Garc¨ªa Calvo: "La comedia sirve a un p¨²blico no necesariamente culto"
?La comedia debe servir a un p¨²blico no necesariamente culto?, dice Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo, autor de la versi¨®n r¨ªtmica de Los carboneros. Habla de su trabajo con prudencia y parsimonia, haciendo que el di¨¢logo, antes que entrevista, parezca el dictado afable de un profesor generoso de ideas y actitudes.Pregunta. ?Es cierto que estamos ante la primera comedia musical de la historia del teatro?
Respuesta. S¨ª, al menos de las que se conservan. La comedia ¨¢tica empieza a tomar la estructura que conocemos en las m¨¢s viejas de Arist¨®fanes, como ¨¦sta, pero exist¨ªa desde algunos a?os antes, de forma que puede decirse que Arist¨®fanes fue la segunda generaci¨®n de la vieja comedia ¨¢tica.
P. ?La obra se conserva entera, o ha sido necesario un gran trabajo de reconstrucci¨®n?
R. Se conserva pr¨¢cticamente entera, como todas las que forman el corpus de la obra conocida de Arist¨®fanes. Se han sustituido los pasajes que conten¨ªan alusiones sociales o pol¨ªticas atenienses, que quedar¨ªan ininteligibles en nuestros d¨ªas. En su lugar, hemos recurrido a instituciones o situaciones actuales, manteniendo el sentido del original. Salvo en eso, la versi¨®n es literal.
P. ?No se ha seguido ning¨²n criterio literario de adaptaci¨®n?
R. Se ha tratado de que la versi¨®n no fuera literaria, sino un texto de teatro vivo, destinado a la representaci¨®n r¨ªtmica, musical y danzante. En general, he reproducido los esquemas de movimiento r¨ªtmico del original, intentando que desde el silabeo de los versos hasta la marcha de la acci¨®n pudieran tener una funci¨®n teatral, basada, primeramente, en la medida y el juego con el tiempo.
P. ?Es una versi¨®n popular?
R. Se trataba de que la comedia sirviera para un p¨²blico no necesariamente culto. Es decir, que la gente pudiera entenderla y disfrutarla directamente, y no cumpliendo la obligaci¨®n de asistir a un acto cultural, como suele suceder con las representaciones de obras reconocidas como cl¨¢sicas. La obra ya era popular cuando Arist¨®fanes prepar¨® su coro de carboneros acarnanienses para las fiestas leneas, con concurrencia de p¨²blico ateniense en general, y mi deseo era que esta versi¨®n pudiera, en alguna medida, tener una utilidad para el p¨²blico en general de nuestras ciudades, a pesar de que la posibilidad de un teatro de veras popular parece cada vez m¨¢s lejana: no en vano vivimos bajo el imperio de la cultura, y progresa la separaci¨®n entre un arte para estamentos cultos y unos espect¨¢culos para masas, que es precisamente aquello a lo que el poder quiere que se reduzca el pueblo.
P. ?Qu¨¦ sentido tiene la utilizaci¨®n de un marco egipcio -el templo de Debod- para representa una comedia griega del siglo de Pericles?
R. La elecci¨®n del lugar vino de la propuesta del Ayuntamiento, y s¨®lo despu¨¦s se vio que la estructura del templo parec¨ªa bastante adecuada, al recordar en algo la del teatro antiguo, con la escena en alto y el lugar de la orquesta algo m¨¢s bajo, para el coro.
P. ?Podr¨ªa ahora reproducirse el extraordinario ¨¦xito de Arist¨®fanes en su ¨¦poca? ?Cu¨¢l es su vigencia cultural o ideol¨®gica? ?Es cierto, como afirman muchos historiadores de la literatura (Nestl¨¦, Hauser, etc¨¦tera), que el suyo era un esp¨ªritu antidemocr¨¢tico y reaccionario?
R. Desde luego no contamos ahora con la tradici¨®n ligada al ritual de las fiestas en que se insertaba la producci¨®n de Arist¨®fanes M¨¢s a¨²n, es posible que toda tradici¨®n teatral (proposici¨®n a imposici¨®n cultural o desde arriba) est¨¦ bastante rota entre nosotros. A pesar de ello, hay en esta comedia dos cosas, sobre todo, que parecen estar siempre vivas para el o¨ªdo y el coraz¨®n de la gente: una es el juego con el tiempo, el ritmo de palabras y acci¨®n. La otra es el sentido de la risa c¨®mica, como interpretaci¨®n de la invectiva popular contra la opresi¨®n y la seriedad de los poderes constituidos. Esas dos cosas son el nervio de la comedia de Arist¨®fanes, que tanto gustan a los que sigan si¨¦ndolo en esta versi¨®n, que tan a contratiempo se produce. En cuanto a las calificaciones de Arist¨®fanes que tanto gustan a los historiadores de la literatura, son monsergas sin importancia, primero porque no es el autor, sino lo que la obra haga, lo que importa. Y adem¨¢s, si bien podemos sospechar que Arist¨®fanes era poco simpatizante de la democracia ateniense, y en sus primeras comedias se complac¨ªa en prodigar ataques a los personajes m¨¢s o menos demag¨®gicos que la reg¨ªan, ?en qu¨¦ sentido se puede llamar a esa actitud reaccionaria?: la democracia era el r¨¦gimen en el poder, y s¨®lo quienes crean ver en ella una forma de poder de veras popular se ver¨¢n forzados a tachar de reaccionaria cualquier burla o diatriba que la ataque.
Babelia
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