Un pacto social, y no un acuerdo sobre el empleo
Para analizar el acuerdo firmado por CC OO y UGT, CEOE y el Gobierno, hay que comenzar se?alando que la denominaci¨®n misma induce a confusi¨®n, y es equ¨ªvocamente interesada. El llamado Acuerdo Nacional sobre el Empleo es, lisa y llanamente, un pacto social, un pacto muy perjudicial para los trabajadores y altamente beneficioso, por tanto, para empresarios y Gobierno.La p¨¦rdida del poder adquisitivo de los salarlos que se intenta imponer con el pacto no es un punto m¨¢s a considerar dentro de su contenido, susceptible de minimizarse o neutralizarse con otras consideraciones.
Los trabajadores del sector privado ver¨¢n reducidos, como m¨ªnimo, con la aplicaci¨®n de este pacto en un 5% sus salarios reales, lo que significa un recorte del 33% en la revisi¨®n salarial del pr¨®ximo a?o, siempre teniendo, claro est¨¢, en cuenta que la previsi¨®n de la inflaci¨®n para 1981 es del 15%.
Dado, adem¨¢s, que para las empresas que registran o prev¨¦n p¨¦rdidas se posibilitan los descuelgues por debajo de la banda, fijada entre el 9% y el 11%, se puede estimar que los trabajadores del sector privado en su conjunto ver¨¢n mermada su masa salarial real en m¨¢s de 80.000 millones de pesetas.
Los pensionistas no salen mejor parados con este pacto social, puesto que tambi¨¦n sus ingresos reales se ver¨¢n reducidos en cinco puntos. Los trabajadores del sector p¨²blico, por su parte, reciben un castigo econ¨®mico todav¨ªa superior, al perder seis puntos, cifra resultante de la resta sobre quince del m¨¢ximo del 9% establecido para la revisi¨®n de sus salarios.
Un sindicalista, con s¨®lo estos datos, que suponen una transferencia de renta por encima del bill¨®n de pesetas, se siente obligado a preguntarse cu¨¢les son los motivos por los que organizaciones sindicales, como UGT y CC OO firmen un pacto tan negativo para los trabajadores.
Buscar la respuesta a esta cuesti¨®n requiere analizar el momento sindical actual y remontarse al pasado inmediato, para extraer las graves repercusiones que puede acarrear este pacto, no s¨®lo para el movimiento sindical, sino tambi¨¦n para el conjunto institucional democr¨¢tico.
CC OO y UGT han resaltado en los medios informativos su preocupaci¨®n por el paro, la crisis y la creaci¨®n de puestos de trabajo, pero simult¨¢neamente a este tipo de reflexiones, que, a decir verdad, han despejado muy pocas inc¨®gnitas, ha surgido la noticia, oficialmente confirmada, de que el Gobierno subvencionar¨¢ a los sindicatos con 2.400 millones de pesetas, a repartir durante tres a?os. ?Hubieran firmado UGT y CC OO este pacto social sin las contrapartidas financieras apuntadas? O lo definitivo ha sido, como nosotros nos inclinamos a pensar, este trato?
Somos conscientes que esta conclusi¨®n es alarmantemente seria y que tiene, como antes hemos apuntado, muy negativas connotaciones. A la salida de la clandestinidad, todos los sindicatos tuvimos que afrontar el dif¨ªcil reto -porque se part¨ªa de cero- de asegurar unos ingresos y medios necesarios para una tarea sindical ardua y dif¨ªcil. Como en toda decisi¨®n, exist¨ªa la opci¨®n natural, intr¨ªnseca al momento sindical, de apoyarse fundamentalmente en la aportaci¨®n de los mismos trabajadores que integran el sindicato, aportaci¨®n voluntaria, motivada precisamente por una garant¨ªa de independencia y libertad que ello supone. La otra, la m¨¢s f¨¢cil, consist¨ªa en apoyarse en un financiamiento gubernamental, a pesar del peligro de subordinaci¨®n y p¨¦rdida de independencia que implicaba esta v¨ªa.
