Los "cristianos por el socialismo" de Am¨¦rica Latina cambian de rumbo
Teolog¨ªa de la liberaci¨®n, cristianos por el socialismo, esa era la tarjeta de visita con la que hace dos lustros la Iglesia latinoamericana sorprendi¨® a la Iglesia universal, con una agresividad que poco ten¨ªa que ver con su centenaria sumisi¨®n a los c¨¢nones europeos.La Iglesia latinoamericana, fruto de todo este movimiento, ha pagado con sangre el texto de sus teolog¨ªas, de tal manera que no hay ninguna otra Iglesia en el mundo que en tan breve espacio de tiempo cuente con un calendario tan cargado de asesinatos y persecuciones. La prehistoria de esta d¨¦cada se remonta a 1968, cuando en Medell¨ªn los obispos latinoamericanos desoyeron los consejos de moderaci¨®n y reformismo que les ven¨ªan de Europa y acu?aron como tarea primordial la de la lucha por su liberaci¨®n. Tres a?os despu¨¦s, en 1971, el peruano Gustavo Guti¨¦rrez, el brasile?o Hugo Assmann, el argentino Enrique Dussel, Pablo Richard y otros empezaron a publicar lo que pronto se denomin¨® Teolog¨ªa latinoamericana de la liberaci¨®n. Desde entonces, esta teolog¨ªa es paso obligado para cualquier academia religiosa que se precie.
Fin de Cristianos por el Socialismo
El trasfondo de aquella espectacular entrada en escena de una Iglesia dominada hasta entonces por esquemas coloniales. es el de una sociedad profundamente religiosa y donde estaba en marcha un cambio de rumbo pol¨ªtico. La misma mayor¨ªa que apoyaba el cambio pol¨ªtico, hacia el socialismo y contra el colonialismo bien pod¨ªa introducir en sus esquemas religiosos la misma voluntad cr¨ªtica y emancipadora. Fue lo que ocurri¨® entre los muchos cristianos que apoyaron a Salvador Allende, y as¨ª nacieron los ?cristianos por el socialismo? en Chile. Pero fen¨®menos id¨¦nticos se dieron en Per¨², Argentina o Brasil. La teolog¨ªa de la liberaci¨®n ten¨ªa la particularidad de concentrarse generalmente en movimientos organizados.
?Los latinoamericanos damos por cerrada la etapa de Cristianos por el Socialismo de una manera definitiva?, declaraba recientemente en Madrid Pablo Richard, un chileno universal, miembro Fundador, con Gonzalo Arroyo, de ese movimiento cristiano.
Pablo Richard reconoce que han cambiado sustancialmente las cosas, es decir, el contexto pol¨ªtico y su conciencia de la realidad. Estos cambios han provocado una serie de nuevos planteamientos que se pueden tipificar en este triple desplazamiento: de las elites, a la base social de la Iglesia; de la peque?a burgues¨ªa, al pueblo que trabaja; del discurso marxista, a reivindicaciones vitales.
Ha cambiado, en primer lugar, el tipo de protagonista. El cristiano cr¨ªticamente comprometido en el cambio social no es ya el grupo de elite, como ocurr¨ªa en Chile con Cristianos por el Socialismo, en Argentina con Los Sacerdotes del Tercer Mundo, y en Per¨² con la Oficina Nacional de Informaci¨®n Social. El nuevo protagonista del cambio coincide con la base social de la Iglesia, tal y como se expresa en las comunidades de base.
Tambi¨¦n ha variado el medio social al que pertenecen esos cristianos que han apostado por el cambio. Los grupos de elite o prof¨¦ticos de hace diez a?os proven¨ªan de la peque?a burgues¨ªa, y muchos de ellos ven¨ªan de Europa. Aunque el car¨¢cter de l¨ªderes populares, propio de muchos de ellos, creaba un efecto multiplicador en sus bases populares, es ahora, gracias a la incorporaci¨®n del pueblo creyente a esos distintos proyectos innovadores, cuando se puede hablar de una Iglesia latinoamericana cuyo pueblo es quien empuja hacia la liberaci¨®n.
El tercer factor profundamente transformado en esta d¨¦cada se refiere al tipo de lenguaje o discurso te¨®rico utilizado. Hace diez a?os, el marxismo estaba a la orden del d¨ªa, as¨ª como el tono solemne de proclamaci¨®n de grandes principios: interesaba m¨¢s salvar a la historia que resolver los problemas diarios de justicia y libertad. Ahora se ha simplificado el lenguaje significativamente: s¨®lo se habla de pan, techo, salud, trabajo, participaci¨®n. De eso se habla ahora.
La alternativa es: vida o muerte
Se puede observar, sin embargo, una velada oposici¨®n entre los pioneros de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n que han conseguido mantenerse en el continente americano, particularmente en pa¨ªses como Nicaragua, El Salvador, Guatemala, M¨¦xico y Costa Rica, y los que han tenido que instalarse en el exilio europeo. Estos ¨²ltimos, debido a la distancia americana y a la cercan¨ªa europea, no quieren renunciar al planteamiento original y no aceptan de buena gana lo que consideran un reblandecimiento de la lucha. Para aqu¨¦llos, sin embargo, no se trata de una claudicaci¨®n, sino de una radicalizaci¨®n en el sentido etimol¨®gico de ir a las ra¨ªces. No se trata ya de oponer a planteamientos integristas propuestas revolucionarias, sino de afirmar los derechos de la vida frente a los instintos necr¨®filos de los reg¨ªmenes totalitarios.
No todos, sin embargo, entienden as¨ª las cosas. L¨®pez Trujillo, el antiguo compa?ero del guerrillero Camilo Torres, hoy secretario del Celam, capitanea una dura pugna contra estas corrientes cristianas, apoy¨¢ndose en los sectores m¨¢s duros del Vaticano y bien financiado por la Iglesia alemana y algunas empresas americanas, como las cerveceras Miner Life, de Milwaukee, en Wisconsin, que, al parecer, financia una campa?a contra la teolog¨ªa de la liberaci¨®n.
L¨®pez Trujillo no logr¨® que el Papa, en su viaje a Puebla, condenara a la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, pero s¨ª ha logrado, a pesar de los esfuerzos en sentido contrario de Casaroli, que el Vaticano ponga en entredicho la labor de los jesuitas latinoamericanos y que se haya dado el ultim¨¢tum a los sacerdotes nicarag¨¹enses con responsabilidades pol¨ªticas. ?Ante la eventualidad de un recrudecimiento pol¨ªtico en Am¨¦rica Latina?, confesaba Pablo Richard a EL PAIS, ?L¨®pez Trujillo quiere dejar bien claro que la instituci¨®n eclesial nada tiene que ver con esos movimientos de base.
Parad¨®jicamente, son los ecud¨®lares -los d¨®lares provenientes del Consejo Mundial de las Iglesias, protestante- los que m¨¢s decididamente sostienen el plantea miento de los cristianos comprometidos, mayoritariamente cat¨®licos.
Todos los agentes que hoy ocupan la escena latinoamericana parecen estar de acuerdo en un punto: el futuro pol¨ªtico pasa por la religi¨®n. En una sociedad tan profundamente religiosa corno aqu¨¦lla, nadie conseguir¨¢ el apoyo del pueblo si sus propuestas pol¨ªticas no convergen con las pautas religiosas. Por eso es tan importante, escribe Hugo Assmann, ?que el pueblo haya hecho suyo el sentido cristiano de que religi¨®n es vida y, por ende, techo, pan, libertad?. La alternativa es: vida o muerte.
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