El Parlamento y los "peligros" de la informaci¨®n
Uno de los puntos d¨¦biles del nuevo reglamento del Congreso, si no se remedia, es la actitud de prevenci¨®n y desconfianza hacia la opini¨®n p¨²blica que subyace en m¨¢s de un art¨ªculo del proyecto. Tal posici¨®n se refleja, por una parte, mediante el reforzamiento de las cauciones en favor de las deliberaciones secretas sobre te mas delicados, y por otra, a trav¨¦s de una cierta consideraci¨®n de los periodistas como seres pol¨ªtica mente peligrosos, en virtud de su af¨¢n de comunicar a los ciudadanos lo que ocurre.En el art¨ªculo 97, la Comisi¨®n de Reglamento ha incorporado, entre los supuestos para que la Mesa sancione a un diputado, la revelaci¨®n del contenido de sesiones secretas. El fantasma de las informaciones llegadas a la opini¨®n p¨²blica sobre cuestiones secretas de inter¨¦s general, como las irregularidades de Radiotelevisi¨®n Espa?ola (RTVE), Ia violaci¨®n de derechos humanos o el intento golpista, actu¨® de acicate para reforzar el silencio de los diputados en el futuro.
En cuanto al trabajo de los periodistas en el Congreso de los Diputados, afortunadamente no ha prosperado la tesis inicial, muy querida para Landelino Lavilla, de que la asistencia de informadores a las reuniones de las comisiones quedar¨¢ prohibida cuando el objeto de ¨¦stas fuera redactar ?dict¨¢menes que hayan de elevarse al Pleno?. El argumento que se daba era que as¨ª se evitaba el efecto repetitivo que se trasladaba a la opini¨®n p¨²blica sobre los trabajos parlamentarios. Una raz¨®n as¨ª podr¨ªa acabar nada menos que con la existencia de la otra C¨¢mara, el Senado. Permanece, en cambio, en el nuevo como en el viejo reglamento una noci¨®n corporativista de la informaci¨®n, que se traduce en la exigencia de que quienes puedan asistir a las sesiones parlamentarias sean ?los representantes debidamente acreditados de los medios de comunicaci¨®n social?, y en una tendencia, en la pr¨¢ctica, a conocer las caras de quienes hacen informaci¨®n parlamentaria. Adem¨¢s de los informadores ?debidamente acreditados?, cada peri¨®dico dispone en estos momentos de una sola acreditaci¨®n a utilizar indistintamente por cualquier redactor. Cuando, como es frecuente, concurre la convocatoria de comisiones diversas, a las que peri¨®dicos como EL PAIS desean que asistan los informadores especializados en los respectivos temas, las gestiones que hay que realizar son ¨ªmprobas, y no siempre obtienen ¨¦xito, a pesar de la probada amabilidad del personal encargado de la informaci¨®n en el Congreso.
Desde todos los puntos de vista, parece pol¨ªticamente insostenible el af¨¢n mantenido por la Mesa del Congreso para limitar el acceso a la C¨¢mara de caras nuevas de periodistas, olvidando que el Parlamento, instituci¨®n b¨¢sica de nuestro sistema democr¨¢tico, requiere el m¨¢ximo de difusi¨®n de sus trabajos, y deber¨ªa corresponder a los propios medios, en funci¨®n de la especializaci¨®n profesional y del mejor servicio p¨²blico a la audiencia a la que se deben, decidir en cada caso las personas acreditadas para realizar la informaci¨®n. Ni razones de seguridad -basta que los servicios correspondientes comprueben que el periodista va debidamente documentado y que no porta armas- ni razones de espacio -s¨®lo en contad¨ªsimas ocasiones se llenan las tribunas de Prensa, que, por otra parte, son ampliables- justifican el esp¨ªritu ordenancista con que los responsables de la C¨¢mara abordan estos problemas. Una muestra reciente de esta falta de sensibilidad fue la respuesta sonriente del secretario general del Congreso, Nicol¨¢s P¨¦rez Serrano, cuando el mi¨¦rcoles pasado se le comentaban estas cuestiones: ?Os quej¨¢is de vicio?.En este ambiente, no es extra?o que los periodistas manifestaran su alarma cuando la Comisi¨®n de Reglamento aprob¨® una disposici¨®n por la que se da carta blanca a la Mesa para que regule ?la concesi¨®n de credenciales a los representantes gr¨¢ficos y literarios de los distintos medios, con objeto de que puedan acceder a los locales del recinto parlamentario que se les destine y a las sesiones que puedan asistir?. Este texto, puesto en relaci¨®n con la vieja idea de alg¨²n miembro de la Mesa de limitar los movimientos de los informadores en la C¨¢mara -actualmente se les proh¨ªbe el paso a las tribunas de p¨²blico-, y especialmente de impedirles el contacto directo con los diputados en los pasillos pr¨®ximos al hemiciclo, es suficiente para suscitar la inquietud profesional.
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