Las desavenencias en la DC italiana quedan congeladas hasta octubre
La tormenta que se anunciaba sobre la Democracia Cristiana, el partido de mayor¨ªa relativa de Italia, con motivo de su reci¨¦n celebrado consejo nacional, ha quedado en agua de borrajas, a pesar de que m¨¢s de cincuenta parlamentarios, entre ellos un ministro y la vicepresidenta del Parlamento, hab¨ªan pedido la dimisi¨®n del actual secretario, Flaminio Piccoli.En este partido, que ha sido definido de goma por su capacidad de adaptaci¨®n a las crisis, todo ha quedado congelado hasta la pr¨®xima reuni¨®n de octubre, y P¨ªccoli permanece en su sitio: "S¨¦ que he cometido muchos errores", dijo, pero estoy seguro que cualquier otro en mi lugar no habr¨ªa podido actuar de otra forma". Naturalmente, el gran error ha sido el haber permitido que, despu¨¦s de 35 a?os, la Democracia Cristiana haya perdido la Presidencia del Consejo de Ministros.
Se ha tratado, sin embargo, de un consejo nacional muy movido, que ha demostrado que la actual secretar¨ªa del partido no posee ya la mayor¨ªa que hab¨ªa conquistado en el ¨²ltimo congreso nacional. De hecho, el grupo de Donat-Cattin, que hab¨ªa sido durante el congreso el autor del, pre¨¢mbulo, el documento que recogi¨® en clave anticomunista la mayor¨ªa de los congresistas que derrocaron a Benigno Zaccagnini y a Giulio Andreotti, ha abandonado la direcci¨®n del partido. Y se han empezado a reconstituir nuevos grupos internos, a pesar de que durante este consejo nacional ha sido condenada con m¨¢s fuerza que nunca la larga historia democristiana de las famosas corrientes internas, que son una especie de "partidos dentro del partido".
Amintore Fanfani, presidente del Senado y uno de los caballos de raza del partido, ha dicho con cierto dramatismo que en estos seis meses que faltan para el congreso. se juega el futuro del partido. Y ha insinuado que, probablemente, ser¨¢n necesarias nuevas elecciones anticipadas, "para que el electorado juzgue al partido".
Todo hace pensar que la crisis del actual grupo dirigente, anticomunista, pueda desembocar en la vuelta a la escena pol¨ªtica de la izquierda demoscristiana de Zaccagnini, partidario de un Gobierno de unidad nacional, con la participaci¨®n de los comunistas, como lo hab¨ªa intuido, y empezado a experimentar Aldo Moro cuando fue asesinado por las Brigadas Rojas.
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