Ofrenda al Ap¨®stol
EL DISCURSO del teniente general Fern¨¢ndez Posse, pronunciado en la catedral de Santiago de Compostela el s¨¢bado pasado, plantea, ante todo, algunas interrogantes sobre la forma en que fue elaborado, las personas que intervinieron en su redacci¨®n y el conocimiento previo de su contenido.No se puede descartar totalmente la hip¨®tesis de que el capit¨¢n general de Galicia haya escrito en solitario, de su propia pluma y con su exclusiva inspiraci¨®n, el texto de su ofrenda al ap¨®stol Santiago, y parece demasiado deudor de conocidas fuentes de la ideolog¨ªa de ultraderecha. De otro lado, el teniente general Fern¨¢ndez Posse se refiri¨® expl¨ªcitamente ?al alto honor que supone la representaci¨®n de Su Majestad el Rey, jefe supremo de los Ej¨¦rcitos?, en el p¨¢rrafo inicial de su discurso. No parece, sin embargo, que ese texto pueda sintonizar, ni siquiera aproximadamente, con el pensamiento del Rey y con las ideas del Gobierno, al que la Constituci¨®n encomienda la direcci¨®n de ?la pol¨ªtica interior y exterior, la Administraci¨®n civil y militar y la defensa del Estado?. As¨ª pues, las interrogantes sobre las plumas que han participado en la elaboraci¨®n del discurso del capit¨¢n general de Galicia en Santiago de Compostela tienen que ir forzosamente acompa?adas de la pregunta acerca del conocimiento previo que ten¨ªan de su texto el Rey -en cuyo nombre fue pronunciado-, el presidente del Gobierno y el ministro de Defensa.
Esas preguntas, ni son ret¨®ricas ni son ociosas. Porque resulta que la ofrenda del capit¨¢n general de Galicia al Ap¨®stol, tan ex¨®tica en su ambientaci¨®n, con resonancias de una confesionalidad estatal que la Constituci¨®n excluye, refleja, en buena parte de su texto, la ideolog¨ªa y las tomas de posici¨®n pol¨ªtica de una minor¨ªa -sin apenas respaldo electoral- de la sociedad espa?ola. El teniente general Fern¨¢ndez Posse, en algunos p¨¢rrafos de su discurso, parece aceptar la democracia, el pluralismo pol¨ªtico y las libertades ciudadanas; se?ala el deber de respetar a los representantes elegidos por el pueblo y hace gala de su lealtad a don Juan Carlos y a la familia real. Pero no deja de ser inquietante que una amplia y significativa parte de su ofrenda est¨¦ dedicada a digresiones que se Presentan como certezas irrebatibles y verdades absolutas, aparentemente defendidas por la Corona y por la totalidad de las Fuerzas Armadas, opiniones que se mueven entre la visi¨®n apocal¨ªptica de la historia y la trivialidad de los lugares comunes.
