Empieza a fallar el palco.

El presidente Corrales se le hab¨ªa puesto f¨¢cil a su compa?ero Conde Agut, presidiendo la primera de feria. El relevo lo cog¨ªa con una pauta marcada dentro de lo que es seriedad y sentido de la oportunidad. Con un techo alto a la hora de conceder trofeos, como lo demostr¨® al negarle la segunda oreja a D¨¢maso Gonz¨¢lez cuando la petici¨®n era casi un¨¢nime. Pero Conde Agut no ha podido con la responsabilidad del palco, y y a en el primero de la tarde, cuando Pep¨ªn Jim¨¦nez hab¨ªa montado una faena correcta, pero hab¨ªa matado atravesando el toro, le concede una oreja tard¨ªa que el alguacilillo tuvo que sacar del desolladero. Despu¨¦s, en el segundo novillo, con un Soro embalado, con acertadas y lucidas intervenciones de capote en quites y tercio de banderillas y una faena en la que si bien el novillo se raj¨® y no aguant¨® el ritmo que le impon¨ªa el torero, s¨ª fue vibrante, sobre todo por el ep¨ªlogo, porque el espadazo fue emotivo al entrar recto. El p¨²blico le pidi¨® con fuerza la segunda oreja y se la neg¨®. Despu¨¦s, en el quinto, otra vez con El Soro de por medio, ech¨® para los corrales un novillo ya picado. Las protestas del p¨²blico, pensamos, eran porque el novillo no hab¨ªa roto en el capote, saliendo reventado, y eso, junto a la evidente falta de trap¨ªo, motiv¨® las protestas, rindi¨¦ndose el presidente a destiempo. En definitiva, una actuaci¨®n desafortunada, que si no hay que echarla en saco roto, s¨ª tomarla como modelo de lo que no debe volver a suceder.Pep¨ªn Jim¨¦nez, en su primero, con una serie de derechazos templados y con cadencia y una muy estimable faena en el cuarto, en la que el temple del torero ha encontrado adecuada respuesta en la noble embestida de su oponente, ha causado una grat¨ªsima impresi¨®n.

El Soro, ya recuperado f¨ªsicamente, est¨¢ cogiendo el sitio a los novillos, mostr¨¢ndose tesonero y entregado, pero el p¨²blico de Valencia quiere verle ya con ganado de m¨¢s presencia. De cualquier forma, sigue siendo el novillero que m¨¢s interesa en esta plaza.

Luis Miguel Campano, en su primero, de poca casta, ha estado voluntarioso, pero sin hacer nada destacable.