En ELA-STV optamos por el primero de los caminos, marc¨¢ndonos como uno de nuestros objetivos prioritarios el conseguir los medios adecuados a trav¨¦s de nuestro propio esfuerzo y con la sola ayuda de nuestros propios afiliados. Por contra, nos atrevemos a afirmar, UGT y CC OO eligieron el otro camino. El camino de la cuota baja, de la financiaci¨®n por v¨ªas distintas de la cotizaci¨®n. La crisis no ha hecho m¨¢s que acentuar lo err¨®neo de esta opci¨®n, y mucho nos tememos que el pacto social suscrito no sea m¨¢s que el ¨²ltimo episodio.
UCD, culpable de la precaria situaci¨®n sindical
Este inciso nos permite retomar el hilo argumental de las consecuencias del pacto. Volver de ese pasado de estos ¨²ltimos a?os al presente. UCD no ha tenido escr¨²pulos en aprovecharse de la precaria situaci¨®n sindical, de la cual es la principal culpable, equipar¨¢ndose a Gobiernos de pa¨ªses subdesarrollados, muy propensos en el campo sindical a primar a los sindicatos que se pliegan y castigar a los que se oponen, utilizando el erario p¨²blico al servicio del gran capital y neg¨¢ndose a desarrollar una legislaci¨®n laboral progresista, que les caracteriza a las sociedades industriales desarrolladas.
UGT y CC OO, por el sendero f¨¢cil antes indicado, han llegado a hacer dejaci¨®n del papel social, fundamentalmente reivindicativo, que como sindicatos les corresponde. Estos sindicatos, en vez de hacer una nueva composici¨®n de lugar, de ajustarse a la situaci¨®n econ¨®mica, a la relaci¨®n de fuerzas y a su propia realidad, han preferido convertirse en correa de transmisi¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno. El paso que han dado entendemos que es fatal.
Que nadie se lleve a enga?o pensando que esta falsa concordia social constituye ya un sistema estable de relaciones laborales, y mucho menos que pactos de esta naturaleza puedan renovarse todas las primaveras sin mayores problemas ni sobresaltos. Esta pol¨ªtica sindical es a muy corto plazo y puede causar efectos muy contrarios a los que se persiguen, porque cuando se falsea la din¨¢mica social, cuando las instituciones no juegan su rol, aparecen fen¨®menos laborales at¨ªpicos paralelamente a la extensi¨®n del desencanto, producto sobre todo de la falta de credibilidad.
Independencia de la ayuda gubernamental
Aun a riesgo de ser reiterativos, tenemos que insistir que las organizaciones sindicales, si quieren tener un futuro, no pueden depender de una ayuda gubernamental ni disponer de m¨¢s medios de los que est¨¢n al alcance de sus posibilidades. La lucha por una legislaci¨®n favorable, por una pr¨¢ctica negociadora extendida y aceptada, es en todo caso trabajo de muchos a?os. Cualquier consolidaci¨®n que no descans¨¦ en esta premisa es falsa, por muchas coberturas informativas que se le quieran dar.
Es importante que todos los sindicalistas caigamos en la cuenta sobre los fines que persigue Calvo Sotelo al pretender renovar casi autom¨¢ticamente los pactos un a?o tras otro. En la ¨¦poca franquista eran habituales los decretos para congelar los salarios, y, de una forma u otra, m¨¢s velada si queremos, se va en la misma, direcci¨®n.
Tenemos el convencimiento de que los trabajadores van a rechazar estas f¨®rmulas, y a las organizaciones sindicales, si queremos seguir gozando de su confianza y apoyo, no nos cabe otra opci¨®n que articular una unidad sindical operativa, basada en primera instancia en el reforzamiento organizativo, aut¨®nomo, para contrarrestar la ofensiva patronal que se nos avecina.
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