La teor¨ªa de la quinta pluma anima esa descripci¨®n del enemigo tenaz -cuyas se?as de identidad y filiaci¨®n no se precisan- que se habr¨ªa infiltrado ?en la Prensa, la radio y la televisi¨®n, en la Iglesia, en la escuela, en la universidad, en el cine, en el arte y en la cultura?, para socavar y destruir ?los valores espirituales y morales? de la civiliza ci¨®n occidental. Resultar¨ªa, as¨ª, que los asesinatos y aten tados de las organizaciones terroristas o los atracos de derecho com¨²n pertenecer¨ªan a un continuo en el que se instalar¨ªan, sin visiible- soluci¨®n de continuidad, los deba tes sobre la pornograf¨ªa, la droga o el aborto; las cr¨ªticas a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y a las Fuerzas Armadas, las discusiones entre padres e hijos, el divorcio, las huelgas, las peticiones salariales demasiado elevadas y las denuncias de abusos policiales. Ni siquiera las asociaciones para la defensa de los derechos humanos se libran de las acusaciones del capit¨¢n general de Galicia, que seguramente ignora la esforzada campa?a de Amnist¨ªa Internacional para denunciar las violaciones de. esos derechos en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en Cuba y en los dem¨¢s pa¨ªses del bloque sovi¨¦tico. El teniente general Fern¨¢ndez Posse, tras bosquejar ese ?panorama mundial ensombrecedor? y hacer una ominosa referencia a ?una nueva Europa?, dedica especial atenci¨®n a los ?momentos de confusi¨®n y desconcierto? que vive Espa?a. En su descripci¨®n, sin embargo, hay una clamorosa ausencia: la condena del asalto al palacio del Congreso y el secuestro del Gobierno y de los diputados por una banda de hombres que abusaron de sus uniformes y de sus armas, que incumplieron sus juramentos de disciplina y de honor y que conculcaron el C¨®digo de Justicia Militar y las Reales Ordenanzas. Porque s¨®lo una benevolente interpretaci¨®n podr¨ªa llevar a la conclusi¨®n de que el capit¨¢n general de Galicia piensa en Tejero y sus amigos pol¨ªticos cuando alude a esos espa?oles que per tenecen o simpatizan ?con partidos cuya ideolog¨ªa es el Gobierno totalitario o imperialista, a base de un ¨²nico partido y una enorme burocracia, carente, en consecuencia, de libertades democr¨¢ticas?.
As¨ª como en la interpretaci¨®n del capit¨¢n general de Galicia sobre la decadencia de Europa, ?invadida de hedonismo? y que recuerda ?a la antigua Roma?, resuenan vivamente las palabras del reciente discurso pronunciado por Jos¨¦ Antonio Gir¨®n ante la Confederaci¨®n de Combatientes, su reconstrucci¨®n de la historia contempor¨¢nea de Es pa?a es tambi¨¦n deudora de parecidas influencias. Por que la idea de que la guerra civil estall¨® para ?evitar la desintegraci¨®n de Espa?a? y de que los combatientes de ambos bandos ?la tomaron como arranque de salvaci¨®n? s¨®lo es mantenida por los ide¨®logos de la ultraderecha, autores tambi¨¦n de la insostenible teor¨ªa seg¨²n la cual los vencedores de la contienda habr¨ªan sellado la concordia y la reconciliaci¨®n con los vencidos, que en realidad poblaron durante a?os las c¨¢rceles de nuestro pa¨ªs o tuvieron,que desparramarse por el mundo entero en un forzoso exilio. Desgraciadamente, ?el esp¨ªritu de revancha? y la voluntad de ?remover cenizas ya apagadas por el tiempo?, denunciados por el teniente general Fern¨¢ndez Posse, provienen del sector que ha servido de inspirador, en esos temas, a la ofrenda de Santiago.
En cualquier caso, esta inoportuna, pol¨¦mica y m¨¢s que discutible intervenci¨®n p¨²blica de un alto mando militar, que ocupa un ¨¢mbito de competencias dentro del ordenamiento constitucional y bajo las ¨®rdenes del Gobierno de la naci¨®n, debe ser aclarada por el Poder Ejecutivo sin necesidad de que la oposici¨®n parlamentaria se lo requiera. El capit¨¢n general de Galicia ha se?alado que ?todos tenemos derecho? al respeto de los representantes elegidos por el pueblo, y con m¨¢s raz¨®n a¨²n de los funcionarios que de ellos dependen, y que los espa?oles desean ?que los gobiernen bien?, en un r¨¦gimen de libertad igual para todos y de defensa del ordenamiento constitucional. Cuando el teniente general Fern¨¢ndez Posse afirma que la democracia implica ?deberes y obligaciones? y avanza la atrevida hip¨®tesis de que los espa?oles tienen ?un car¨¢cter individualista y un poco an¨¢rquico?, justifica de antemano las eventuales medidas que el Gobierno pudiera adoptar contra su decisi¨®n, individualista y an¨¢rquica, de leerle la cartilla a la sociedad espa?ola tomando como interlocutor al ap¨®stol Santiago.
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