No se pudo rescatar con vida a Alfredo Rampi
Cuando la gente supo que para el peque?o Alfredo Rampi, ?Alfredino?, como lo llamaba ya todo el pa¨ªs, se hab¨ªan acabado todas las esperanzas de salvarlo, estall¨® por todas partes un sentimiento de rabia, de amargura, de incredulidad y de impotencia. ?Es injusto, es una verg¨¹enza?, se o¨ªa decir por todas partes. La pobre criatura luch¨® como un h¨¦roe durante sesenta horas en su c¨¢rcel de treinta cent¨ªmetros de ancho, a sesenta metros de profundidad, y no fue posible salvarlo, y eso que a las 2.30 horas de ayer, despu¨¦s de 55 horas, Alfredo estaba a¨²n vivo, hablaba, ped¨ªa a su madre que lo sacara de all¨ª.
?Estaba como acurrucado, empotrado en el pozo estrecho. Con un brazo en alto y otro detr¨¢s de la espalda. Le limpi¨¦ los ojos y la boca. Estaba empapado de barro arcilloso. No s¨¦ como pod¨ªa respirar el pobre hijo?. Estas palabras las pronunci¨® el espele¨®logo Angelo, el primero que consigui¨® llegar, a las 2.30 horas de ayer, hasta el infierno de Alfredo. Arriesg¨® in¨²tilmente su vida para salvarlo. Estuvo suspendido en el aire, boca abajo durante casi una hora, logr¨® atar y subir hasta doce metros al ni?o por siete veces. Pero se le escurri¨® siempre por culpa del barro. Al espele¨®logo le sacaron sin respiraci¨®n y le llevaron corriendo al hospital en estado de choque traum¨¢tico.Desde entonces, como en una espeluznante pel¨ªcula de horror, todo se puso en contra para el pobre Alfredo. Hubo durante toda la noche m¨¢s de nueve intentonas para sacar su cuerpecillo de las profundidades del pozo. Pero todo result¨® in¨²til.
La mayor¨ªa de los que se ofrecieron voluntarios, todos, delgad¨ªsimos, para poder escurrirse boca abajo por el pozo, estrech¨ªsimo, no lograron ni siquiera pasar por el agujero del t¨²nel abierto desde el segundo pozo excavado apresuradamente para llegar al pozo artesiano donde estaba Alfredo. S¨®lo a las 6.30 horas otro espele¨®logo, Donato Caruso, consigui¨® bajar hasta los sesenta metros de profundidad.
En Roma, como en toda Italia, estaban a¨²n encendidas numerosas luces. La gente segu¨ªa la operaci¨®n rescate por radio, por televisi¨®n. El presidente de la Rep¨²blica, a sus 84 a?os, de pie, inm¨®vil, al lado de la boca del pozo, no se movi¨® durante toda la noche.
Desde hac¨ªa ya cuatro horas la voz y la respiraci¨®n de Alfredo no se o¨ªan a trav¨¦s del micr¨®fono sonda. Se hab¨ªa enmudecido aquella voz de pajarillo espantado, aquellos gritos llamando a su madre que durante dos d¨ªas hab¨ªan roto el alma al m¨¢s duro.
De cuando en cuando, la televisi¨®n, que transmiti¨® la operaci¨®n en directo durante diecisiete horas, sin un segundo de interrupci¨®n, guardaba silencio, transmitiendo s¨®lo im¨¢genes, cumpliendo as¨ª la orden de los socorristas, que intentaban a¨²n o¨ªr la tenue respiraci¨®n de Alfredo.
Las palabras pronunciadas desde el fondo del pozo por el espele¨®logo Caruso cayeron como un jarro de agua fr¨ªa: ?Est¨¢ empotrado?, dec¨ªa. ?No consigo sacarlo. Est¨¢ como sin vida, r¨ªgido, congelado?.
Un bombero que desde hac¨ªa once horas ten¨ªa en sus manos una camiseta de lana blanca para echarla sobre la cara de Alfredo cuando saliera, para que no le dolieran los ojos despu¨¦s de tantas horas de oscuridad, la tir¨® al suelo y se alej¨® apretando los pu?os.
Por primera vez, la madre del ni?o, que hab¨ªa pasado la noche al lado del anciano presidente Pertini, se alej¨® corriendo llevando en sus manos la manta azul, nueva, preparada para envolver a su Alfredo al abrazarle.
Tambi¨¦n se fue Pertini, irritado y decepcionado. Se qued¨® s¨®lo el cardi¨®logo de Alfredo, que declar¨® a los periodistas: ?Para m¨ª, seguir¨¢ vivo hasta que le ausculte?.
A partir de aquel momento se anunci¨® que se dejarla probar a todos los voluntarios que tuviesen determinadas caracter¨ªsticas f¨ªsicas y que se ofrecieran para sacar el cuerpecillo de Alfredo, vivo o muerto. Se present¨® hasta un ni?o de seis a?os. Algunos menores de edad ped¨ªan llorando a la madre de Alfredo y a Pertini que los autorizasen a bajar al pozo, pero un magistrado se opuso a ello.
Solidaridad general y conmovedora
La generosidad personal, la solidaridad con el peque?o enfermo de coraz¨®n fue incre¨ªble y conmovedora. Pero no menor fueron la improvisaci¨®n, la falta de organizaci¨®n de los socorros, la gran ineficacia de los medios t¨¦cnicos. Baste decir que la direcci¨®n de Fiat se indign¨® cuando supo que se estaba utilizando. para hacer el pozo paralelo una excavadora antediluviana.El primer micr¨®fono que baj¨® al pozo para poner en comunicaci¨®n al ni?o con los socorristas y con sus padres fue el de un joven particular de veinti¨²n a?os, Roberto Caporale, que, tras hacerse con un magnetofono de la empresa de electr¨®nica de Roma donde trabajaba, se fue corriendo al pozo. Al d¨ªa siguiente fue vergonzosamente despedido por el propietario de la empresa.
La primera telec¨¢mara fue descolgada por el pozo a los tres d¨ªas de producirse el suceso. En resumen, todo fue muy parecido a lo ocurrido tras el terremoto de noviembre. Muchas l¨¢grimas mezcladas con una gran ineficacia.
De los grandes protagonistas de esta incre¨ªble pel¨ªcula dram¨¢tica, el primero que dej¨® rienda libre a su rabia y amargura fue Nando, el bombero que aguant¨® 42 horas seguidas tumbado en la boca del pozo hablando siempre con Alfredo para que no se durmiera ni se derrumbara ps¨ªquicamente.
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