Micky y Los Tonys, desde el ayer

El viaje transtemporal en que se ve inmerso ¨²ltimamente el rock capitalino continu¨® el pasado viernes con la presentaci¨®n de Micky y los Tonys en la sala Rockola, de Madrid. De forma semejante, pero distinta a la de Teddy Bautista y Pepe Robles (por cierto, la primera canci¨®n grabada de Canarios fue un maravilloso, falso y convincente en directo que conten¨ªa el 3, 2, 1 ?Ahh!), lo de Micky y los Tonys parec¨ªa un intento de recoger la pedrea veraniega de actuaciones.La m¨²sica que desde hace a?os realiza Micky es mucho peor que lo que hac¨ªa en sus ¨¦pocas con grupo, de donde el cambio, a pesar de lo nost¨¢lgico, resulta positivo. Hicieron versiones, cantaron ¨¦xitos como La gallina o No s¨¦ nadar, quedaron bien. Claro, no era nada excitante, sino m¨¢s bien curioso, una retrospectiva de la m¨²sica de uno de los grupos espa?oles m¨¢s peculiares de los sesenta. Micky estuvo menos espectacular y provocador de lo que acostumbra.

Con todo, y con no ser necesaria, la actuaci¨®n de Micky y los Tonys tampoco era negativa. Hicieron m¨¢s o menos lo que sol¨ªan, lo hicieron correctamente y no enga?aron a nadie. Estas reapariciones, como en el caso de Sirex (la mejor) o Salvajes, pueden resultar caricaturescas, una especie de museo musical, pero lo cierto es que pueden ayudar a comprender un poco mejor por d¨®nde ha ido una de las pocas m¨²sicas espa?olas no sucursalistas (o, al menos, no del todo): el pop de los sesenta.