Convergencia y socialistas estudian la posibilidad de adelantar las elecciones auton¨®micas catalanas
La posibilidad del Ejecutivo catal¨¢n de disolver o no el Parlamento auton¨®mico est¨¢ en el centro de una larga serie de contactos entre el presidente de la Generalidad y los socialistas catalanes. Ello es de una importancia crucial para las futuras elecciones auton¨®micas catalanas. Pese a su lejan¨ªa, ¨¦stas configuran un futuro duelo entre Jordi Pujol y Narc¨ªs Serra, cuya versi¨®n presente es ya una aut¨¦ntica competencia entre el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalidad de Catalu?a a la hora de ofrecer sus respectivas im¨¢genes p¨²blicas.
Uno de los m¨¢s graves errores cometidos por Jordi Pujol desde que ocup¨® la presidencia de la Generalidad es el de no haber asumido la responsabilidad de impulsar el desarrollo constitucional interno de Catalu?a. Como es bien sabido, el Gobierno aut¨®nomo catal¨¢n carece de mayor¨ªa parlamentaria. Suele superar este obst¨¢culo -mortal de necesidad en todas las democracias vivas- con el parad¨®jico apoyo conjunto, de sentido antag¨®nico, de Esquerra y centristas.Para retrasar al m¨¢ximo la posibilidad de un control parlamentario real, Pujol cedi¨®, desde pocas semanas despu¨¦s de constituido el Parlamento catal¨¢n, el impulso legislativo de todo el proceso institucional catal¨¢n, que pas¨® a manos del conjunto de los grupos parlamentarios, mediante la f¨®rmula de ponencias conjuntas. A corto plazo, ello represent¨® y contin¨²a representando un alivio para Pujol.
Sucede, en efecto, que nadie ha intentado hacer caer a Pujol, por cuanto que en tal caso deber¨ªa reiniciarse el mismo proceso que le llev¨® a la presidencia, por ser hoy legalmente imposibles unas elecciones auton¨®micas anticipadas. Ni tampoco el propio Pujol, pese a tener razones para ello, ha intentado llevar a cabo una remodelaci¨®n de su Gobierno, que fue elegido conjuntamente con su persona por el Parlamento. Por tanto, una mera remodelaci¨®n deber¨ªa implicar el cese de Pujol y todo un proceso parlamentario de elecci¨®n de presidente de la Generalidad. Ello generar¨ªa tal desgaste social para todas las fuerzas pol¨ªticas que esta posibilidad no es ni tan siquiera imaginable, pese a que la incomietencia de algunos consejeros -muy especialmente los de Gobernaci¨®n y Justicia- sea tal que probablemente carezca de parang¨®n a nivel mundial.
Bajo la Segunda Rep¨²blica, el Estatuto catal¨¢n fue promulgado por las Cortes Espa?olas el 9 de septiembre de 1932. El denominado ?Estatuto interior? -ley auton¨®mica fundamental de Catalu?a- fue aprobado por el Parlamento aut¨®nomo tan s¨®lo ocho meses despu¨¦s, el 25 de mayo de 1933. Ahora, el vac¨ªo existente permite a Pujol continuar escapando al control parlamentario real, pero con el proceso de concertaci¨®n auton¨®mica se ha convertido en su peor espada de Damocles. Dicho vac¨ªo legislativo puede ser llenado en sentido contrario al que desear¨ªa.
Como es sabido, uno de los puntos de la concertaci¨®n auton¨®mica es la imposibilidad de elecciones auton¨®micas al margen de las de ¨¢mbito general. Tal disposici¨®n favorecer¨ªa a las dos grandes opciones pol¨ªticas de ¨¢mbito estatal, el socialismo y el centrismo. El centrismo catal¨¢n se ha pronunciado en favor de que las elecciones auton¨®micas y las generales coincidan, para lo cual es imprescindible que el futuro Estatuto interior de Catalu?a -o como se llame en esta ocasi¨®n la ley fundamental catalana- excluya la posibilidad de que el Gobierno aut¨®nomo pueda disolver el Parlamento. De no ser as¨ª, Pujol aprovechar¨ªa la ocasi¨®n en su beneficio, del mismo modo que lo pueden hacer obrando en sentido contrario, los centristas y los socialistas.
