La insolvencia fraudulenta de Sofico abre camino a la responsabilidad por quiebra
La sentencia del juez especial, declarando fraudulenta la insolvencia de Sofico Renta, por estimar que su pasivo es superior en casi 3.000 millones de pesetas a su activo (v¨¦ase EL PAIS, 20-6-1981), podr¨ªa abrir camino a las responsabilidades penales de los representantes y administradores por supuesta quiebra. Con ello crecen, entre los 17.000 afectados, las esperanzas de recuperar una parte mayor de su inversi¨®n.
Los peque?os ahorradores-cuenta-part¨ªcipes de Sofico compraron la ilusi¨®n de una rentabilidad alta (el famoso 12% una liquidez permanente y una garant¨ªa de solvencia basada en la presencia de altas personalidades en el Consejo de Administraci¨®n y en aparatosas fachadas. La inversi¨®n media de estos miles de afectados fue de unas 260.000 pesetas, de las cuales podr¨ªan recuperar un 30% a trav¨¦s, fundamentalmente, de la venta de edificios. Sin embargo, ahora se especula con la posibilidad de que los representantes y administradores tengan que responder con su propia libertad si se les considera responsables de la supuesta quiebra.Estas esperanzas se basan en la propia sentencia, que declara la insolvencia fraudulenta (presentada inicialmente con un pasivo inferior al activo) ?con todas las consecuencias inherentes a las personas de. quienes fueron sus representantes y administradores ?.
El presidente de Sofico, Eugenio Peydr¨®, ingresado en prisi¨®n por delito de estafa en mayo de 1976, fue el fundador, hace casi veinte a?os, de una nueva era de la inversi¨®n inmobiliaria. Sofico fue, con los edificios en la Costa del Sol, el principio del boom de los mal reglamentados fondos de inversi¨®n inmobiliaria, y fue tambi¨¦n el n¨²mero uno en caer cuando las vacas gordas de la expansi¨®n comenzaron a adelgazar en 1974, en los albores de la crisis econ¨®mica internacional. La ca¨ªda estrepitosa del imperio Sofico, que promet¨ªa liquidez permanente a los cuenta part¨ªcipes, pero que no pudo pagar ni siquiera la rentabilidad del 12% desde septiembre de 1974, arrastr¨® en cadena a todos sus imitadores: Hiconsa. Eurovasa, etc¨¦tera. La f¨®rmula especulativa de estos fondos inmobiliarios era semejante a la bola de nieve que se derrite cuando deja de correr o la bicicleta que mantiene su estabilidad mientras anda y cae estrepitosamente cuando se deja de pedalear. Su filosof¨ªa estuvo basada en un modelo econ¨®mico de crecimiento eterno y r¨¢pido, y su eficacia se apoy¨® en el enga?o a peque?os ahorradores ansiosos de rentabilidad f¨¢cil y en el tr¨¢fico de influencias, cerca de la Administraci¨®n del antiguo r¨¦gimen.
El mecanismo era el siguiente: comprar un apartamento a Sofico, ceder ese mismo apartamento a Sofico por un n¨²mero determinado de a?os y recibir a cambio una rentabilidad m¨ªnima garantizada por contrato. Al principio ofrecieron un 10% anual, y poco despu¨¦s, el famoso 12%, que cubr¨ªa en enormes carteles una gran parte de nuestras playas y paisajes junto al caballito de mar que populariz¨® la imagen de Sofico en Espa?a y parte del extranjero. Cuando el Ministerio de Hacienda, que hizo muy poco por evitar la cat¨¢strofe de los fondos inmobiliarios, prohibi¨® la publicidad del 12%, Sofico bas¨® su publicidad en el mismo n¨²mero doce, pero cambiando la palabra rentabilidad por a?os de pago.
Desde 1970 Sofico dej¨® de ven der apartamentos para pasar a vender inversiones y dio vida dentro del grupo, adem¨¢s de Sofico Renta, cuya insolvencia acaba de ser declarada como fraudulenta, a Sofico Inversiones, Sofico Vacaciones y Sofico Servicios Tur¨ªsticos. Desde mediados de 1974 algo empez¨® a ir mal en Sofico; los peque?os inversores temieron, primero, por su rentabilidad dorada, y luego, por sus ahorros, pero el vicepresidente de la compa?¨ªa, teniente general Cavanillas Prosper, desminti¨® los rumores diciendo que ?son falsas noticias, producto de envidias y maquinaciones?. Las primeras noticias, publicadas en octubre de 1974 por el semanario econ¨®mico Dobl¨®n, se confirmaron pronto con la suspensi¨®n de pagos de Sofico presentada el 2 de diciembre de ese mismo a?o. El negocio no parec¨ªa muy fiable, y los bancos cortaron sus cr¨¦ditos. Eugenio Peydr¨® explic¨® as¨ª el hecho: ?Los bancos nacionales no nos dan dinero porque somos una competencia para ellos?. La realidad vino a demostrar m¨¢s tarde que el barco de Sofico se estaba hundiendo, porque, por distintas razones, e dinero de los nuevos cuenta-part¨ªcipes no aflu¨ªa en las cantidades y al ritmo necesarios. La ¨²nica forma de pagar las rentabilidades comprometidas en aquellos con tratos consist¨ªa en conseguir nuevas inversiones. El negocio s¨®lo pod¨ªa mantenerse y autoalimentarse con las nuevas captaciones.
Cargos civiles y militares
En 1974 formaban parte de Consejo de Administraci¨®n de Sofico altas personalidades civiles y militares. Eugenio Peydr¨® Salmer¨®n, conocido como don Eugenio, natural de Almer¨ªa y creador de varias empresas, era el presidente e impulsor del grupo. Como vicepresidente figuraba el teniente general Rafael Cavanillas Prosper, ex jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito y ex presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar. Otros vicepresidentes hab¨ªan sido el ingeniero industrial Luis Nieto Ant¨²nez, hermano del almirante Pedro Nieto Ant¨²nez; el general Celestino Aranguren Bourbon, que falleci¨® al poco tiempo de incorporarse al consejo, y el tambi¨¦n general Antonio G¨®mez Goya. El resto lo constitu¨ªan Eugenio Peydr¨® Brillas, consejero delegado e hijo del presidente; Hip¨®lito Jim¨¦nez, secretario y abogado; Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez Pelegr¨ªn, intendente de Hacienda, que solicit¨® la baja antes de producirse la suspensi¨®n de pagos; Juan Losada P¨¦rez, coronel de la Guardia Civil, hoy general, y ex jefe de Seguridad del anterior jefe del Estado, Francisco Franco; Juan Mart¨ªn Pariente, abogado y teniente coronel de Intendencia del Aire.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.