En torno a la avutarda / 1
Mi deseo ser¨ªa traerles hoy aqu¨ª las mejores noticias y el mont¨®n de curiosas aventuras que en torno al gran p¨¢jaro de los llanos guardo en mi viejo zurr¨®n de cazador, pero no es posible; la realidad no admite rom¨¢nticas nostalgias, y la realidad, en este caso, es que las avutardas se est¨¢n marchando, se est¨¢n muriendo para las llanuras extreme?as.Y esto mismo que indico para Extremadura, seg¨²n los datos confirmados de que dispongo, est¨¢ ocurriendo en otras zonas de Espa?a, salvo en algunas peque?as comarcas del norte de la provincia de Salamanca, de Zamora, sur de Le¨®n y parte del oeste de Valladolid, donde las poblaciones de avutardas son m¨¢s estables; en el resto de las zonas la regresi¨®n es alarmante. En otras muchas comarcas de Arag¨®n, Andaluc¨ªa e incluso de Extremadura ya no cabe hablar de regresi¨®n, pues las avutardas han desaparecido totalmente de ellas.
Se conserva en las llanuras cacere?as
Las llanuras c¨¢mbricas cacere?as, con su aprovechamiento de pastoreo y cultivo de cereales con rotaci¨®n a cuatro hojas, con sus barbechos, pos¨ªos y rastrojos, se han mantenido en la misma forma durante muchos a?os, y esto es lo que ha permitido que esta especie se conservara aqu¨ª en concentraciones aceptables.
Despu¨¦s lleg¨® la mecanizaci¨®n al campo, y el gran p¨¢jaro tuvo que sufrir el trauma de cambiar la imagen buc¨®lica y lenta de la yunta por la del rugiente y r¨¢pido tractor, y la encorvada l¨ªnea de los segadores, que avanzaban lentamente, d¨¢ndole tiempo a retirar-se con sus polluelos, por el armatoste ruidoso y r¨¢pido de la cosechadora.
La soluci¨®n, en la caza
Las m¨¢quinas de motor han llevado las prisas de la civilizaci¨®n a los llanos y han roto la paz de las avutardas, y tambi¨¦n de otras especies que viven en el mismo medio. Hace una d¨¦cada el bando de avutardas ve¨ªa en el horizonte el carro o al campesino en la caballer¨ªa, y dispon¨ªa de quince o veinte minutos para apartarse apeonando; hoy, cuan do ve el todo-terreno ya tiene que volar, porque un minuto despu¨¦s ya estar¨¢ junto a ella, y recordemos que a las avutardas no les gusta volar.,
A las avutardas las est¨¢n exterminando en Extremadura, y creo ,que en el resto de la Pen¨ªnsula ocurre lo mismo: la mecanizaci¨®n del campo, las l¨ªneas el¨¦ctricas, las campa?as antiplagas, el cambio de cultivos, la caza descontrolada y el abandono total de la Administraci¨®n, que no ha sabido comprender la importancia de esta especie.
A la mecanizaci¨®n del campo ya nos hemos referido, y pienso que poco se puede hacer, pues no vamos a volver a la yunta y al arado romano, pero en la caza se puede hacer mucho, porque hasta la fecha no se ha hecho nada pr¨¢cticamente, y lo primero que hay que hacer cuando se abra la veda, y esto no va a tardar por que hay intereses que est¨¢n presionando para que as¨ª ocurra, es evitar las batidas. Pocos son los cazadores que cuando en una batida de avutardas el bando sobre vuela la l¨ªnea de escopetas saben distinguir entre un macho y una hembra, y menos los que se aguantan el tirarle, y a veces nada menos que los cinco tiros de la escopeta repetidora y normalmente con la pieza fuera de tiro. Con esto se consigue, como mucho, cobrar una y plomear cuatro, que se marchar¨¢n heridas y despu¨¦s se comer¨¢n los cuervos.
Comparto la teor¨ªa de todos los cazadores que indican la emoci¨®n de este lance, el momento de venirse las avutardas encima, el pelotazo del ave al caer, etc¨¦tera, pero como son contados los que en esas condiciones s¨®lo tiran a los machos, creo que es una emoci¨®n que los cazadores habremos de reprimimos si queremos conservar la especie.
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