Posibilidad remota
No hay duda de que el correspondiente estatuto interior de Euskadi podr¨¢ evitar tal aspecto de la concertaci¨®n, ya que all¨ª hay mayor¨ªa nacionalista, y, desde luego, un Parlamento es competente para regular su disoluci¨®n y reelecci¨®n. De este modo, puede perfectamente suceder que sea el Pa¨ªs Vasco la ¨²nica comunidad aut¨®noma que tenga eleccione auton¨®micas en fechas diferentes de las correspondientes a elecciones de ¨¢mbito estatal. Con los centristas en contra, Pujol tiene la posibilidad de imponer la facultad de disolver el Parlamento con el solo apoyo de los socialistas, pero ¨¦stos no se han pronunciado al respecto. No apoyar a Pujol en este punto les supone una nueva p¨¦rdida de imagen ante sectores catalanistas, pero hacerlo tambi¨¦n les comportar¨ªa un perjuicio electoral. Preguntado acerca de la futura capacidad o no del ejecutivo catal¨¢n de disolver el legislativo aut¨®nomo, Lluis Armet, secretario de Informaci¨®n de la ejecutiva del PSC-PSOE, dijo ayer a este diario que ?es un tema que est¨¢ en discusi¨®n?. Otras fuentes socialistas se manifestaron muy reacias a la posibilidad de disoluci¨®n del legislativo, que, en todo caso-?deber¨ªa ser una posibilidad muy remota, no sometida al mero albedr¨ªo del ejecutivo auton¨®mico?.En este tema, Pujol cuenta, desde luego, con el apoyo incondicional, en favor de la disolubilidad, de Esquerra, as¨ª como, en principio, con el del PSUC, por lo menos mientras dure la actual direcci¨®n de los comunistas catalanes, que adem¨¢s de leninista es la m¨¢s catalanista posible. Estos tres partidos representan 79 votos en el Parlamento auton¨®mico, (de hecho 81, ya que Benet y Portabella se sumar¨ªan), cuya mayor¨ªa se alcanza con 68. Pero esta alternativa representar¨ªa un desgaste enorme para Pujol. ?Es una alternativa?, dijo ayer a este diario un colaborador de, Pujol, ?que podr¨ªamos pagar muy cara. De hecho, ser¨ªa una trampa. Ganamos las elecciones auton¨®micas, porque dimos una imagen m¨¢s moderada que la que antes ten¨ªamos, y porque prometimos formalmente, durante la campa?a que no nos aliar¨ªamos a los comunistas. Esta promesa la hemos mantenido hasta ahora. Romperla ser¨ªa muy grave. Habr¨ªa que pensarlo muy seriamente?.
Para los socialistas, la conservaci¨®n del calendario existente tambi¨¦n representar¨ªa ventajas, por lo menos comparables a las propias de una coincidencia de fechas. Consideran que las elecciones generales representar¨¢n un avance socialista en toda Espa?a, y que las municipales volver¨¢n a representar una clara victoria socialista en Catalu?a (en 1979 lograron en el Principado cerca de 700.000 votos, y el 68% de la poblaci¨®n catalana vive en municipios con alcalde socialista). Ello les llevar¨ªa a quedar en una posici¨®n inmejorable en las siguientes elecciones auton¨®micas (once meses despu¨¦s de las municipales, de respetarse el actual calendario).
Altas fuentes socialistas revelaron a este diario que el alcalde de Barcelona, Narcis Serra juega a partir de esta hip¨®tesis a la siguiente estrategia: presentarse a la reelecci¨®n como alcalde, con el actual presidente de la Diputaci¨®n de Barcelona, Francesc Mart¨ª, como segundo de la lista, ganar al contrincante presentado por Pujol -que ser¨¢, ya sin duda alguna, Ram¨®n Tr¨ªas Fargas-, y meses despu¨¦s dimitir como alcalde para pasar a ser el candidato socialista a la presidencia de la Generalidad.
Jordi Pujol est¨¢ perfectamente al tanto de esta estrategia, por otro lado obvia, ya que la competencia entre el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalidad, a la hora de buscar su propia imagen p¨²blica, en detrimento del ocupante el edificio de enfrente de la plaza de San Jaime, es una de las notas constantes de la vida p¨²blica catalana. Ello tiene una traducci¨®n directa en los medios de comunicaci¨®n, en particular en los dos diarios que controla Pujol, cuya severidad a la hora de en juiciar al municipio contrasta con la benevolencia con que se analiza la actuaci¨®n de la Generalidad.
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