Cat¨¢strofe continua en Ir¨¢n
EL PRESIDENTE Banisadr era todav¨ªa una tenue esperanza de que Ir¨¢n pudiera mantener unas bases de racionalidad en su desarrollo revolucionario. Los cl¨¦rigos pueden con ¨¦l; precisamente, porque esa racionalidad no concuerda con su sentido prof¨¦tico del destino del Islam en general y del Ir¨¢n en particular. A una escala muy reducida, y dentro de un microcosmos ca¨®tico, se reproduce en Ir¨¢n el viejo encuentro entre raz¨®n y fe; desde fuera se pueden tener todas las dudas posibles sobre la debilidad de la raz¨®n que pod¨ªa representar Banisadr dentro de la ebullici¨®n iran¨ª, y todas las certezas posibles, tambi¨¦n, de la cat¨¢strofe que supone la teocracia. Es algo que est¨¢ pasando con demasiada frecuencia en todas las revoluciones: el motor, la explosi¨®n que sostiene el alzamiento contra una situaci¨®n injusta no tiene validez, despu¨¦s, para la organizaci¨®n de la vida diaria, y no permite ning¨²n otro desarrollo. Puede que sea preciso que para que el estallido se produzca haya que ensalzar en un momento dado una serie de dogmas, que luego no se pueden quitar de encima y que no permiten la discusi¨®n de opciones.Los ayatollahs iran¨ªes se conducen, sin embargo, como si tuvieran la sabidur¨ªa que encerraba una vieja frase espa?ola -atribuida a Primo de Rivera- que comparaba a las dictaduras con las bicicletas: para que se mantengan en equilibrio, no hay que cesar de pedalear. El Ir¨¢n lleva dos a?os produciendo acontecimientos ins¨®litos y violentos: la represi¨®n (de los enemigos pol¨ªticos y de los violadores de las costumbres estrictas), la lucha contra los kurdos, el absurdo y largo tema de los rehenes americanos, la guerra con Irak y la lucha contra el presidente;. todos estos acontecimientos tratados tumultuariamente, con las multitudes continuamente en las calles y las gargantas,y las pancartas como armas, de forma que no ha habido lugar para algo tan necesario en un pa¨ªs como la vida cotidiana: es decir, el trabajo, las relaciones personales, la construcci¨®n de una pol¨ªtica. Los sobresaltos, las movilizaciones, los llamamientos y las exaltaciones no pueden sustituir a la larga, en ning¨²n pa¨ªs y en ning¨²n sistema a cualquier forma de organizaci¨®n, de producci¨®n y de ordenaci¨®n de la vida en com¨²n. A menos que se piense en que se trabaja a favor de la providencia y que ¨¦sta, como es su oficio, proveer¨¢. Es indudable que este es el pensamiento de los ayatollahs y de quienes les secundan; pero visto el tema con la incredulidad y el escepticismo que da la lejan¨ªa, la situaci¨®n de Ir¨¢n se asemeja mucho a la de una cat¨¢strofe continua.
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