Una tradici¨®n liberal y cosmopolita
La publicaci¨®n del facs¨ªmil de Gaceta de Arte, la revista de vanguardia que se edit¨® en Tenerife entre 1932 y 1936, constituye uno de los acontecimientos culturales m¨¢s importantes de este a?o y se produce adem¨¢s en el momento oportuno, ahora precisamente que estamos en v¨ªsperas de celebrar el cincuentenario conmemorativo de la aparici¨®n de su primer n¨²mero. Antes de comentar la importancia de la revista, hay que resaltar que ha sido reeditada por la firma alemana Topos Verlag, con la colaboraci¨®n de Turner, de Madrid, especializadas ambas en la recuperaci¨®n de las principales revistas espa?olas de la vanguardia hist¨®rica.En el pr¨®logo de su libro Facci¨®n espa?ola surrealista de Tenerife, publicado en 1975, Domingo P¨¦rez Minik hac¨ªa un repaso de los pocos estudios sobre el surrealismo espa?ol que por aquel entonces citaban la importante experiencia de Tenerife y lo pon¨ªa en contraste con el inter¨¦s demostrado hacia la misma por el poeta americano beat Lawrence Ferlinghetti, que, desde la lejana California, se preguntaba sobre qu¨¦ habr¨ªa sido de todos esos grandes poetas e intelectuales canarios de los a?os treinta. Desde entonces, la situaci¨®n ha cambiado y ya nadie discute el papel preeminente del grupo tinerfe?o dentro del surrealismo espa?ol, ya que fue, entre otras cosas, el ¨²nico que cont¨® con la presencia y sanci¨®n oficial de Andr¨¦ Breton y Benjam¨ªn Peret, y el ¨²nico que organiz¨® por esas fechas de la primavera de 1935 la exposici¨®n surrealista m¨¢s importante que jam¨¢s se haya elaborado en Espa?a, con obras de Picasso, Mir¨®, Dal¨ª, Oscar Dom¨ªnguez, Magritte, De Chirico, Max Ernst, Man Ray y Tanguy.
Pero ?c¨®mo explicarse ese brote excepcional en una isla tan apartada e ignorada por los principales centros culturales de la Pen¨ªnsula? En este sentido, al margen del m¨¦rito de las personalidades que impulsaron la experiencia, hay que recordar la tradici¨®n liberal y cosmopolita de las Canarias, que pudieron florecer intensamente en el ambiente propicio de la Segunda Rep¨²blica. De hecho, antes incluso de aparecer el primer n¨²mero de Gaceta de Arte, hab¨ªan aparecido otras interesantes revistas, como La Rosa de los Vientos, reeditada tambi¨¦n hace poco, y Cartones, s¨ªntomas de una ebullici¨®n cultural que aglutinar¨ªa a intelectuales y artistas tan interesantes como Eduardo Westerdahl, D. P¨¦rez Minik, Pedro Garc¨ªa Cabrera, Oscar Pestana, Oscar Dom¨ªnguez, Jos¨¦ Arozena, Domingo L¨®pez Torres, Agust¨ªn Espinosa, Juan Ismael, Jos¨¦ Mar¨ªa de la Rosa o Guti¨¦rrez Albelo.
Inquietud renovadora
En cualquier caso, todos estos primeros s¨ªntomas de inquietud renovadora, que se detectan claramente a finales de los a?os veinte, eran una defensa indiscriminada del arte nuevo, un valiente combate mucho m¨¢s claro en lo que negaba que en lo que ofrec¨ªa como recambio. Precisamente, en medio de este clima enardecido y confuso, es cuando surge como fruta madura Gaceta de Arte, un a?o despu¨¦s de la proclamaci¨®n de la Segunda Rep¨²blica, exactamente el 1 de febrero de 1932. La revista, dentro del esp¨ªritu de independencia que mantuvo siempre, tuvo dos etapas muy definidas: la primera, aproximadamente hasta la visita personal de Breton en 1935, en la que se defiende en general la actitud progresista en pol¨ªtica y vanguardista en arte, sin adscribirse todav¨ªa en concreto a ninguna tendencia, aunque s¨ª se pueden detectar algunas preferencias, como las del racionalismo arquitect¨®nico, el arte alem¨¢n de vanguardia, las tendencias renovadoras internacionales en pintura, cine y teatro, y, naturalmente, la del surrealismo, sobre todo a partir del n¨²mero diecinueve (septiembre de 1933), en el que se publica en primera p¨¢gina un importante art¨ªculo de Domingo L¨®pez Torres, titulado ?Aureola y estigma del surrealismo?; la segunda, desde el n¨²mero 33, de septiembre de 1935, en el que aparece en portada un fragmento de la conferencia pronunciada unos meses antes en Tenerife por Andr¨¦ Breton -Posici¨®n pol¨ªtica del arte hoy-, en la que la presencia y peso espec¨ªficos del surrealismo son abrumadoramente mayoritarios.
En ambas ¨¦pocas, sin embargo, una misma altura intelectual, una parecida ilusi¨®n, cuyos m¨²ltiples testimonios s¨®lo se podr¨ªan comentar en un largo ensayo. Ante la imposibilidad de hacerlo aqu¨ª, quiero, al menos, dar testimonio que la calidad de Gaceta de Arte s¨®lo puede compararse en nuestro pa¨ªs con la de La Gaceta Literaria, dentro de una l¨ªnea testimonial de arte de vanguardia. En todo caso, hay que reconocer en ella la mano tutelar de una personalidad como la de Eduardo Westerdahl, cuya inteligente entrega al servicio de la difusi¨®n del arte y de la cultura de vanguardia se prolong¨® incluso despu¨¦s de la guerra, participando, por ejemplo, en otros grupos tan importantes como la Escuela de Altamira, y llega, en realidad, hasta nosotros, pues sigue en la actualidad, con el mismo noble empe?o que al principio, en la brecha, y de ello pueden dar testimonio muchos de nuestros artistas j¨®venes.
Carta de Breton
En realidad, nada mejor para terminar este art¨ªculo que reproducir un fragmento de la carta que dirige Breton a estos surrealistas insulares:?... Y es, m¨¢s all¨¢ de toda espera, la realizaci¨®n de un sue?o lo que he conocido en Santa Cruz de Tenerife, durante estos veinte d¨ªas en que mi coraz¨®n no ha sido otro sino el de vuestro pa¨ªs encantado. Benjam¨ªn Peret y yo agradecemos a nuestros grandes amigos de Gaceta de Arte y del Ateneo su acogida inolvidable, que re¨²ne, detr¨¢s del San Carlos en nuestro regreso a Francia, todas las alegr¨ªas de la Inteligencia con las estelas de vuestras flores. Gracias a la Prensa verdaderamente independiente de Santa Cruz, gracias a La Tarde, que emprendi¨® la labor de despejar lo mejor posible el sentido de nuestro tr¨¢nsito y crear alrededor de nosotros una atm¨®sfera de fiesta. No habr¨¢ un minuto feliz que no nos vuelva a traer lo m¨¢s delicado del pensamiento y del aire de Tenerife?. Ya lo hab¨ªa dicho el poeta franc¨¦s antes de partir: ?Tenerife es la isla surrealista?.
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