"El humor en la prehistoria"
Si no grandes dotes de actor, al menos es preciso reconocerle a Ringo Starr buen gusto a la hora de elegir compa?era en la prehistoria y en la vida real, bien distinta, por cierto, de la de su amigo el fenecido Lennon. Aunque B¨¢rbara Bach se exhiba poco, lo cual va en detrimento de la pel¨ªcula, ambos protagonizan este cuento, en el que se nos muestra la evoluci¨®n del hombre de las cavernas a trav¨¦s de una particular edad de piedra. La aparici¨®n del fuego, la agricultura, la familia y la tribu, pasando por el amor m¨¢s o menos elemental, van surgiendo en clave de humor, que a veces roza lo escatol¨®gico o la pura gamberrada, incluyendo toda clase de especies animales de distintas eras, tan buenos a la hora de actuar como los int¨¦rpretes m¨¢s o menos humanos.Realizado m¨¢s para un p¨²blico quincea?ero que para el que frecuenta normalmente las salas cinematogr¨¢ficas, el filme, a pesar de alguna que otra buena secuencia inicial, pesa a la postre, sobre todo porque el guionista no da muestras de mucha imaginaci¨®n a la hora de inventar situaciones. Ni siquiera el recurso de incluir m¨²sicas conocidas le salva de la monoton¨ªa. Mejor labor resulta la del creador de monstruos, incluyendo tambi¨¦n los efectos especiales. Los animales son mucho m¨¢s divertidos y expresivos, cuando no simp¨¢ticos, entre tantos figurantes disfrazados con pieles.
Cavern¨ªcola
Gui¨®n y direcci¨®n: Carl Gotilleb.M¨²sica: Lalo Schifrin. Int¨¦rpretes: Ringo Starr, Barbara Bach, Dennis Quaid, Selley Long y Jack Gilford. Color. Comedia. Locales de estreno: Amaya y Pe?alver.
Cuando la inspiraci¨®n se agota, se echa mano de las eras glaciales, de nuevos monstruos y escenas que repiten la imagen de un Ringo ya bastante maduro y un tanto novel en su carrera de actor c¨®mico. Su mujer queda in¨¦dita, al menos para el espectador y en lo que a actriz se refiere. M¨¢s all¨¢ de las aventuras de James Bond y esta otra, donde se luce con menos pieles que sus compa?eras, no da la sensaci¨®n de ir a escalar la fama m¨¢s all¨¢ de su f¨ªsico, aunque en este caso el gui¨®n no necesite grandes dotes de int¨¦rprete.
Rodado en M¨¦xico con los medios que ya son habituales incluso en esta clase de empe?os modestos, el trabajo de su realizador recuerda a un tiempo a Lester y a los Monty Phyton, sin alcanzar su conocida eficacia.
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