Los jud¨ªos vuelven a orar en Zamora
La tarde del viernes 19 de junio, principio del s¨¢bado para el c¨®mputo hebreo, los jud¨ªos volvieron a rezar en Zamora, 489 a?os despu¨¦s de su expulsi¨®n por los Reyes Cat¨®licos. Han vuelto los jud¨ªos sefard¨ªes hablando en la misma lengua: el hermoso judeo-espa?ol del que acertadamente presumen. La infatigable preocupaci¨®n cultural del doctor Alfonso Ramos de Castro fue capaz de reunirnos durante tres d¨ªas de junio a medio centenar de preocupados por la realidad de Espa?a y por la cultura y el entendimiento entre los hombres.Un encuentro ejemplar. Las culturas y los hombres solemos a veces coexistir, pero pocas veces nos encontramos realmente. De la coincidencia sin encuentro surge la incomprensi¨®n y el olvido; acaso por esto nos reun¨ªamos para el ?primer congreso sobre la Espa?a olvidada?. Y no estuvo mal que el primer eslab¨®n fuese este de los jud¨ªos espa?oles. Tambi¨¦n el marco -la hermosa ciudad rom¨¢nica de Zamora- pon¨ªa adecuado entorno; el arraigo hist¨®rico y la dimensi¨®n urbana humana son necesarios para que pueda darse aut¨¦ntico encuentro. Y eso que el intento era arduo; nuestra est¨²pida pol¨ªtica exterior lo pon¨ªa dif¨ªcil. Acaso por esto mismo result¨® m¨¢s ejemplar Ya lo era que los jud¨ªos sefard¨ªes o askenaz¨ªes, creyentes o incr¨¦dulos, presenciaran el d¨ªa de su llegada c¨®mo los cristianos acompa?aban masivamente al sacramento por antonomasia: era el d¨ªa del Corpus Christi. Como tambi¨¦n lo fue despu¨¦s que los cristianos escuchasen el rezo del inicio del sabbat, como no hace tantos a?os compartimos con los musulmanes la oraci¨®n del viernes en la catedral-mezquita de C¨®rdoba.
Sin embargo, la mayor ejemplaridad residi¨® en el estudio concienzudo, leal y sin concesiones de lo problemas socioculturales del pueblo judeo-espa?ol, el an¨¢lisis de las ra¨ªces y de las aportaciones jud¨ªas a Espa?a y de la contribuci¨®n hisp¨¢nica a la cultura jud¨ªa en la historia, la lengua, el pensamiento y el arte. Como ep¨ªlogo de este buen ejemplo, conviene resaltar que todo el congreso pudo realizarse en espa?ol. Y escribo espa?ol y no castellano porque los sefard¨ªes, que tanto tes¨®n han puesto en conservar su lengua quieren seguir llam¨¢ndola judeo-espa?ol, y eso que cuando salieron de ac¨¢ para el exilio, Arag¨®n y Castilla eran a¨²n dos coronas unidas tan s¨®lo por la doble condici¨®n real y matrimonial de los monarcas do?a Isabel y don Fernando.
Riesgo y ventura del judeo-espa?oL Que el judeo-espa?ol haya sonado tan bien en Zamora no debe encubrir la presencia del riesgo. Hermosa ventura es que esta dulce forma del habla anta?o castellana se haya conservado. Nosotros bien poco hemos puesto en ello. Primero los expulsamos; antes y despu¨¦s los perseguimos; casi siempre los vituperamos y menudos venablos conserva la lengua popular para el denuesto antijud¨ªo. Y rara vez hemos ayudado a conservar su cultura y su lengua. No me corresponde a m¨ª, otros ya lo han hecho con mejor conocimiento, referir los est¨¦riles esfuerzos para conseguir un apoyo oficial para el mantenimiento del judeo-espa?ol. Esta lengua -que tan bien suena al o¨ªdo, como da?a a la vista del no ling¨¹ista por su peculiar ortograf¨ªa- ha corrido y corre peligro de desaparici¨®n. En Israel, el nacionalismo del renacido hebreo la desplaza; en otros lugares presiona el universal ingl¨¦s y en los de habla hispana amenaza el riesgo de su sustituci¨®n por el espa?ol coloquial actual. No se trata, claro est¨¢, del regusto con que el especialista o el ilustrado escucha los viejos agora, moza, mancebo o ainda mas, sino del valor cultural y social que posee todo lenguaje.
