Inestabilidad y radicalismo a la sombra de Estados Unidos
Para Centroam¨¦rica, 1982 ser¨¢ a?o de elecciones. Cinco de sus siete pa¨ªses recurrir¨¢n a las urnas, en un plazo de doce meses, para dirimir sus diferencias internas, aunque algunas de estas convocatorias electorales llegan tan tarde que s¨®lo servir¨¢n para radicalizar, a¨²n m¨¢s, unos procesos pol¨ªticos que ya se mueven entre el asesinato del oponente y la guerra civil declarada.Los siete pa¨ªses del istmo centroamericano se reparten una superficie equivalente a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, con la mitad de su poblaci¨®n. En este espacio conviven sistemas pol¨ªticos de todo tipo, aunque con una tendencia end¨¦mica hacia las dictaduras militares.
La voracidad de sus clases dirigentes ha reunido aqu¨ª derroches de opulencia casi incre¨ªbles junto al m¨¢s insoportable espect¨¢culo de miseria. La pol¨ªtica se ha radicalizado, as¨ª, en los extremos hasta la eliminaci¨®n, muchas veces f¨ªsica, de los m¨¢s moderados, juzgados casi siempre de colaboracionistas por los dos contendientes.
De Norte a Sur, Guatemala es el primer ejemplo de una naci¨®n convertida en finca particular de la gran derecha. Las elecciones de la primavera pr¨®xima ser¨¢n el en¨¦simo intento, desde el golpe militar de 1954, de legitimar por las urnas una de las dictaduras m¨¢s sangrientas de Am¨¦rica, que ha condenado a muerte incluso a los democristianos.
Para que nada falte en el paisaje centroamericano, Belice es a¨²n una colonia brit¨¢nica que para finales de a?o puede convertirse en el miembro n¨²mero 56 de las Naciones Unidas si Guatemala respeta los acuerdos con el Reino Unido. El a?o pr¨®ximo los belice?os elegir¨¢n por primera vez a sus representantes soberanos. A pesar de su extrema pobreza, la falta de desigualdades irritantes augura a este pa¨ªs un futuro m¨¢s estable que a sus vecinos.
La primera naci¨®n que acudir¨¢ a las urnas ser¨¢ Honduras, que trata de salir del t¨²nel de ocho a?os de dictadura. Algunos sectores militares acarician la idea de una guerra de liberaci¨®n contra Nicaragua, que ser¨ªa la puntilla del proceso democr¨¢tico iniciado el pasado a?o con una Asamblea constituyente. Honduras entrar¨ªa as¨ª en el volc¨¢n revolucionario de Centroam¨¦rica, del que se ha librado a duras penas hasta hoy. Las elecciones tal vez m¨¢s in¨²tiles sean las que anuncia la Junta salvadore?a para marzo. En plena guerra civil, los observadores se preguntan el sentido de esta farsa, que en ning¨²n caso va a detener por s¨ª sola los disparos.
Queda, finalmente, el proceso electoral de Costa Rica, calificada como "la Suiza de Centroam¨¦rica", quiz¨¢ con excesiva ligereza. La crisis econ¨®mica costarricense, agravada por la insolvencia de sus vecinos, ya ha hecho aparecer los primeros brotes de violencia pol¨ªtica. Sigue siendo, sin embargo, el ¨²nico pa¨ªs del ¨¢rea con un sistema pol¨ªtico homologable a las democracias occidentales, con una alternancia en el poder de socialdem¨®cratas y liberales.
Hay, finalmente, dos naciones con reg¨ªmenes at¨ªpicos: Nicaragua, que trata de inventar, entre enormes dificultades, una tercera v¨ªa entre el capitalismo y la econom¨ªa de Estado, y Panam¨¢, que a partir de una dictadura militar de signo populista ha empezado a dar pasos hacia un r¨¦gimen democr¨¢tico.
Por encima de todo este panorama de inestabilidad y radicalismo pol¨ªtico flota la sombra de Estados Unidos, que sigue considerando a Centroam¨¦rica como su patio trasero. De la actitud estadounidense depende, en gran parte, la suerte de estos pa¨ªses, incluido el resultado de las elecciones.
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