Esta democracia es un caso
La frase est¨¢ en la calle. Afirmar¨ªa, por mejor decir, que al cabo de la calle: esta democracia es un caso. Yo no s¨¦ si Mitterrand lo tendr¨¢ en cuenta a la hora de conceder o no la extradici¨®n de Tom¨¢s Linaza. Lo cierto es que, aqu¨ª, nada se ha hecho para enmendar las posibles suspicacias del actual presidente de la Rep¨²blica francesa. Desde la muerte de dos estudiantes en una manifestaci¨®n celebrada en Madrid en diciembre de 1979 a la aviesa travesura de una panda de chorizos y macarras urdida recientemente en Barcelona, caso sobre caso se amontonan en la corta memoria de la transici¨®n -que, en efecto, debi¨® haber concluido anomal¨ªas o ?lamentables sucesos? -cuando no ?tr¨¢gicos errores?- impropios de un Estado de derecho o de un r¨¦gimen de libertades, como gusta decirse ¨²ltimamente, pluralizando -acaso para refrendar s¨®lo una hip¨®tesis -la palabra sustantiva de una aut¨¦ntica democracia.Tejero toma al asalto el Congreso y luego cuenta por qu¨¦ en un peri¨®dico de notable difusi¨®n. En un caso se aplican t¨ªnildas medidas, sin excluir unas atenciones hoteleras para el sedicioso en su celda suntuarla de El Ferrol. En el otro, se lamentan los argumentos esgrimidos por la deforme pluma del terrorista. Quienes hab¨ªan presentado su dimisi¨®n semanas antes en el Cuerpo Superior de Polic¨ªa como consecuencia de la muerte de Jos¨¦ Arregui a lo largo del interrogatorio antiterrorista, ascienden en en el escalaf¨®n hasta colocarse al frente del llamado mando ¨²nico. Mueren calcinados tresj¨®venes ciudadanos de Almer¨ªa tras haber sido detenidos por la Guardia Civil, algunos de cuyos miembros -?qui¨¦nes, cu¨¢ntos, c¨®mo, por qu¨¦?- son capaces de metamorfosear una comuni¨®n en entierro
Un diputado centrista lamenta que la basca de chorizos y macarras que, por propia jeta -al parecer-, mantuvo en vilo a todo un Gobierno no se viera cruentamente diezmada por la acci¨®n armada de los GEO. No faltar¨¢ quien piense, desde otra perspectiva, que ese mismo pudiera ser el deseo de algunos al t¨¦rmino de aquella larga noche de bigotes. Caso a caso, y tiempo al tiempo, a esta democracia la est¨¢n desarmando las armas, hasta en tanto no se desarme a quienes son enemigos de la libertad. Y no creo que el mejor camino sea disolviendo -como ocurri¨® hace d¨ªas en Madrid- a pac¨ªficos ecologistas que propugnan la m¨¢s elemental de las libertades: respirar./
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