado el oro y porque muchos meten sus joyas aqu¨ª como medida de seguridad?, inform¨® Isidoro Bermejo, jefe del Monte de Piedad. Este aumento de clientes coincidi¨® con la subida acordada por el Monte, que pas¨® de pagar doscientas a cuatrocientas pesetas por gramo de oro.En esta secci¨®n, instalada hace siete a?os en la central de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, en la plaza de Celenque, 2, hay menos posibilidades de fallos en las tasaciones. ? El oro tiene un precio fijo y existen unas tablas para la pedrer¨ªa. En cuanto a la plata, pagamos entre 25.000 y 30.000 pesetas por kilo. Con estas tarifas atendemos a unas 10.000 personas todos los meses, y en muy pocas ocasiones hemos tenido fallos importantes de tasaci¨®n, aunque eso no evita que alg¨²n tasador tenga que pagar cada cierto tiempo, de su bolsillo, 3.000 o 4.000 pesetas para cubrir el bajo precio alcanzado por una alhaja en la subasta?.
Los intereses son tambi¨¦n diferentes. Mientras por un magnet¨®fono su propietario tiene que pagar el 7% anual de intereses y el 0,7% de almacenaje, por las joyas se tiene que pagar entre el 8,5% y el 10,5%, seg¨²n se trate de pr¨¦stamos inferiores a 10.000 pesetas, comprendidos entre las 10.000 y las 100.000 pesetas o sean superiores a esta cantidad.
El mayor porcentaje de pr¨¦stamos son, precisamente, los comprendidos entre las 10.000 y las 100.000 pesetas, de los que el pasado a?o hubo 66.000; por un valor inferior a las 10.000 pesetas hubo 28.000 pr¨¦stamos, y por m¨¢s de 100.000 pesetas s¨®lo hubo 1.300, de ellos, cuatro o cinco superiores al mill¨®n de pesetas. Entre estos ¨²ltimos habr¨ªa que destacar una tiara, propiedad de un t¨ªtulo nobiliario extranjero, por la que se prestaron siete millones de pesetas, lo que significa que su valor estar¨¢ entre los veinticinco y los treinta millones de pesetas.
Las otras diferencias entre los servicios de alhajas y objetos diversos son que en el primero se pide para pignorar ¨²nicamente el Documento Nacional de Identidad, mientras que en el segundo se pide adem¨¢s la factura si los aparatos tienen n¨²mero de serie. Esta petici¨®n de la documentaci¨®n, obligada en todos los casos, ha logrado que el n¨²mero de objetos pignorados, cuya procedencia es ilegal sea m¨ªnimo. El a?o pasado s¨®lo se produjeron cuatro comprobaciones positivas a requerimiento judicial, dos de ellas correspondientes a doncellas infieles.
La otra gran diferencia entre ambos servicios es que mientras en efectos diversos el 15% de las partidas tiene que ser subastado por no acudir el due?o, en alhajas este porcentaje se ve reducido al 3%, a pesar de ser muchas m¨¢s las operaciones realizadas.
Y, sin embargo, aunque el n¨²mero de clientes supera los 50.000, y el monto total de pr¨¦stamos supera los 2.000 millones, el Monte de Piedad sigue teniendo el mismo esp¨ªritu de cuando se cre¨® como una instituci¨®n social. El a?o pasado, con los intereses obtenidos y el 10% del producto de las subastas como comisi¨®n, el Monte tuvo que contabilizar unas p¨¦rdidas de veintid¨®s millones de pesetas.
No hay que olvidar que el Monte no obtiene ganancias ya que hasta los beneficios obtenidos en las subastas son guardados durante dos a?os, por si el propietario del objeto vendido los reclamara.
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