A la francesa
LAS DECLARACIONES del ministro del Interior franc¨¦s en el sentido de que no habr¨ªa extradiciones para los terroristas de ETA han provocado de nuevo una peque?a tormenta diplom¨¢tica entre Par¨ªs y Madrid. El aplazamiento de la visita del propio Defferre a Espa?a y un nuevo enfriamiento en las relaciones bilaterales parecen ser las dos consecuencias inmediatas del asunto.La inamistosa actitud francesa en el tema del nacionalismo vasco y el terrorismo con ¨¦l enlazado no es nueva. Repetidas veces hemos se?alado que era absurdo esperar un cambio esencial de actitud por parte de las autoridades francesas despu¨¦s de las elecciones. Giscard y la derecha ampararon el santuario terrorista etarra y Mitterrand seguir¨¢ haci¨¦ndolo as¨ª. La sorpresa o la rotura de vestiduras est¨¢ por eso fuera de cuesti¨®n. El argumento de que Francia es un pa¨ªs de asilo es irrelevante cuando ese pa¨ªs de asilo entreg¨® miserablemente a la justicia alemana al abogado Croissant y a las autoridades italianas a los profesores Negri y Piperno, acusados de hechos menos graves que los asesinatos de los que se responsabiliza a algunos de los etarras. La consideraci¨®n de que hay dos tipos de medidas en el Gobierno franc¨¦s, dos clases de pol¨ªticas, seg¨²n se trate de pa¨ªses ricos y poderosos o pa¨ªses menos desarrollados los destinatarios de su dispar concepci¨®n del asilo, responde puntualmente a la realidad. La tentaci¨®n de caer en la galcifobia es por eso irrelevante. Francia seguir¨¢ siendo un gran pa¨ªs, aunque no d¨¦ las extradiciones a los terroristas vascos. Un grande y poderoso pa¨ªs en el que el sue?o de la grandeur y del poder¨ªo internacional no s¨®lo no ha sido barrido, sino que incluso resultar¨¢ alimentado por la peque?a revoluci¨®n neoburguesa que Mitterrand significa.
La actitud del ministro Defferre le ayudar¨¢ por lo dem¨¢s a lavar viejas culpas. Su actividad como alcalde de Marsella no fue ajena a la operaci¨®n del general De Gaulle contra los asesinos ultraderechistas de la OAS que fueron liquidados por los hampones de la portuaria ciudad que un d¨ªa -y durante tantos a?os- rigiera el actual ministro del Interior franc¨¦s. La guerra sucia no es patrimonio de ning¨²n r¨¦gimen ni de ninguna ideolog¨ªa y a veces tienen que ser lavadas las conciencias mediante ampulosas declaraciones pol¨ªticas.
Por los dem¨¢s, ?a qu¨¦ la sorpresa o el enojo de las autoridades espa?olas? El tema vasco es algo a resolver entre nosotros. Mientras no seamos capaces de ello, la posici¨®n internacional de Espa?a seguir¨¢ debilitada frente a nuestro poderoso vecino. Este no es otro que el que nos invita enf¨¢ticamente a entrar en la Alianza Atl¨¢ntica mientras reduce las esperanzas de adhesi¨®n a la CEE. No es otro que el que preconiza el reforzamiento de la pol¨ªtica de bloques mientras regala cuatro carteras irrelevantes a los comunistas m¨¢s prosovi¨¦ticos de todos los partidos comunistas mediterr¨¢neo-occidentales. Suponer que la pol¨ªtica interior francesa va a ser desviada un ¨¢pice por conveniencias de la pol¨ªtica interior espa?ola ser¨ªa so?ar. Tienen raz¨®n los medios de opini¨®n galos cuando protestan por el -empe?o madrile?o en descargar sobre Par¨ªs todas las responsabilidades de la situaci¨®n en Euskadi.
