Los peque?os pr¨ªncipes
Despu¨¦s que nos hemos cargado el matrimonio eterno, el destino en lo universal, el sindicato vertical y los concursos de I?igo, ahora hay quien quiere cepillarse los cargos burocr¨¢ticos digitales, o sea directores generales amiguetes y as¨ª. Con raz¨®n lo claman evang¨¦licamente las piedras de Madrid, en sus pintadas: ?Democracia asesina?.Parece que hay importantes innovaciones en las carreras de la Administraci¨®n p¨²blica. Un primo m¨ªo se pas¨® la juventud estudiando Derecho Administrativo para hacer unas oposiciones y ahora vive muy bien de dise?ar spots publicitarios. Si es que en nuestra familia lo que hay es un ramalazo de genio, y si no aqu¨ª estoy yo. Parece asimismo que disminuir¨¢ el sistema de libre designaci¨®n de altos funcionarios. O sea, mayormente, que el secretario general de la funci¨®n p¨²blica, Luis Fernando Crespo, coge, agarra y dice:
-De esta forma, las posibilidades de ascenso de los funcionarios se incrementan.
Es toda una democratizaci¨®n de la manigua administrativa espanola, por la que todav¨ªa anda perdido Larra, de la mano de Kafka, que buscan la chistera del rom¨¢ntico o el castillo del jud¨ªo. Yo felicito ahora mismo al se?or Crespo, como dem¨®crata vigilado /vigilante que soy, pero como soci¨®logo de caf¨¦ con leche maternizada, que tambi¨¦n soy, debo advertirle de que est¨¢ criando cuervos, meti¨¦ndose en la boca del lobo estepario, alimentando un nudo/nido de v¨ªboras. El se?or Crespo no ha ca¨ªdo en que todo espa?olito que viene al mundo, viene para director general.
Los directores generales a dedo son los peque?os pr¨ªncipes digitales y nada exuperianos de este secarral. Cuando el ni?o no vale para basto ni para fino, cuando el se?orito no saca la carrera ni las oposiciones ni el premio de Lara ni pega braguetazo con ricahembra ped¨¢nea, siempre le queda a la santa madre la esperanza de que le hagan un d¨ªa director general.
Con las dictaduras, con las democracias, con las Regencias, con las Restauraciones, con los Gloriosos Alzamientos, con las transiciones, las traslaciones y las concertaciones, y hasta con el error Berenguer, los directores generales, en Espa?a, han sido nombrados a ¨ªndice conminativo de un se?or con mano en el Gobierno: ese ¨ªndice tan inapelable como el que se?ala los servicios se?oras/caballeros en los tabernones aseados. De Gald¨®s a Miguel Mihura, la figura del bur¨®crata que entra y sale de su puesto como ?en Babilonia los Ministerios?, es vi?eta literaria y vi?eta pict¨®rica de Cilla, Sancha, Esplandi¨² y Mingote. A m¨ª esto no me parece ning¨²n arbitrismo nacional (aparte de que el arbitrismo sea otra de las grandes aportaciones espa?olas a la pol¨ªtica de Occidente, desde mi paisano Cellorigo, al que saco en un libro). El se?orito espa?ol que no sirve para nada -y somos tierra de se?oritos de escasos medios-, da en escritor o en director general. A premio Nobel o a ministro ya sabe que no va a llegar. Lo suyo es la ¨¢urea mediocridad, pero pasando de Horacio. Los escritores espa?oles han andado siempre y andan ahora desgalg¨¢ndose a quemarropa, porque, como me dec¨ªa una vez Manolo Summers, ?aqu¨ª, cuando tienes un ¨¦xito, todos creen que les has quitado algo?. S¨®lo el escritor que tiene su p¨²blico, sus editores y su ventanilla a fin de mes puede passar de colegas colegiados. O sea que pasemos.
El se?orito espa?ol se cree un peque?o pr¨ªncipe porque fue pilarista con uno que ya es ministro. Pero si los buenos enchufes ya no van a ser para los enchufados, sino para los currantes del cuerpo t¨¦cnico, el se?oritismo dar¨¢ en prefacismo, como siempre, se?or Crespo. Va a tener usted un mot¨ªn de Esquilache de los se?oritos. Casi un aplazamiento.
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