La salida cient¨ªfica
Las personas de talante optimista y bien humorado pueden tener, quiz¨¢, la sensaci¨®n de que en estos ¨²ltimos tiempos viene entregado el pais a ciertas pr¨¢cticas de masoquismo comunitario, que incluyen la explotaci¨®n tremendista de los acontecimientos cotidianos, salpicando de vitriolo no s¨®lo las grandes heridas, sino tambi¨¦n los peque?os rasgu?os de nuestro tejido social.Por ello habr¨¢ resultado, sin duda, reconfortante el reciente acuerdo entre nuestras principales fuerzas pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas, que augura, confiamos, tiempos de concordia, distensi¨®n de ce?os y apertura de rutas de esperanza; en este sentido, quisiera llamar la atenci¨®n sobre un objetivo que podr¨ªa, adicionalmente, concitar nuevas ilusiones colectivas, pero tambi¨¦n contribuir decisivamente, a medio plazo al menos, a la superaci¨®n de la crisis. Me refiero, claro est¨¢, a la ciencia.
Se tratar¨ªa de retomar el viejo empe?o de la ilustraci¨®n, de los caballeritos de Azcoitia y de los institucionistas, en el sentido de hacer de nuestro pueblo una sociedad civil, laica y a la vez culta. Entre las revoluciones que tenemos pendientes est¨¢ seguramente tambi¨¦n la cient¨ªfico-t¨¦cnica, que no ha podido superar el esc¨¦ptico stop unamuniano.
Pero hay algo m¨¢s que el estimable prop¨®sito de interesar m¨¢s difundidamente a nuestros conciudadanos por el progreso de la ciencia y la autosuperaci¨®n intelectual individual. Est¨¢ precisamente el tema, de triste actualidad durante estos a?os, de la crisis econ¨®mica, del desempleo y del des¨¢nimo de las fuerzas productivas, porque es sabido que s¨®lo a trav¨¦s de la generaci¨®n de tecnolog¨ªa aut¨®ctona, mediante la introducci¨®n de innovaciones atractivas, y la modernizaci¨®n, en definitiva, de nuestro aparato econ¨®mico, podremos generar puestos de trabajo rentables, crear actividades de alto valor a?adido y competir con ciertas posibilidades de ¨¦xito en los mercados internacionales, sobre todo en aquellos que, como los de Latinoam¨¦rica, tienen una notable receptividad hacia nuestros productos y nuestra tecnolog¨ªa, por conocidas razones idiom¨¢ticas, hist¨®ricas y culturales.
Desinter¨¦s social por la investigaci¨®n
No es el factor personal el que nos falta. De siempre hemos contado con gente ingeniosa, con h¨¢biles artesanos, pero tambi¨¦n con investigadores de excepci¨®n, disponemos hoy, m¨¢s all¨¢ de lo que el p¨²blico podr¨ªa sospechar, dentro y fuera de Espa?a, de cient¨ªficos notables y cualificados ingenieros, y ello pese al desinter¨¦s social por estos quehaceres, en agudo contraste con otras naciones, donde los cient¨ªficos, aunque no est¨¦n excepcionalmente remunerados, por lo dem¨¢s no es este su empe?o, gozan de un alto prestigio comunitario.
Es evidente que, a la vista de la actual divisi¨®n internacional de actividades, hay campos en los que poco o nada tenemos que hacer, salvo en aspectos b¨¢sicos o complementarios. Me refiero, por ejemplo, a los ingenios espaciales o a la aplicaci¨®n de la energ¨ªa de fusi¨®n. Pero existen numerosos sectores en los que nuestra ciencia y tecnolog¨ªa pueden desarrollarse con ¨¦xito econ¨®mico. Tenemos, pongo por caso, tradiciones seculares en aprovechamientos hidr¨¢ulicos, en ganader¨ªa y cultivos de tierras secas. Nuestro clima es propicio para las explotaciones agroenerg¨¦ticas, para la investigaci¨®n de la energ¨ªa solar, contamos tambi¨¦n con condicionantes para numerosas innovaciones industriales, para equipamientos, transportes, servicios, etc¨¦tera.
Cient¨ªfico, bur¨®crata y mecan¨®grafo
Faltan, desde luego, medios econ¨®micos. Es sabido que aunque ¨²ltimamente se ha prosperado en dotaciones, al menos en el ¨¢mbito en que sirvo, nuestra asignaci¨®n porcentual a la ciencia y tecnolog¨ªa es de las m¨¢s bajas del mundo. No es inusual que un destacado investigador tenga que dedicar gran parte de su tiempo a tareas burocr¨¢ticas, incluido el propio mecanografiado de sus informes, en alguna ocasi¨®n se han perdido valiosos materiales al cortarse la luz de un centro, por falta de pago, y a veces se carece de dotaciones para mantenimiento de los equipos e incluso para necesidades de rutina.
Pero, con todo, las carencias m¨¢s importantes pasan posiblemente por otros derroteros. Falta, por cierto, un planteamiento coherente de la formaci¨®n de investigadores y t¨¦cnicos que se inicie desde la escuela con un mayor avivamiento de la curiosidad cient¨ªfica y con el adiestramiento en campos instrumentales, como es el caso del mayor ?conocimiento del ingl¨¦s y de la iniciaci¨®n, como sucede en otros pa¨ªses, en la inform¨¢ tica, dimensi¨®n esta con la que todos los ciudadanos deber¨ªan estar familiarizados.
No ha sido posible hasta ahora materializar, con un horizonte temporal adecuado, un plan de ¨ªnvestigaci¨®n, o al menos una pol¨ªtica cient¨ªfica que, garantizando desde luego condiciones aceptables de trabajo para todos los investigadores meritorios, seleccione adem¨¢s unas cuantas l¨ªneas prioritarias de esperable ¨¦xito y articule interdisciplinariamente esfuerzos y trabajos a los que se aportar¨ªan recursos adicionalmente disponibles.
Est¨¢ tambi¨¦n el crucial tenia de concertaci¨®n entre empresas, universidades, centros de investigaci¨®n y comunidad cient¨ªfica en general. Recordemos el ¨¦xito en este sentido del modelo japon¨¦s y el papel decisivo que corresponde en estos planteamientos a la Administraci¨®n, no s¨®lo como ¨¢rbitro y motor de los intereses colectivos, sino tambi¨¦n como primer empresario y cliente en el contexto econ¨®mico de la naci¨®n.
Hay, pues, una alternativa cient¨ªfica para muchos de nuestros problemas, quiz¨¢ la ¨²nica desde una perspectiva econ¨®mica, pero no menos importante desde una dimensi¨®n cultural. Espero que estas reflexiones, exclusivamente realizadas a t¨ªtulo personal, ayuden a la difusi¨®n de un estado de conciencia adecuado y a la b¨²squeda de una salida racional y segura para la presente encrucijada.
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