Pero por todo ello es la raz¨®n y no otra cosa lo que debe guiar las actitudes internacionales de Espa?a. Francia entorpece en el Norte con una actividad claramente beligerante en favor de las acciones terroristas, y ello debe ser denunciado como es debido en todos los foros internacionales. En el Sur, negociando y pactando la supuesta paz del Sahara ex espa?ol con Hassan II, enviando sus Mirage a bombardear al Polisario cuando as¨ª, le peta o repitiendo con creces la suerte del golpe de Estado en Mauritania. Este mismo Estado franc¨¦s es el que exporta armas a medio mundo en conflicto sin distinci¨®n de ideolog¨ªas ni de reg¨ªmenes. ?Qu¨¦ significa todo eso en ¨²ltimo grado? Que Francia es una potencia imperialista, hasta donde la permiten serlo los hechos, con comportamientos imperialistas y sue?os imperialistas. Nada nuevo. Lo ¨²nico nuevo es la sorpresa del Gobierno espa?ol.
Espa?a en cambio es una potencia de tipo medio con una necesidad perentoria de encontrar respuesta a sus problemas de pol¨ªtica exterior. El simplismo de suponer que todo se reduce a entrar o no en la Alianza Atl¨¢ntica empieza a ser preocupante. Par¨ªs apoya nuestro ingreso en la OTAN, pero ni un solo asesino etarra ser¨¢ entregado por las autoridades francesas despu¨¦s de que eso suceda. Las implicaciones -sean fabuladas o no- de fuerzas internacionales actuando en el terrorismo euro-occidental deben desde hoy alcanzar tambi¨¦n, aunque s¨®lo sea por omisi¨®n, al Gobierno de Mitterrand. La respuesta espa?ola no es f¨¢cil. Caer en la galofobia es la peor de las tentaciones. Sucumbir al compromiso, la que evidentemente nos acecha m¨¢s de inmediato. Enterrarnos en una pol¨¦mica ideol¨®gica sobre el signo del Gobierno franc¨¦s en cada momento de la historia, la peor de las recomendaciones.
Un desaf¨ªo como el franc¨¦s exige, por parte espa?ola, pol¨ªticos avezados y hombres de Estado. Y una definici¨®n al menos sobre un punto concreto: ?Cu¨¢les son las coordenadas b¨¢sicas de nuestras relaciones exteriores? ?Cu¨¢les, en este caso, las l¨ªneas esenciales de nuestra pol¨ªtica con Francia? ?En qu¨¦ quedan las declaraciones de buena voluntad despu¨¦s de la visita del presidente del Gobierno a Par¨ªs? Pues lo peor, si bien se mira, no es la posici¨®n del ministro Defferre. Lo peor es la sensaci¨®n de impotencia y de inhabilidad que el palacio de Santa Cruz ofrece. Parece siempre que la iniciativa est¨¦ del otro lado de la frontera o que todo se reduzca a la eventualidad de contratar viejos hampones franceses para que maten espa?oles de ETA en suelo galo. Frente a todas las conclusiones pasionales de la an¨¦cdota, el Gobierno s¨®lo deber¨ªa sacar una: no es que Par¨ªs no entienda que sin su colaboraci¨®n resulta dif¨ªcil la normalizaci¨®n pol¨ªtica espa?ola, es que a Par¨ªs le interesa s¨®lo relativamente esa normalizaci¨®n. Esto es un juego normal en las relaciones entre Estados. Pero al Gobierno espa?ol le falta imaginaci¨®n o le sobran compromisos y temores. Ya sabemos que con la colaboraci¨®n francesa es absurdo contar en el caso ETA -sea la derecha elegante o la izquierda volteriana la que gobierne- El Gobierno tiene que decirnos ahora c¨®mo piensa hacer las cosas sin esa colaboraci¨®n. Eso es todo. Y qu¨¦ capacidad de respuesta, adem¨¢s de las palabras y el asentimiento a la generosa invitaci¨®n del ministro Cheysson para entrar en un bloque militar, tiene frente a la prepotencia de Francia.
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