Santiago Carrillo descalifica con dureza a los "renovadores" del Partido Comunista de Espa?a
El secretario general del Partido Comunista de Espa?a (PCE), Santiago Carrillo, pronunci¨® un discurso el pasado domingo ante los delegados de la VII Conferencia Provincial de Madrid, en el que descalific¨® rotundamente a los eurocomunistas renovadores, despu¨¦s del varapalo que ¨¦stos le propinaron al conseguir legitimar, primero en comisi¨®n y luego en pleno, las corrientes organizadas dentro del partido, aunque ello se lograra en base a una convergencia de intereses con los prosovi¨¦ticos.
Despu¨¦s de una agitada sesi¨®n para elegir al nuevo comit¨¦ provincial madrile?o, en la madrugada del domingo, en la que toda negociaci¨®n integradora de tendencias acab¨® en el fracaso y en la posterior retirada de los eurocomunistas renovadores de las listas, el discurso de Carrillo era esperado con gran expectaci¨®n, ya que sus palabras pod¨ªan conseguir la reconciliaci¨®n entre unos y otros o encresparlos todav¨ªa m¨¢s, con un ataque directo, sin concesiones, a los renovadores.
Esta segunda opci¨®n fue la elegida por Carrillo. Desde el principio, su discurso fue una constante y reiterada descalificaci¨®n de los renovadores a quienes, sin emplear estas palabras, acus¨® de se?oritos: ?No se les ve trabajar nunca por las bases del partido, salvo en per¨ªodos congresuales para ganar adeptos?, fueron sus palabras; acaparadores de poder: ?Hay algunos que si no tienen cargos se desesperan?, o profesionales del conchabeo: ?Han adoptado los aspectos m¨¢s sucios de la pol¨ªtica, persiguiendo el pacto entre pasillos y la negociaci¨®n solapada?, todo ello para acabar con una advertencia: ?Si las cosas siguen as¨ª, este partido puede destruirse?, no sin antes recordarles que ?la ¨²nica manera de acabar con las tendencias tendr¨¢ que ser la sanci¨®n administrativa?, a pesar de que esta ¨²ltima frase la pronunci¨® refiri¨¦ndose a los sucesos del PSUC.
Pero hubo un aspecto a¨²n m¨¢s importante en el discurso de Carrillo: ?Tenemos que clarificar qu¨¦ clase de partido queremos?, dijo, y fue entonces cuando reafirm¨® el car¨¢cter de clase del PCE, de clase obrera, y marc¨® distancias con la socialdemocracia, tanto interna (en su opini¨®n, los eurocomunistas renovadores), como externa (el PSOE), del que dijo: ?Es un partido de Gobierno, pero no un partido revolucionario y de combate?.
El primer toque de advertencia de su discurso fue para el renovador Alfredo Tejero, quien, en unas recientes declaraciones a la Prensa afirmaba que prefer¨ªa la dictadura franquista a las dictaduras de los pa¨ªses del Este. ?Este tipo de afirmaciones me resultan inadmisibles; y yo por ah¨ª no paso?, dijo Carrillo.
?El PCE debe reflejar una sola clase?
A continuaci¨®n escogi¨® una de las tesis supuestamente empleadas por los renovadores, la de que el PCE debe ser un partido reflejo de la actual sociedad espa?ola, y se?al¨®: ?Yo me pregunto hasta qu¨¦ punto podemos ser el reflejo de esta sociedad, que es capitalista?. ?Creo?, a?adi¨®, ?que el PCE debe reflejar s¨®lo una clase social, por supuesto que la clase obrera, en la que caben tambi¨¦n aquellas personas de la intelectualidad que tengan como objetivo com¨²n con los obreros la transformaci¨®n de la sociedad. Si el PCE pretende ser el reflejo de la sociedad capitalista?, concluy¨®, ?¨¦sta terminar¨¢ comi¨¦ndose al PCE, y entonces surgir¨¢ necesariamente otro partido como el nuestro pero que ya no seremos nosotros?.
?No podemos convertirnos en una repetici¨®n de la democracia parlamentaria en la que estamos inmersos?, insisti¨® Carrillo, ?hasta el punto de dividirnos en dos o tres partidos. Por una parte, los prosovi¨¦ticos, y por el otro lado, el otro extremo, (se refer¨ªa a los renovadores), porque la masa obrera no est¨¢ ni con unos ni con otros. Y quienes podr¨ªan estar con estos ¨²ltimos, no nos enga?emos, s¨®lo son una simple masa de votantes, de electores, que se inclinar¨¢n hacia un lado o hacia otro, seg¨²n la coyuntura pol¨ªtica?.
Inmediatamente despu¨¦s, realiz¨® Carrillo los ataques m¨¢s duros a los renovadores: corresponsabiliz¨® a los cuadros medios -en su mayor¨ªa ocupados por esta tendencia cr¨ªtica- de los errores que pod¨ªan haberse cometido desde el IX Congreso. ?Y hemos llegado a una situaci¨®n en que en este partido si no se tiene un cargo no se est¨¢ contento?, manifest¨®, ?pero los mejores cuadros del partido, que, hoy por hoy est¨¢n arriba, no quieren bajar abajo, a las bases, salvo en per¨ªodos congresuales, para ganar adeptos?. ?Ahora en el PCE existen fracciones, tendencias, corrientes como se les quiera llamar, organizadas, con disciplina de voto, como hemos podido comprobar aqu¨ª. Y estas cosas pueden acabar con agresiones f¨ªsicas, como en Barcelona, cuyas tendencias meterno que s¨®lo podr¨¢n desaparecer?, advirti¨®, ?recurriendo a la sanci¨®n administrativa ?.
Carrillo finaliz¨® su discurso diciendo que ¨¦l no se opon¨ªa a la renovaci¨®n, lo que provoc¨® el pataleo de una parte de los asistentes, pero dej¨® muy claro que ¨¦l nunca ayudar¨¢ a derribar a la vieja guardia del partido, ?como m¨¢s de uno me ha pedido, porque considero que no es ning¨²n deshonor haber luchado contra el fascismo y haber participado en la guerra civil?.
?Una verg¨¹enza?
Las reacciones de los renovadores fueron un¨¢nimes: ?Ha sido una verg¨¹enza intelectual, y resulta muy c¨ªnico que nos acuse de cabildeo, cuando fueron ellos los que intentaron pactar puestos en el comit¨¦ provincial con nosotros cuando anunciamos nuestra retirada?, dijo a EL PAIS Eduardo Mangada. Luis Larroque y Jaime Sartorius admitieron que Carrillo no les dejaba otra opci¨®n que abandonar el PCE, pero que no estaban dispuestos a hacerlo, mientras AlFredo Tejero anunciaba que iban a pedir la destituci¨®n del actual secretario general.
Por lo dem¨¢s, esta tensa conferencia eligi¨® al nuevo comit¨¦ provincial, integrado exclusivamente por carrillistas, ya que los renovadores se retiraron; a Adolfo Pi?edo, candidato de Carrillo, como secretario general de Madrid, y a los 166 delegados que acudir¨¢n al X Congreso, con la siguiente correlaci¨®n de fuerzas: 49 renovadores, 21 prosovi¨¦ticos o duros, y 96 carrillistas, de lo que se deduce que las corrientes organizadas que ser¨¢n propuestas por Madrid tienen muy pocas probabilidades de salir adelante.
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