El pianista Oscar Peterson abre el V Festival de Jazz de Vitoria
El pasado lunes comenz¨® el V Festival de Jazz de Vitoria, con la actuaci¨®n del pianista Oscar Peterson. La presente edici¨®n se ha constituido en una especie de prolongaci¨®n del de San Sebasti¨¢n, y no s¨®lo por la continuidad de las fechas, sino tambi¨¦n por el tipo de artistas que actuar¨¢n en ¨¦l y que suponen visiones diferentes de la m¨²sica que tan gloriosamente se posesion¨® de Donostia la semana pasada.
En el programa figuran una banda de jazz tradicional, la Werner Pusch Capell, que act¨²a todos los d¨ªas en el quiosco del parque de la Florida; un pianista supervirtuoso, Oscar Peterson; podr¨¢ escucharse a un bluesman m¨ªtico, como es Muddy Waters, y finalmente una cantante, Carrie Smith, quien, adem¨¢s, ofrecer¨¢ un homenaje a la legendaria Bessie Smith.En este festival, por el momento, no hay actividades paralelas ni concurso o presentaci¨®n de grupos aficionados. Los conciertos se realizan en el polideportivo Mendizorroza, que ya el primer d¨ªa, cuando actu¨® Oscar Peterson, ten¨ªa pr¨¢cticamente agotadas sus 4.000 localidades. El p¨²blico parece menos forastero que el de San Sebasti¨¢n, y eso le da al festival un ambiente familiar que contrasta con el cosmopolitismo donostiarra. La misma ciudad parece menos incardinada con el festival, aunque, finalmente, acaba volc¨¢ndose en una mezcla de curiosidad, afici¨®n y simples ganas de pasar el rato.
Oscar Peterson, que abri¨® plaza, es uno de los nombres m¨¢s famosos del jazz y m¨¢s en concreto en nuestro pa¨ªs por haberse editado una cantidad apreciable de sus numeros¨ªsimos discos en tr¨ªo, as¨ª como solos o aventuras como el Boporgy and best, realizada con Joe Pass, a la guitarra, y ¨¦l mismo al clave. Peterson, a lo largo de un concierto muy extenso, mostr¨® sus principales virtudes, alguna de las cuales, parad¨®jicamente, le han acarreado las m¨¢s acervas cr¨ªticas.
Supervirtuoso, ¨¢gil y brillante
Es un pianista cl¨¢sico, nada revolucionario o innovador, pero posee un aterrador dominio del instrumento. Es, como indicaba antes, un supervirtuoso y esa misma agilidad, esa brillantez, que no s¨®lo est¨¢ en los dedos, provoca que, de cuando en cuando, pueda caer en un juego de artificio tan apabullante como est¨¦ril. Pero, evidentemente, cuando encuentra la onda, cuando rescata su sensibilidad para las baladas, cuando impone su extraordinario sentido del swing, un concierto de este hombre puede convertirse en algo memorable.Uno se puede quedar alelado escuchando ese vertiginoso chorreo de notas perfectamente colocadas que surgen de sus manos con una facilidad insultante. Da la impresi¨®n de que si dejara de tocar aquello seguir¨ªa sonando, impulsado ¨²nicamente por la complicidad y la compenetraci¨®n de Peterson con el instrumento que le ha acompa?ado desde los seis a?os (ahora tiene 55).
Pero en Vitoria y a pesar de que se explay¨® a gusto por el lado exultante de su personalidad, lo m¨¢s bello tal vez fueran las piezas lentas, a las que supo dotar de un lirismo tan genuino como inesperado despu¨¦s de tanto sprint por las teclas. Eso era belleza pura, un placer tranquilo, un buen tiempo, que dicen los anglosajones.
Como es habitual en ¨¦l, Oscar Peterson se trajo una formaci¨®n de tr¨ªo, con uno de los bater¨ªas que frecuentan el Ronnie Scott de Londres, Marti Drew, y un bajo dan¨¦s que a sus 35 a?os y desde hace ya bastantes est¨¢ considerado entre los mejores del mundo: Niels Henning Orsted Pedersen, conocido generalmente por NHOP. Martin Drew es un buen bater¨ªa, cumplidor y efectivo, pero NHOP es toda una lecci¨®n andante del contrabajo. Posee una pulcridad de sonido absoluta, una digitaci¨®n tremenda, y un sentido del swing que sin ser abrasador, s¨ª contradice el t¨®pico de la frialdad n¨®rdica. NHOP ha declarado que tocar con Peterson supone una disciplina total a la b¨²squeda de la perfecci¨®n.
El ingrediente misterioso
Que esta perfecci¨®n no se convierta en algo fr¨ªo es el ingrediente misterioso de la receta, el factor que nunca puede encerrarse en las matem¨¢ticas de un teclado, de cuatro cuerdas gruesas o de unos cuantos parches y platos de lat¨®n. Es m¨¢s bien. una cuesti¨®n de sentimiento o inspiraci¨®n.Pero si algo puede deducirse del constante trasiego del p¨²blico hacia el bar (sin llegar nunca a abandonar el local), habla que llegar a la conclusi¨®n de que el concierto de Peterson, siendo excelente, corr¨ªa el riesgo de cansar o, mejor, empalagar por momentos. Que para escuchar tanta m¨²sica, tan variada y tan bien tocada hac¨ªa falta tomar momentos de respiro, descansar un poco para evitar la saturaci¨®n. Es la ¨²nica pega que puede ponerse. Todo lo dem¨¢s, como se persegu¨ªa, fue perfecto.
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