Entre la ciencia y la ilusi¨®n. Una ocasi¨®n tan espont¨¢nea y sincera como la que comento ten¨ªa que mezclar en partes desiguales la aut¨¦ntica ciencia y la enso?adora ilusi¨®n. Para la primera est¨¢bamos los profesores, y de un modo relevante el profesor L. Su¨¢rez Fern¨¢ndez, buen conocedor de los jud¨ªos medievales y de las entretelas de la expulsi¨®n. Para la enso?aci¨®n no existe la barrera del duro banco del archivo, de las pruebas documentales y de la paciente y siempre limitada investigaci¨®n. Tras tantos a?os de tradici¨®n antijud¨ªa es normal que ahora asome el encontrar judaismo por todas partes; normal coyunturalmente, pero tan indeseable como el extremo contrario. Hasta en la pintura. del Greco y en la pluma de Cervantes aparec¨ªa la huella de hipot¨¦ticos antecedentes jud¨ªos. Despu¨¦s del televisivo final de la vida de don Miguel de Cervantes todo es posible en la ib¨¦rica piel de toro. Pero mientras en Televisi¨®n Espa?ola no hay ocasi¨®n para desfacer el entuerto, al menos en Zamora los profesores no dejamos sin cumplida respuesta cient¨ªfica las m¨¢s ilusionadas que malintencionadas exageraciones.
Donde tambi¨¦n aparece la pol¨ªtica. En un congreso sobre los jud¨ªos hispanos, la voz pol¨ªtica no pod¨ªa quedar callada. Con muy buen criterio, los organizadores invitaron a representantes de los partidos pol¨ªticos e intuyo que en el palacio de Santa Cruz debi¨® haber alg¨²n peque?o sobresalto; si no hubiera sido as¨ª me alegrar¨ªa mucho.
Quien esto escribe es un empecinado estudioso del pueblo ¨¢rabe y de la cultura isl¨¢mica y un recalcitrante defensor del pueblo palestino. Acaso fui el primero, hace unos veinticinco a?os, que calific¨® de c¨¢ncer la posici¨®n del Estado de Israel en el centro del mundo ¨¢rabe. Sigo pensando igual y no pienso modificar una tilde. Pero defender leg¨ªtimos derechos no obliga a ignorar las realidades, ni a postular tesis maximalistas que s¨®lo pueden conducir a imprevisibles conflictos b¨¦licos. Reconocer a un Estado es se?alar que est¨¢ ah¨ª, guste o no guste, y no asumir sus dimensiones sociales y pol¨ªticas. Cada d¨ªa que pase manteniendo el confuso equ¨ªvoco actual s¨®lo conduce a hacer m¨¢s dura y dif¨ªcil la situaci¨®n.
Los se?ores M¨²gica y Kirpatrick dieron dos excelentes lecciones de realidad pol¨ªtica, con las naturales y deseables diferencias, sin caer en el poco meditado, o demasiado interesado, tercermundismo que tanto aparente ¨¦xito parece tener entre intelectuales y pol¨ªticos; ignoro si se trata de estricto utopismo o de real deseo de vernos sumidos de nuevo en una situaci¨®n de la que tanto ha costado salir. La voz del partido del Gobierno estuvo ausente, y s¨®lo fue salvada por la inteligente presencia del gobernador civil, se?or Onega, que precisamente es un estudioso del tema de los jud¨ªos espa?oles.
M¨¢s all¨¢ de estos flecos pol¨ªticos, y por encima de todo, los congresistas de Zamora se separaron con la clara conciencia de un fundamental entendimiento com¨²n. Sobre los largos casi cinco siglos se hab¨ªa tendido un puente de comprensi¨®n cultural y social.
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