Guinea Ecuatorial, ?por el camino de Mac¨ªas?
EL IDILIO hispano-guineano, nacido a los pocos meses del golpe de libertad que depuso, el 3 de agosto de 1979, al tirano Mac¨ªas, corre el grave riesgo de deslizarse r¨¢pidamente hacia el oc¨¦ano de los reproches y las desconfianzas. El golpe de libertad amenaza tambi¨¦n en convertirse en una farsa, por desgracia, sangrienta y arbitraria.Desde los primeros d¨ªas de marzo, es decir, poco despu¨¦s de nuestro 23-F, las autoridades ecuatoguineanas viven la morbosa fantas¨ªa de un intento de golpe de Estado. La acusaci¨®n de m¨¢xima responsabilidad recae en Andr¨¦s Mois¨¦s, comerciante guineano y ex administrador de las cooperativas agr¨ªcolas durante una parte del anterior r¨¦gimen. El se?or Mois¨¦s, en su d¨ªa, escap¨® a los sicarios de Mac¨ªas. No se sabe muy bien s¨ª porque cay¨® en desgracia o porque temi¨® razonablemente por su vida, al responsabiliz¨¢rsele del mal funcionamiento de las cooperativas. Ahora, vuelto a Guinea Ecuatorial, se le acusa de fabricar un golpe de Estado y se le condena en rebeld¨ªa. La condena le exige tambi¨¦n responsabilidades por las irregularidades de su gesti¨®n oficial anterior (hecho este curioso, porque la gran mayor¨ªa de los dirigentes actuales ser¨ªan potencialmente culpables en virtud de pasadas responsabilidades). En el mismo juicio, donde los culpables y las causas de culpabilidad son varias y distintas, se dicta una sentencia de muerte contra un soldado. Los delitos que le ha imputado un tribunal, cuya composici¨®n es la misma que el que juzg¨® a Mac¨ªas, mezclan, al parecer, la sedici¨®n y el homicidio com¨²n. La dureza de la condena y la r¨¢pida ejecuci¨®n de la sentencia han producido un enorme estupor entre la poblaci¨®n de Guinea Ecuatorial. Los guineanos emigrados lo interpretan como una lamentable regresi¨®n al terror macista, como la p¨¦rdida de toda esperanza de apertura y confraternidad entre las diversas etnias, e incluso entre las diversas tribus de la etnia fang, dominante.
La fabricaci¨®n del golpe de Estado y el desarrollo del juicio es con toda probabilidad una maniobra de diversi¨®n de otro golpe de Estado, que lentamente ha ido estrech¨¢ndose en torno al presidente Obiang. El cierre de la base pesquera sovi¨¦tica y la salida de los asesores forestales cubanos, que no sacaron ni un solo metro c¨²bico de madera, no se ha completado nunca con la dr¨¢stica reducci¨®n de los todav¨ªa cien expertos de la Embajada rusa residente en Guinea Ecuatorial. Las medidas de liberalizaci¨®n econ¨®mica y la adopci¨®n de una cooperaci¨®n intensa con Espa?a, la CEE y el FMI fue, en definitiva, una decisi¨®n muy personal del presidente Obiang, que ha encontrado una resistencia numantina en una gran mayor¨ªa de los miembros de la Administraci¨®n. La tenacidad contra la liberalizaci¨®n y el desmontaje de los mecanismos de intervenci¨®n no era sino el reflejo del temor a perder el control del poder y las llaves de la corrupci¨®n. El boicoteo ha salido por ahora victorioso.
Las relaciones con la CEE han sufrido reveses continuos, hasta culminar en la declaraci¨®n de persona no grata a su delegado en Guinea Ecuatorial. ?sta decisi¨®n estuvo motivada por la impenitente obstinaci¨®n comunitaria de que en Guinea Ecuatorial, por un lado, se respetasen los derechos humanos y no se cometieran detenciones arbitrarias e ilegalidades por los propios funcionarios p¨²blicos. Por otro, el delegado de la CEE hab¨ªa insistido cerca del presidente Obiang para que se utilizasen las importantes donaciones hechas a Guinea Ecuatorial y desapareciesen las obstrucciones de los diversos ministerios a recibir ayuda. Uno de los representantes del FMI tambi¨¦n ha abandonado precipitadamente el pa¨ªs, al ser incautada la vivienda que le asign¨® el propio Gobierno por el comisario de Agricultura en condiciones intimidatorias.
En las relaciones con Espa?a, las provocaciones han ido en aumento: el uso de los aviones H¨¦rcules para el tr¨¢fico clandestino de droga es s¨®lo un peque?o ejemplo. El embajador Graullera, que ha sido uno de los art¨ªfices de la cooperaci¨®n, fue despedido en olor de soledades. Se bloquearon incluso los accesos al aeropuerto, y las monjas guineanas del orfanato, que acudieron con las ni?as a decir adi¨®s a la embajadora, cuya dedicaci¨®n hab¨ªa sido realmente ejemplar, fueron detenidas y apaleadas.
Detr¨¢s de estas ofensas se esconde un primer motivo: el miedo del presidente Obiang a continuar haciendo de la cooperaci¨®n con Espa?a la base de su pol¨ªtica. Este miedo se ha agravado en cualquier caso a ra¨ªz del t¨¦rmino de la misi¨®n del embajador Graullera, que ha debido interpretarse interesadamente como el comienzo de un proceso de desenganche por parte espa?ola. La interpretaci¨®n es, sin duda, err¨®nea, pero ha servido de coartada a la ofensiva de los antiguos macistas para recuperar un poder que pod¨ªa verse definitivamente comprometido si se consolidaban la apertura hacia Espa?a y hacia los organismos occidentales. El presidente Obiang, ante sus propias dudas y, sobre todo, ante la ausencia de una pol¨ªtica clara y contundente por parte espa?ola, est¨¢ cediendo terreno ante quienes consideraron el golpe de libertad como un nuevo accidente t¨¦cnico, en el que simplemente se situar¨ªa a un dictador, cuya locura le hab¨ªa llevado a bloquear las pagas de los sueldos del personal civil y militar del Estado durante seis meses y, sobre todo, a asesinar impunemente a sus propios colaboradores.
La situaci¨®n, quiz¨¢, todav¨ªa no es irreversible, pero es grave, y acabar¨¢ mal si no se apoya con rapidez, energ¨ªa y sabiendo bien lo que se hace el presidente Obiang en lo que ha sido su pol¨ªtica de liberalizaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica. El pueblo de Guinea Ecuatorial es favorable a la cooperaci¨®n con Occidente, y desea que desaparezca el terror y la corrupci¨®n. La CEE y los organismos internacionales miran hacia Espa?a para que dirija la cooperaci¨®n y exija el respeto a los derechos humanos.
Sin embargo, el asunto Guinea Ecuatorial no tiene, desgraciadamente, cabida en las preocupaciones del Gobierno ni tampoco del primer partido de la oposici¨®n. Como en la f¨¢bula, llegar¨¢n los perros y volver¨¢n a comerse a los conejos. La Espa?a democr¨¢tica podr¨ªa encontrarse tambi¨¦n una Guinea Ecuatorial dictatorial e incluso sanguinaria.
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