El concierto irregular de Robert Palmer
Una actuaci¨®n de rock o de cualquier otra cosa es siempre una confrontaci¨®n de expectativas con realidades. Cada cual llega con su idea fija de c¨®mo va a ser aquello, basado en una construcci¨®n ideal a partir de los sonidos del ¨²ltimo o incluso de anteriores discos. La confirmaci¨®n o defraudaci¨®n de esas expectativas constituyen las claves para el ¨¦xito o el fracaso.Pero no siempre ocurre as¨ª, tal y como tuvimos ocasi¨®n de compro bar en el concierto que el pasado mi¨¦rcoles vendi¨® Robert Palmer en el pabell¨®n del Real Madrid. Las aproximadamente mil personas que acudieron lo hac¨ªan impulsadas, bien por ese esp¨ªritu que las conduce a cuantos conciertos puedan, bien por el atractivo radiof¨®nico de canciones de ¨¦xitos, como Johnny and Mary o Looking for clues.
Con ello pretendo significar que all¨ª se esperaba en realidad cualquier cosa, incluso el rock potente, compacto y adulto de este hombre. Pero tambi¨¦n que no se respiraba el compromiso ilusionado del fan, esa predisposici¨®n innata a aplaudir lo que sea o casi, mientras sirva, no s¨®lo como entretenimiento, sino como autoafirmaci¨®n de gustos.
Porque la verdad, Robert Palmer, vestido con camiseta de control de calidad computerizada, respondi¨® a todo lo anterior. Sonaba bien, de manera excepcional dir¨ªa yo, con un bater¨ªa japon¨¦s poniendo caras terribles y sacando un sonido precioso, un bajo que utilizaba instrumentos rar¨ªsimos, un guitarrista que estaba bien, un teclas efectivo y un t¨¦cnico de sonido esplendoroso.
Robert Palmer, que era el protagonista, vino a demostrar lo bien que canta, incluso aunque diera la impresi¨®n de que fallaba entradas tontamente. Es un animal de escenario, pero no un showman y recordaba un poco el estilo de los crooners, s¨®lo que aplicado a un rocanrol con vetas de soul y de electr¨®nica. El concierto parec¨ªa una carretera alpina, todo lleno de subidas y bajadas, coincidiendo las primeras con canciones fuertes como Bad case of loving you o los ¨¦xitos de su ¨²ltimo ¨¢lbum, Clues. Y es que aquel sonido, de tan espectacular, resultaba lineal; de tan compacto, poco matizado; de tan potente, algo abrumador. De esta suerte, el final (repetici¨®n incluida) result¨® un concierto elegante, bien hecho e irregular, uno de los muchos que pueden e incluso deben escucharse.
Babelia
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